'Supermujeres, superinventoras': la historia del progreso y la ciencia no es solo cosa de hombres
Martha Coston, Marie Curie, Mary Phelps, Elsa Schiaparelli, Margarita Salas, Rosalind Franklin, Fermina Orduña... y así hasta cerca de un centenar de supermujeres y superinventoras, todas ellas dueñas de ideas brillantes que transformaron nuestras vidas. Como Ada Lovelace, inventora de la programación informática; Josephine Cochran, cabeza pensante detrás del lavaplatos automático; o Margaret E. Knight, que inventó la bolsa de papel. Pero es que, además, Hedy Lamarr ideó el primer sistema de comunicaciones inalámbricas, Ángela Ruiz Robles el primer e-book de la historia y Gertrude Elion desarrolló el primer tratamiento contra la leucemia.
Y es que, aunque el mundo de la invención parece estar escrito siempre en masculino, buceando en la historia de las patentes e inventos podemos encontrar algunos sorprendentes inventos que fueron ideados y creados por mujeres. Por muchísimas mujeres. Ingenieras, científicas, diseñadoras textiles, humanistas... Tantas y tan diferentes, a la par que injustamente olvidadas, que ahora Sandra Uve (Barcelona, 1972) las congrega para dar a conocer la tarea encomiable y el cambio significativo que supuso cada uno de sus proyectos.
Es así como nace Supermujeres, superinventoras (Lunwerg, 2023), un homenaje a ese centenar de científicas sin las cuales nuestro día a día sería distinto y, seguramente, un poquito peor. Porque muchas de ellas no son conocidas, pero sus ideas brillantes transformaron nuestras vidas. Mujeres de todos los tiempos que, a contracorriente, consiguieron no solo patentar un invento, sino también conquistar la libertad física e intelectual. "La intención es sacar a la luz todas esas vidas, carreras, obras y descubrimientos que nadie conoce", remarca a infoLibre la autora, a su vez escritora, ilustradora, divulgadora científica, guionista y dibujante de cómics.
Estamos, además, ante mujeres pioneras que para materializar sus ideas tuvieron que luchar por sus propios derechos. De esta manera, no solo llegaron a patentar legalmente sus propios inventos, sino que consiguieron algo más importante aún: su libertad intelectual y física. Sandra Uve recuerda, así, que la gran mayoría de las reunidas en estas páginas no tenían derechos políticos, con lo que no podían votar, y tampoco tenían derechos civiles, por ejemplo, para heredar. "No podían comprar ni vender nada. Y una patente es una cosa que tú patentas para luego vender, así que se saltaban la ley a su manera. Y eso me encanta. A todas ellas se las encendió esa bombillita que sale en el portada y, para llevarla a cabo, sin saberlo, tuvieron que luchar para conseguir sus derechos", explica Sandra Uve.
El trabajo de investigación ha sido intenso. Llegar a todas ellas no ha sido fácil, pues no se encuentra mucha información sobre su obra ni en internet ni en los libros. No hay que olvidar, además, que había leyes que prohibían a las mujeres registrar las patentes a su nombre, por lo que muchas están registradas a nombre de sus maridos. La mayoría de mujeres, hasta casi el primer cuarto del siglo XX no tenían derechos ante la ley y, en muy pocos casos, sus cónyuges fueron lo suficientemente generosos como para poner la patente a nombre de ellas.
"Las inventoras reúnen una serie de características , pues para poder desarrollar su conocimiento necesitaron luchar por su derecho social a una educación superior, y para patentar sus inventos necesitaban su derecho civil. Las mujeres no es que tuvieran prohibido patentar, es que no tenían el derecho civil para patentar. Pero como la ley era tan ambigua, se inventaban trucos para poner las patentes a su nombre como poner solo la inicial de su nombre de pila y luego su apellido. O incluso lo hacían con su nombre de soltera, porque así sí podían, pero no si estaban casadas", explica la autora, añadiendo: "Todas las mujeres de este libro al final consiguieron sus derechos esenciales y llegar hasta el final. Transitar ellas su propio camino sin que nadie les dijera por donde hacerlo, quitando ellas mismas las piedras para poder llegar hasta el final".
Supermujeres, superinventoras es un proyecto que viene de una investigación que Uve comenzó en el año 2015 para visualizar a mujeres históricas de todos los ámbitos, aunque principalmente científicas e inventoras. De esta manera recopiló unas 3.500 mujeres y comenzó un par de años después a montar exposiciones divulgativas por Barcelona, así como talleres, conferencias o charlas en las que da a conocer a todas estas grandes figuras en escuelas, institutos, centros divulgativos o bibliotecas. El siguiente paso era editar un libro, ahora ya disponible en librerías, en el que se cuenta la vida de estas mujeres acompañadas por retratos de acuarelas en colores "muy potentes y vistosos".
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"Quería llegar a todas las personas posibles que tuvieran la curiosidad de aprender, reeducarse en igualdad y, sobre todo, aprender la mitad de la historia que nunca nos explicaron en la escuela", remarca, poniéndose ella misma como ejemplo: "Yo crecí pensando que la historia solo tenía nombre de hombre. Alucinaba con Einstein, Edison, Tesla... un montón de señores, pero de ellas ni idea. De hecho, en mi generación, ni Marie Curie, que es la más famosa. Las patentes son de libre acceso, pero en el caso de las mujeres no es fácil llegar hasta ellas, ya que sus nombres están medio ocultos con iniciales, sus nombres de soltera y casos así".
Llegados a este punto, invita Sandra Uve a profesoras y profesores a comprar este libro y llevarlo a sus clases para ilustrar a sus alumnos. "Toda la información es rigurosa y veraz", afirma, para luego comentar que ella ha estado en escuelas donde han incorporado este libro a sus clases haciendo pequeños proyectos como por ejemplo leer cada día en voz alta a una de las inventoras, algo en lo que se tarda "dos o tres minutos" y da pie a después hablar un poco más sobre ella. "Así los niños las descubren y se pueden desarrollar proyectos educativos súper bonitos", asegura.
Se trata de poner el foco sobre ellas, en definitiva, pues aunque estas mujeres "empiezan a aparecer en los libros de texto años y años después", todavía no tienen la merecida presencia que sería necesaria. De esta forma, reconoce Uve que, aunque no haya sido a través del Ministerio de Educación, ha cumplido el sueño de que su proyecto llegara a las escuelas. "Al final ha llegado por una vía que es incluso mejor, la de la buena intención de nuestras maestras y maestros de colegios, institutos y universidades. Ellos han hecho que llegara el libro a las aulas y estoy súper orgullosa. Eso es el objetivo conseguido".