Ángel Martín: "Cuando te escuchas a ti mismo te enfrentas a descubrir que eres muy gilipollas"

El cómico y presentador Ángel Martín

El 4 de junio de 2017, Ángel Martín (Barcelona, 1977) ingresó en el ala de psiquiatría del Hospital Puerta de Hierro de Madrid. Después de una vida dedicada en buena parte a la comedia ante las cámaras y sobre los escenarios, esta bien podría haber sido la broma final, pero el humorista recibió el alta, se recuperó del brote psicótico y contó su experiencia en el libro superventas Por si las voces vuelven (Planeta, 2021). Su testimonio contribuyó a hacer visibles los trastornos mentales que sufre una parte importante de la sociedad y ayudó a insistir en la importancia de cuidar nuestra salud mental. Por eso ahora, dos años y medio millón de lectores después, publica Detrás del ruido (Planeta, 2023), en el que narra el proceso de reconstrucción personal que ha tenido que llevar a cabo desde que salió del psiquiátrico. "No trato de dictar sentencia, esto es sencillamente lo que yo hago para que no se vuelva a ir todo al carajo. Si algo te sirve, fenomenal. Si no te sirve, pues lo siento", remarca a infoLibre en esta entrevista.

- ¿Por qué otro libro? ¿Por qué una continuación?

Básicamente surgió de la pregunta que más veces me hicieron firmando libros y a la salida de actuaciones, que era 'oye, ¿cómo lo haces para que no se vuelva a ir todo a la mierda?' Al principio, eso lo interpretas como una pregunta y ya está, hasta que un día me detuve y me dije '¿y cómo lo estoy haciendo?' Yo sé que no se está yendo al carajo pero, ¿me he puesto a pensar detalladamente cómo lo hago? En ese ejercicio de repente pensé que, si me lo preguntan tanto, igual es que toda esta movida le sirve a alguien de algo. A lo mejor, ver cómo funciona el interior de mi coco después del brote le ayuda a alguien. Como ese ejercicio yo ya lo estaba haciendo, pues al menos que sea una especie de manual por si le sirve a alguien. 

- Es toda una responsabilidad. ¿La siente así?

La verdad es que no, afortunadamente. No trato de dictar sentencia, esto es sencillamente lo que yo hago para que no se vuelva a ir todo al carajo. Si algo te sirve, fenomenal. Si no te sirve, pues lo siento. Porque este no es el libro de 'esto es lo que hay que hacer para', sino el libro de lo que hago yo para mantenerme bien.

- Dice, por ejemplo, esto: "Si estás tratando de graduar tus emociones, apagar tus miedos o bajar el volumen de tus voces, quizá te sirva este consejo: Intenta colocarte detrás del ruido". ¿Eso cómo se hace?

Todos tenemos un ruido constante en la cabeza, tanto en el exterior como en el interior. Yo creo que todos tenemos todo el ruido que está fuera y luego todo el que se produce dentro, que no sabes muy bien si son cosas del pasado, cosas que todavía no se han cerrado, heridas que se están abriendo, otras heridas pendientes de cicatrizar. Hay tanto jaleo en el interior de la cabeza que yo creo que es importante aprender a distinguir cuáles son los que realmente tienen algún significado o cuales son los que están ahí de serie desde hace no sé cuanto y ya puedes apagar para centrarte en lo importante.

- ¿Ese es entonces el truco para, como bien remarca, evitar que todo se vuelva a ir al carajo?

A mí es una de las herramientas que me funciona. Tratar de distinguir qué cosas son ruido pretendiendo arrastrarte a lugares a los que no quieres ir y cuales son sonido útil que está intentando reenfocarte y que enfoques.

- La cuestión peliaguda es cómo llega uno a escuchar lo que hay detrás de todo eso. ¿Cómo llega? ¿Deteniéndose?

Muy probablemente, muy a grandes rasgos, dejando de actuar por inercia y sin pensar. Yo creo que hay un momento en la vida, no sé cuando, que empezamos a actuar por inercia sin plantearnos el por qué de las cosas. Damos por sentadas ciertas cosas, que hay que hacer o decir lo que sea, sin plantearte realmente si eso es lo que tú estás queriendo construir para ti en tu vida. Ese dejar de actuar por inercia y sin pensar obliga a un ejercicio de permanecer consciente todo el tiempo y analizar muy bien absolutamente todo, por duro que sea en algunos momentos, para no darte cuenta dentro de diez años de que lo que tienes que hacer es analizar muchas más cosas.

- Repite mucho la palabra 'calma'.

Es que la calma ayuda a poner orden. Es muy difícil ordenar las cosas si no frenas en seco de vez en cuando para ver dónde estás.

- Pero vamos por la vida diciendo que 'tenemos mil cosas que hacer', que es algo que también comenta en este libro. Nadie tiene mil cosas que hacer, pero así vivimos, repitiendo eso sin parar cada día. ¿Es quizás la velocidad del mundo la que nos lleva a determinadas situaciones?

No lo sé, eh. Estoy cada vez bajándome un poco más del discurso ese de que el mundo es el que te impone esa velocidad. No. Eres tú. Hay mucha gente que no está en esa velocidad y no se ha subido a eso, así que de repente el mundo no te arrastra a esa velocidad. Si fuera el mundo, estaríamos todos ahí subidos y hay gente que no lo está. Echar la culpa al mundo es una bonita forma de decir 'no tengo tiempo yo ahora para ponerme a pensar en cómo me gustaría que estén las cosas'. Pero también es verdad que si no te pones a pensar en cómo te gustaría que estén las cosas es más difícil que sepas cuándo decidir qué hacer y qué decisiones tomar por chungas que puedan ser. 

- ¿El principal problema es que no nos conocemos honestamente? ¿En su caso eso ha cambiado?

Yo estoy en ello, jeje. Estoy constantemente en ese ejercicio. Pero creo que muy pocas veces nos paramos a plantearnos si estamos donde queremos estar o no. Simplemente damos por sentado que estamos donde tenemos que estar y ya está, que las cosas tienen que ser así y punto, por lo que cualquier otra alternativa no es viable.

- ¿Tiene tres o cuatro consejos que pueda lanzar y que igual son los que va a repetir durante las entrevistas promocionales?

Yo creo que cada uno tiene que encontrar su propia herramienta. Yo sé cosas que me funcionan a mí. Por ejemplo, no tomo ninguna decisión sin saber muy bien por qué la estoy tomando. Eso no significa que no me vaya a equivocar, yo sigo fallando y equivocándome, arrepintiéndome de muchas cosas, pero al menos sé por qué. Sé qué es lo que ha fallado, porque al saber por qué estabas tomando la decisión sabes si te equivocaste de motivo, de momento o lo que sea. Yo suelo ya tomar todas las decisiones sabiendo muy bien por qué las tomo, y eso lleva un anexo que es tener calma. Voy mucho más calmado con las cosas y realmente me planteo por qué estoy haciendo las cosas.

- ¿Las grandes cosas y también las pequeñas cosas?

Claro. A niveles muy pequeños. Yo no sé si tú estás tomando ese refresco que estás tomando porque te apetece realmente o por no pensar un segundo si preferías otra cosa. Yo creo que hay mucha gente que de repente llega a un sitio y hace eso sin pensar, cosa que yo sí hago, desde esas cosas tan pequeñas hasta las cosas más salvajes que te puedas imaginar. A más importante, más freno al momento de decidir.

Todo lo que no apetece es lo que más retrasamos. Y si lo que no apetece es lo que más retrasamos, es probable que eso sea lo más urgente, sin ninguna duda, por absurdo que pueda parecer. Esa es la primera cosita que deberías hacer

Ángel Martín

- Eso se relaciona con lo que plantea de que no podemos cambiar de golpe para ser súper buenos, pero sí podemos cada día ser un poquito mejores que el anterior, aunque sea fregando los platos justo después de comer.

Poco a poco. Muchas veces la gente cree que tratar de reconducir cosas implica hacer los cambios más grandes y más drásticos de golpe, que obviamente se puede así, lo que pasa es que lo que vas a tener que gestionar es de una dimensión más grande que si empiezas por cosas pequeñas. Y el problema es que como mucha gente cree que lo que tiene que hacer es el cambio grande, no hace el pequeño. En mi cabeza, sin embargo, es 'voy a hacer el pequeño y ya veremos cuándo llega el momento del grande'. Pero vamos, que cuando me cargue todos los pequeños no va a quedar más remedio que ponerme con el grande, jeje.

- ¿Se empieza a remontar tomando decisiones que no apetecen?

Sí. Es que todo lo que no apetece es lo que más retrasamos. Y si lo que no apetece es lo que más retrasamos, es probable que eso sea lo más urgente, sin ninguna duda, por absurdo que pueda parecer. Esa es la primera cosita que deberías hacer.

- No hay una receta para estar bien, pero es importante incidir en la idea de que es importante saber lo que te pasa, pero más todavía lo que lo provoca.

Eso es así, al menos en mi caso. Saber lo que te pasa ayuda, pero si no sabes el motivo no vas a poder resolverlo. Estás con ansiedad, vale, ¿pero por qué? Pues no lo sé. Se me ha ido la pelota, pero no sé por qué. Pues o encuentras el porqué o la probabilidad de que se te vuelva a ir la pelota o se acentúe lo que te está pasando es grande.

- Todo esto son cosas que en ocasiones no comprende del todo bien la gente que está alrededor de quien tiene el problema de salud mental o del tipo que sea. De hecho, ¿son ellos otro problema para esa persona?

Creo que a veces la gente que acompaña, probablemente no sabe qué hacer. Pero, al mismo tiempo, muchas veces hablamos de ellos como si fueran seres independientes que vienen de otro planeta y no saben lo que significa estar mal, cuando eso no es así, porque la gente que acompaña seguramente también tiene sus mierdas. Por eso, muchas veces creo que sería más sencillo pensar qué te ayudaría a ti si estuvieras en una situación así y comportarte de esa forma. Porque la gente que acompaña igual tiene ansiedad o está yendo al psicólogo por sus movidas, por lo que trata de ponerte un momento en el lugar del otro y, si a ti te agobiaría que te estuvieran metiendo presión, no metas presión, no hagas eso. Aunque es algo que a veces cuesta.

- Eso nos lleva a la gente que desaparece de nuestras vidas cuando pasamos por un episodio como el suyo. ¿Ha aprendido algo sobre esto?

Bueno, eso dice mucho del tipo de relación que tienes con una persona. Es de sentido común que si te está haciendo la vida imposible y arrastrando al fondo tienes que marcharte de ahí y no quedarte, obviamente. Si la gestión de algo te está arrastrando al fondo tienes que alejarte, por lo que tienes que coger distancia y ya se verá si se puede resolver. Un episodio como el mío permite comprobar el nivel de relación que tenías con determinadas personas. A lo mejor pensabas que teníais un diez de amistad pero la otra persona tenía un dos y en el momento que ha habido que echar un cable o remar ha dicho 'uf, qué pereza, que te follen, me voy'. Pues que te follen, porque para quedar a tomar cervezas siempre voy a encontrar a gente.

Estamos en un momento en el que parece que todo el mundo necesita dar su opinión sobre cualquier cosa aunque no haya pensado nunca en ella. De repente, todo el mundo sabe de todo, es experto en todo, sabe la verdad de las cosas

Ángel Martín

- También dice algo que puede sorprender, que es que cada vez habla menos. Algo derivado, a su vez, de que cada vez todos escuchamos menos.

Así es. Estamos en un momento en el que parece que todo el mundo necesita dar su opinión sobre cualquier cosa aunque no haya pensado nunca en ella. De repente, todo el mundo sabe de todo, es experto en todo, sabe la verdad de las cosas, cómo hay que reaccionar y comportarse. A eso hay que añadirle que muy poca gente escucha y más bien se toma las conversaciones como ataques a su pensamiento, en lugar de como reflexiones de diferentes puntos de vista. Hace falta estar predispuesto a escuchar y yo creo que últimamente eso está desapareciendo cada vez más, y que la gente te dice lo suyo como una sentencia y no escucha los porqués del otro. Por eso, cada vez hablo menos.

- "Si no sabes cómo animar a alguien, no digas nada", dice otra sentencia en el libro. Por eso apuesta por el silencio tranquilo estando en compañía, que es algo súper reparador.

Sobre todo, es que llenar silencios con frases hechas también lo puede hacer el que está mal. Tiene sentido que hables si tienes una respuesta cuando la otra persona te pregunta '¿por qué dices eso?' Pero si yo te digo a ti 'no te preocupes, que en dos días estás bien' y lo he dicho por decir, te voy a joder más en lugar de ayudar. Entre eso y un silencio prefiero un silencio.

- Valoramos poco el silencio.

Nos agobia. Yo creo que la gente interpreta el silencio como mala vibra entre las dos personas, cuando resulta que es muy difícil responder a ciertas cosas de forma inmediata. Tienes que pensar en la pregunta, hacer una balance, pensar en la contestación... y no pasa nada. Hay otras conversaciones de cafetería más rápidas, pero hay otros momentos en los que yo creo que el silencio es imprescindible para tratar de ordenar pensamientos, lo que quieres decir y asegurarte de que la otra persona lo entienda.

- Ha dicho antes que hay cosas que son de sentido común y que no hacemos. ¿Al final todo se reduce a aplicar el sentido común en nuestro día a día?

Es muy probable que todo se reduzca a eso, pero claro, para eso tienes que apagar unos cuantos egos y hacer un ejercicio bastante grandote. Pero el sentido común suele funcionar bastante bien, jeje.

- Pero no le hacemos caso.

Es que a veces va a la contra de cómo somos nosotros mismos. Tener que escuchar implica muchas cosas. A veces no queremos escuchar porque de repente te puedes encontrar con que la otra persona te dice algo en lo que tiene razón y tienes que cambiar toda tu escala de pensamiento. Un ejemplo superficial: si de repente te ponen un café, le hablas mal al camarero y te dicen que eres un gilipollas que siempre hablas mal a los camareros, tienes que empezar a justificarte con que llevas un día de mierda o lo que sea. Lo que pasa ahí es que tú sabes que le has hablado mal, que lo has pagado con él aunque no tiene la culpa de que tu día sea una mierda, pero claro, eso te obliga a reconocer que eres un gilipollas maleducado y tienes que actuar en base a eso o no. Es más fácil no escucharte y no reconocer ciertas cosas, pero el sentido común sería pedirle disculpas y reconocer que acabas de volcar sobre el camarero un montón de mierda que no va con él. Pero, claro, trágate el ego ahí.

- Y así volvemos a la gran cuestión: nos escuchamos poco a nosotros mismos.

Nos escuchamos muy poco a nosotros mismos. Muy poquito. 

- ¿Qué tal ha sido para Ángel Martín empezar a escucharse más a sí mismo? ¿Está bien o no ha molado tanto?

Bien, bien. Cuando te escuchas a ti mismo te enfrentas a descubrir que eres muy gilipollas, que habías sido muy gilipollas en muchas ocasiones, que había muchas cosas en tu vida de actuar sin pensar, por inercia, que no sabes muy bien por qué las hacías, pero las hacías sin valorar pros y contras. Entonces, de repente tienes que empezar a construir de forma mucho más consciente y tienes que enfrentarte a tu pasado diciendo 'fui idiota aquí'. Pero oye, cuando reconoces que eras idiota ya empiezas a entenderlo y ya está, no pasa nada. Vale, no prestaba atención a las cosas, eso tuvo sus consecuencias y listo.

- ¿Y si empezamos a prestarnos más atención, somos menos idiotas?

Por lo menos te sentirás menos idiota. Habrá quien piense que eres idiota igual, pero tú te sentirás menos idiota y podrás explicar por qué haces las cosas.

Te tienes que rodear de gente que no juzgue. Si tienes la sensación de que en tu entorno hay alguien que cuando dices algo te mira regular, ya sabes que ese no es guay que esté contigo ni cerca de ti

Ángel Martín

- ¿Ha cambiado mucho la gente de su alrededor en estos seis años desde que sufrió el brote?

Mi entorno es el mismo que estaba cuando salí del hospital. Los que tuvieron que desaparecer, desaparecieron, y los que se quedaron, se han quedado hasta el día de hoy. La gente que se ha quedado conmigo no ha cambiado absolutamente su comportamiento conmigo y ha intentado que yo estuviera lo mejor posible cuanto antes. No ha sido un proceso en estos seis años donde haya habido limpia, eso sucedió con el brote. Ha sido una criba que se ha encargado de hacer la propia naturaleza. En mi entorno no hay nadie con vergüenzas y apuros, hablamos todos de lo que hay que hablar sin juzgar nadie a nadie. Cero.

- Es muy deseable esto último.

Y cualquiera puede hacerlo, es muy fácil, te tienes que rodear de gente que no juzgue. Si tienes la sensación de que en tu entorno hay alguien que cuando dices algo te mira regular, ya sabes que ese no es guay que esté contigo ni cerca de ti.

- Ha tratado con mucha gente en firmas de libros, después de tus actuaciones... no sé si le paran por la calle para preguntarle cosas.

No, no. Para preguntar cosas no. Cuando te paran es para darte las gracias por lo que sea, decirte que se rieron con algo o darte las gracias por el libro. Por la calle no te paran para eso. En las firmas quizás alguien aprovecha para contarte una movida por la que está pasando, pero no es tanto pedir consejo como una especie de, yo creo, que se crea un vínculo entre gente que ha pasado por ciertas cosas y sabe que puede contarte algo porque no la vas a juzgar.

- Ya sé que me va a decir que no es un experto en salud mental, pero desde su posición, no sé si nos ve a todos mejor respecto a este asunto de un tiempo a esta parte. Que lo hablamos más, que no da tanto miedo...

No sé cómo es fuera de mi círculo, de cualquiera que se cruce conmigo, donde mencionar ciertas cosas es súper natural. Imagino que no hay un gran avance cuando me lo estás preguntando. Si me lo estás preguntando, quiere decir que desde fuera la sensación es que a la gente todavía le cuesta mencionar si está pasando por ciertos procesos. Desde donde estoy yo, en las firmas no cuesta hablar, porque todos han pasado por movidas o conocen a gente que las han pasado. Pero el problema no está en que la gente no sea capaz de verbalizar que le está pasando algo chungo, el problema está en que la gente no sea capaz de escuchar que a alguien le está pasando algo chungo. Si tú tuvieras la sensación de que al mencionarlo nadie te va a juzgar, no tendrías ningún apuro, así que el problema no es de quien lo está sufriendo, sino de quien no sabe escuchar.

- ¿Qué te gustaría que sintiera el lector cuando cierre la tapa después de haber leído Detrás del ruido?

'Me sirve'. Que cierre y diga 'me ha servido, vale, he encontrado dos líneas que me rentan'. Con eso me doy más que por satisfecho, de largo.

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