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El fin del otoño literario: de Angelina Gatell a Ida Vitale

El pasado día 2 de octubre, el Instituto Cervantes recogió en la Caja de las Letras el legado de la poeta Angelina Gatell, y por la tarde se celebró un acto público, en el salón de actos, donde se presentó el libro Sobre mis propios pasos, primer volumen de la poesía completa de la escritora. Ha sido la editorial Bartleby, timoneada por Pepo Paz Saz y cuya colección dirige Manuel Rico, quien ha puesto en marcha tan magna obra, para recoger toda su poesía escrita entre 1955 y 2018.

En la mesa redonda estuvieron presentes su hijo Eduardo Sánchez Gatell, la poeta Marta López Vilar y el escritor y crítico literario Manuel Rico. El acto fue presentado por el director del Instituto Cervantes Luis García Montero, quien hizo una semblanza de la poeta, que también fue actriz y especialista en doblaje. En el coloquio se proyectó un vídeo en el que se podía ver y oír a la escritora hablando en un homenaje que se le hizo en Vallecas, Calle del libro. Francamente emocionante, por su entereza, su capacidad para no callarse, por seguir denunciando siendo ya mayor. Me emocionaron también las palabras de Marta López Vilar, autora también del prólogo, al relatar cómo tardó en conocerla, (lo mismo que yo), y lo que supone esta anulación de mujeres de gran calidad literaria que nunca han aparecido en los libros de texto, que han sido negadas no solo en su obra sino como referentes para otras generaciones.

Bartlelby lleva tiempo publicando los diferentes poemarios de la escritora, que ahora nos presenta reunidos. Este primer volumen comprende Poemas del soldado (Premio Valencia de poesía 1954); Las claudicaciones (1969), Los espacios vacíos (2001), Noticias del tiempo (2004), La oscura voz del cisne (2015) y La Veu perduda (2017), escrito en catalán y en el libro en edición bilingüe.

Angelina Gatell (Barcelona 1926-Madrid 2017) fue una mujer comprometida y luchadora que trabajó activamente en la defensa de diversas causas tanto políticas como sociales y culturales. Abiertamente antifranquista, perteneció a una familia que, como ella misma definía, fue pobre y combativa. Su familia se trasladó a Valencia en 1941, y ella colaboró con el Socorro Rojo Internacional con 17 años. Siguió estudiando el Bachillerato pero tuvo que dejar los estudios al quedar inválido su padre debido a un ictus.

 En 1954 gana el premio Valencia de poesía con Poemas del soldado y en 1958 se establece definitivamente en Madrid. Estuvo más de 30 años sin publicar poesía hasta que volvió a hacerlo de la mano de Manuel Rico y la editorial Bartleby. Mujer silenciada durante el franquismo por sus posiciones políticas, esta editorial lleva años encargándose de publicar su obra y darla a conocer.  Esperemos que con estos volúmenes su poesía ocupe el lugar que le corresponde.

En estos momentos en que la masacre sobre el pueblo palestino me tiene entre perpleja e indignada, quiero recomendar en especial la lectura de los Poemas del soldado, su primer libro, aquí recopilado, un canto contra las guerras, contra todo tipo de guerra, no solo las que Angelina Gatell vivió. Recordemos que la guerra en España estalló cuando ella era una niña y que posteriormente vivió la segunda guerra mundial. Un gran sentimiento pacifista la llevó a escribir un poemario que surgió de una noticia leída en un periódico: la de un soldado de la segunda guerra mundial que escribió una carta a los padres de un soldado enemigo al que mató en un cuerpo a cuerpo, una carta en la que pedía perdón por haberles arrebatado a su hijo y donde mostraba su extrañeza e incomprensión hacia el porqué de las guerras y los que nos obligan a ellas. De ese libro extraigo unos versos:

He visto allí la guerra agazapada

en todos los rincones:

En los pechos

frustrados de las madres que cambiaron

labios pequeños por pájaros oscuros

que picotean dentro

abriendo sombras, sombras y más sombras.

La guerra como un eco,

golpeando

un sosiego imposible;

como un fantasma transitando

las calles,

entrando en los portales,

entreabriendo las puertas de los coches,

parada en los escaparates…

Y según leo, me vienen a la cabeza las escenas de Gaza, las nuevas Pietá, madres abrazadas a sus hijos, mirando al cielo con el grito congelado en la boca, los edificios destruidos en la cárcel más grande del mundo, la sinrazón, el atropello, el genocidio. De nuevo.

También en este mes de octubre recibíamos la visita de la poeta uruguaya Ida Vitale, a punto de cumplir 100 años y con un apellido que hace gala de la vitalidad, lucidez y sentido del humor de esta mujer. La ilustre Premio Cervantes venía a presentar un libro, esta vez de prosa, cuentos cortos, que ha publicado la editorial Lumen: Donde vuela el camaleón. Este libro, inédito en España, fue publicado en los años 90 en su país. No pude ir a verla a la Residencia de Estudiantes, y sí lo hice en la librería Alberti, donde nos deleitó con varias joyas de su pensamiento, entre otras nos aclaró que ella es mejor lectora de novela que de poesía e insistió en que la novela está más en las bases de la cultura, que nada le parecía más fascinante que la novela. Aclaró que hacía poesía porque le parecía más fácil y le hubiera gustado estar dotada para escribir novela. No me lo invento. Grabé su intervención.

Nos explicó que lo que menos escribe es prosa. Eligió la poesía en un rato de inconsciencia; entre la prosa y la poesía, a ella le salía la poesía, lo cual no quiere decir que no tenga un respeto infinito por la prosa y afirmó que todas las cosas serias se expresan en prosa, incluyendo los códigos de Derecho, un mundo riguroso e importante: escribir un código que sirva para algo da mucho más trabajo que escribir un poema. La prosa tiene argumento, un corazón analítico, algo que la poesía no tiene. Curioso escuchar estas palabras en una de las poetas más valoradas en lengua castellana.

La Asociación de Mujeres Escritoras e Ilustradoras, AMEIS, realizó una antología en este año como homenaje a la autora, antología que le fue entregada en la Residencia de Estudiantes por su editora y socia de la Asociación, Sonia Aldama. Hay foto para el recuerdo.

Siguiendo las palabras de Ida Vitale, he alternado en este otoño con diferentes libros en prosa: el tercer tomo de los Diarios de Chirbes, que abarca desde los momentos previos a la publicación de Crematorio, novela sobre la que tuvo muchas dudas e insatisfacciones, hasta el final de sus días. También he leído, esta vez al leer a su vez la reseña de Alfons Cervera en este periódico, La mala costumbre, de Alana S. Portero, que me ha gustado mucho, no solo por su temática sino por dónde y cómo sitúa el ambiente: San Blas, barrio obrero, años 80, la heroína en los barrios, los ángeles caídos. Y ella en medio de eso, intentando encontrar su identidad sexual. Alana S. Portero tiene la sutileza de elidir, de mostrar y no abusar, de dar alternativas, de salir adelante. Al menos es mi opinión. Es el debut literario de Alana S. Portero, y yo he encontrado mucha poesía, mucha literatura entre sus páginas para un tema tan duro que podía habérsele ido de las manos. Pero ella ha sabido dosificarlo todo con maestría.

Otro de los libros que me han parecido muy interesantes en este otoño es el de Eugenio del Río, Jóvenes antifranquistas (1965-1975). Eugenio del Río fue el secretario general (así se decía entonces) del Movimiento Comunista, una de las organizaciones denominadas maoístas en los últimos años del franquismo. Abarca una década e intenta explicar cómo una serie de jóvenes de formación religiosa acabaron abrazando propuestas de la izquierda radical, incluyendo la lucha armada. Analizarlo con la perspectiva que da los años y desde un punto de vista autocrítico, con aciertos y errores, sirve para entender también lo que ocurrió en una generación. El libro, con mucha documentación, ha tenido bastante eco, está ya en su segunda edición.

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En este otoño, también, se ha vuelto a fallar el premio Nobel de Literatura, que ha recaído en el escritor Jon Fosse. Desde aquí quiero dar la enhorabuena a la editorial De Conatus, empeñada en buscar, bucear, traducir y editar libros y autores muy selectos, entre ellos éste. Me gustaría que el autor no cambiara de editorial y se mantuviera en España fiel a quien ha apostado por él, pero quizá sea soñar demasiado. Y no tenemos los tiempos para utopías, sino para todo lo contrario. 

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Carmen Peire es escritora. Su último libro es 'Cuestión de Tiempo' (Menoscuarto).

El pasado día 2 de octubre, el Instituto Cervantes recogió en la Caja de las Letras el legado de la poeta Angelina Gatell, y por la tarde se celebró un acto público, en el salón de actos, donde se presentó el libro Sobre mis propios pasos, primer volumen de la poesía completa de la escritora. Ha sido la editorial Bartleby, timoneada por Pepo Paz Saz y cuya colección dirige Manuel Rico, quien ha puesto en marcha tan magna obra, para recoger toda su poesía escrita entre 1955 y 2018.

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