Miles de personas llenan las calles por una vivienda digna: “Sostenemos el sistema y no tenemos casa”

Varias personas durante una manifestación por la vivienda, desde Atocha.

Al grito de “barrio a barrio, bloque a bloque” arrancaba la manifestación que este sábado ha reclamado que la vivienda se convierta en un derecho social a precios asequibles. Hablar de vivienda en España es mencionar uno de los principales problemas de los ciudadanos. En 2024 el precio de compra aumentó un 7,5% y los alquileres del pasado mes de marzo fueron un 10,3% más caros que en el mismo mes del año pasado. Las dificultadas para encontrar casa, para pagarla o para tratar de vivir de alquiler sin tener que cambiar continuamente de piso han acaparado las protestas que en esta ocasión convocaba el Sindicato de Inquilinas.

La crisis de la vivienda no da tregua y los ciudadanos han salido de nuevo a la calle en más de 40 ciudades para pedir una solución. “Somos los que trabajamos, los que sostenemos el sistema y no tenemos casa”, dice Esperanza Riquelme, del sindicato de inquilinas de Carabanchel. Riquelme camina por el Paseo del Prado, como miles de madrileños que han dedicado la mañana a hacer visible y sonora su reivindicación. “Hay que acabar con este negocio y si no lo hacen los políticos lo haremos nosotros”, concluye.

La manifestación ha sido convocada en esta ocasión por el Sindicato de Inquilinas de Madrid y por varios colectivos que se han agrupado bajo el nombre “Movimiento por la vivienda”. También participan la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH), la Federación Regional de Asociaciones Vecinales de Madrid (Fravm), Amnistía Internacional o los sindicatos CC OO y UGT, entre otros. A la una del mediodía, la participación estimada –según el propio sindicato–, era de unas 150.000 personas, que avanzaban desde el Paseo del Prado hacia Plaza de España. La delegación del Gobierno ha calculado en 15.000 el número de manifestantes.

En uno de los flancos del Jardín Botánico, Elena C, de 25 años, avanza junto con cinco compañeros. Cuenta que lleva siete años viviendo en la capital y ha vivido en tres pisos diferentes. “Empecé pagando 300 euros, luego 400 y ahora 800”. Su historia es la de la gran mayoría de jóvenes españoles. De hecho, un 87% de los menores de 30 años que se emanciparon tuvo que hacerlo compartiendo piso con otras personas, según el Consejo de la Juventud de España (CJE). Esther ha pedido ayudas al alquiler que nunca llegaron y está aquí hoy porque cree que falta contundencia en las propuestas políticas. “Esto solo son parches y el dinero siempre termina en manos de los mismos”, señala.

Las consignas se han dirigido contra la especulación, pero también contra el Ejecutivo y los políticos. “Gobierno progresista, cómplice de los rentistas” o “gobierne quien gobierne la vivienda se defiende” son los lemas que se escuchaban para pedir una ley de vivienda más contundente que detenga la espiral de precios. Otros lemas que se han repetido reclamaban la puesta en el mercado de las viviendas de la Sareb o un control más estricto de la vivienda turística. A la altura del Museo del Prado, Leo (22 años) explica que vive con sus padres en el barrio de Prosperidad, “pero es un alquiler y cada vez nos vamos a tener que ir yendo más lejos para poder pagar”, explica. Estudia Derecho y ha acudido junto con tres amigos a la manifestación. Aunque no pertenecen a ninguna de las plataformas organizadoras, señala que es “importante” estar presente. “Lo hemos seguido por redes y decidimos venir”, zanja.

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En la cabecera de la manifestación, la portavoz del sindicato, Valeria Racu, resumía las peticiones de la jornada en tres puntos: contratos indefinidos, huelgas de alquileres cuando se den precios abusivos y represalias para los caseros que incumplan la ley. “Decretamos los alquileres indefinidos, se acabó marcharnos de nuestras casas, barrios y ciudades cada cinco o 7 años. Basta de desahucios invisibles”, señaló. También pedían al medio millón de hogares cuyos contratos vencen este año, según sus datos, que se resistan a mudarse. En la misma línea se pronunciaban los representantes del Sindicato de Carabanchel, que pedían “el fin del negocio de la vivienda”.

A la altura del Banco de España los llaveros se agitaban en el aire. Mientras un joven trepa a una farola para poner una pegatina que reza “un desahucio, una ocupación”,  otra joven se coloca un cartel en el moño que pone “piSOS” y un padre sube a hombros a una niña de unos seis años que se había cansado de caminar. A su lado, dos mujeres que cruzan la calle comentan: “Aquí hay un popurrí tremendo de gente”. Y es que la vivienda es desde hace tiempo un problema transversal que en la jornada de hoy hace avanzar en la misma dirección a jóvenes, jubilados o familias.

La manifestación concluyó en Plaza de España, donde los convocantes han ido pasando por un escenario para reiterar sus peticiones. Entre ellas, que se recuperen viviendas vacías, turísticas y en alquiler de temporada; que se restrinja la compra de casas si no es para vivir, que se bajen los alquileres un 50% o que se prohíban las organizaciones de desocupación. “Es increíble que aunque tengas trabajo no puedas pagarte una casa”, explica Elsa Márquez, que escucha los alegatos finales desde una esquina en Gran Vía. Ha seguido todo el recorrido de la protesta y cree que tendrá que haber muchas más “para que cambie algo de verdad”.

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