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Petrópolis
La tolerancia no era vista, como hoy, con malos ojos, como una debilidad y una flaqueza, sino que era ponderada como una virtud ética.
Stefan Zweig, El mundo de ayer
En esta habitación de hotel no soy un hombre,
ni soy un hombre más, ni un único hombre,
ni mucho más que un hombre a punto de morir.
El espejo del baño me muestra un hombre muerto,
que ya sabe que ha muerto,
que planeó la liturgia de las horas contadas
y las pocas palabras que aún podrá escribir.
No serán más que éstas:
Yo transcribí del sol
al lenguaje más vivo de todos los idiomas
y crucé el continente en la calima
del fuego incandescente, su griterío en domingo,
la música de orquesta resonando
al volver de la tarde por el campo de Viena.
Yo acaricié en silencio la voz de Cicerón
y salvé su cabeza de los pies del senado,
y vi resucitar a Händel en Irlanda
con robustez titánica al Mesías,
y pude leer a tientas, en esa oscuridad
mecida para un canto benévolo y tardío
la Elegía de Marienbad de Goethe.
Era el mundo de ayer, ése era el mundo
que pudo ver nacer La Marsellesa
tras tres horas geniales de una vida invisible,
en la estela fulgente del viejo Dostoievski
vivo como un león tras vencer al cadalso,
suave como el viento en la tumba de Tolstói.
La flor del balneario, las noches espectrales
de una mansión nodriza con todos mis amigos,
pabellón de reposo del palacio de invierno.
Ahora estoy aquí solo, en esta habitación
y no tengo ni rumbo, ni unas señas,
ni tampoco una carta de alguien que me espere.
Los campos de exterminio no son ningún secreto,
ni la estrella amarilla cosida a la chaqueta
ni el expolio terrible de la casa de todos.
Ya no me queda tierra, ni barrio, ni ciudad.
No soy un hombre joven, y en esta habitación
morir al menos es un acto de conciencia.
He desaparecido. Ya no tengo ni nombre
y mis libros se queman, son el carbón del cielo.
No tengo identidad. No tengo rostro
ni nadie que me diga que soy Stefan Zweig
y que una vez amé la ceniza de Europa.
De Poemas para ser leídos en un centro comercial
*Joaquín Pérez Azaústre es poeta. Su último libro, Poemas para ser leídos en un centro comercial (Fundación José Manuel Lara, 2017). Joaquín Pérez AzaústrePoemas para ser leídos en un centro comercial