"No estáis solos", dice una voluntaria de la Plataformas de Afectados por la Hipoteca (PAH) en una asamblea en Barcelona. Las caras de los presentes, graves hasta entonces, se aligeran. Algunas incluso sonríen. La escena se repite en Sevilla. "Estamos a muerte con vosotras", dice un activista a las 36 familias de la Corrala Utopía, que okuparon un edificio de Ibercaja para ejercer su "derecho a la vivienda" en 2012. Se oyen aplausos. De nuevo Cataluña: "Vamos a ver qué están haciendo los jóvenes y a ver si podemos ayudarles", dice Rosario Cunillera, iaioflauta. Unos vecinos piden a gritos el cierre de un CIE a la salida del centro. Desde dentro, responden las voces de los internados. El mismo grito que invoca con estas escenas el documental No estamos solos, dirigido por Pere Joan Ventura y producido por El Gran Wyoming y Pere Portabella, que se estrena el viernes (fuera de concurso) en la Sección Oficial del Festival de San Sebastián.
"Hay una gran cantidad de gente que está haciendo cosas, pero que no sabe que existe el de al lado", explica el presentador de El Intermedio y colaborador de infoLibre. El pasado noviembre presentó el libro del mismo nombre, una colección de entrevistas a personajes más o menos anónimos que, de alguna forma, estaban siendo actores de la revuelta. "Sobre el título original de No estamos solos (Planeta) articulamos distintos movimientos de gente que está haciendo cosas para los demás, gente que no depende de gobiernos, de instituciones", continúa. Gente como David Alegre, director de la Solfónica, la orquesta que ameniza gran parte de las manifestaciones madrileñas desde 2011; Begoña Piñero, parte de Les Comadres que llevaron el Tren de la Libertad hasta el Congreso para parar la reforma de la ley del aborto; o Martín Sagrero, el fabricante de las pancartas que se lucen en las concentraciones de la capital; el historiador Josep Fontana o el actor y dramaturgo Juan Diego Botto.
"Queríamos mostrar que los diferentes movimientos no eran un grupo determinado que tiene un problema, sino una protesta generalizada", explica el director. Para hacer esta fotografía de los movimientos sociales estuvieron rodando durante más de un año (todo 2014 y parte de 2015) distintos conflictos que se producían en el país, desde los despidos de Panrico o Coca-Cola hasta el movimiento por la conservación del barrio del Cabanyal en Valencia o las Marchas de la Dignidad, que reunieron el 22 de marzo de 2014 en Madrid a miles de personas provenientes de todas las autonomías. Wyoming y Ventura —que han realizado otras dos películas juntos— decidieron publicar el libro de entrevistas del primero, y sufragar con las ganancias el rodaje del documental. El equipo de entre seis y ocho personas que ha realizado el grueso del trabajo pudo así tener un sueldo "de supervivencia", igual para todos.
Como referencia para crear esta "visión global" de las protestas, ambos hacen referencia al trabajo de Itziar González —arquitecta y exconcejala que hizo el "juramento hipocrático" de que "no haría nunca más una obra nueva"— en el Institut Cartogràfic de la Revolta (Instituto Cartográfico de la Revuelta) como inspiración. Allí, cinco cartógrafos situaban en el mapa de Cataluña los movimientos y conflictos activos. "Así, los trabajadores de Panrico ven que no están solos", dice González en la cinta.
Ver másEl Gran Wyoming: “Quiero dar visibilidad a gente que no la tiene y ha encontrado soluciones”
Lo explican, de otra forma, en el colectivo sevillano Flo6x8, que se dedica a invadir oficinas bancarias (e incluso el Parlamento andaluz) con performances a ritmo de rumba reivindicativa. "En La doctrina del shock, Naomi Klein demuestra que creando miedo entre la población, esta llega a incorporar cierta indefensión que permite actuar al neoliberalismo con completa impunidad. Nosotros creemos en la doctrina del choco, que es lo contrario: crear ilusión, alegría y ver que puedes ocupar el espacio de poder y reírte de él", cuentan. Sus bailes desafiantes en la sede del banco Santander han sido reproducidos cientos de miles de veces en Youtube desde 2011 (aunque ahora han sido retirados por la propia plataforma).
En la PAH comparten esa idea: "Nos dimos cuenta que antes de enfrentarnos a los bancos teníamos que enfrentarnos a nosotros mismos. Antes que organizar acciones, teníamos que crear un espacio colectivo donde hacer comunidad y renonbrar la realidad para explicar lo que nos estaba pasando". Es Ada Colau la que habla, meses antes de ser elegida alcaldesa de Barcelona. "Eso ha sido una de las cosas más importantes que han ocurrido", opina Wyoming, "Hace un año, si alguien le hubiera dicho a esa mujer que iba a ser alcaldesa de Barcelona, nadie se lo habría creído. Eso es consecuencia de que la gente se ha dado cuenta de que las cosas se podían cambiar". La paralización de la privatización de la sanidad madrileña, causada en gran medida por la marea blanca, forma también parte de la lista de triunfos. O el Tren de la Libertad, que nació en una comida de dos movimientos feministas asturianos y acabó llenando 16 trenes y decenas de autobuses para pedir la retirada del proyecto de ley del aborto de Gallardón.
"No es un final feliz, pero sí optimista. La gente se mueve más, y la pena es que no seamos conscientes de nuestra propia fuerza. Siempre nos hacen caminar por el camino del individualismo, cuando es en el colectivismo donde está el verdadero poder", sentencia el director. El productor, músico y presentador señala un cambio "más importante de lo que parece" en la política: "La amenaza de los nuevos partidos y movimientos ha hecho incluso que el resto de partidos se pongan las pilas. Llevan en sus programas cosas que no llevaban: revisión de la reforma laboral, paralización de la privatización sanitaria...¡incluso el PP dice que va a hacer primarias!". Pero, aseguran, queda mucho. Primero, que la lucha se conozca: "Que la película sirva, que sea un amplificador de la gente que normalmente no tiene voz", en palabras de Ventura. Pero también la lucha en sí. Entre las más de 200 horas de rodaje que han quedado fuera del metraje final, hay un seguimiento exhaustivo del conflicto de Coca-Cola, aún en curso. Wyoming apunta a que de ahí podría salir otro documental.
"No estáis solos", dice una voluntaria de la Plataformas de Afectados por la Hipoteca (PAH) en una asamblea en Barcelona. Las caras de los presentes, graves hasta entonces, se aligeran. Algunas incluso sonríen. La escena se repite en Sevilla. "Estamos a muerte con vosotras", dice un activista a las 36 familias de la Corrala Utopía, que okuparon un edificio de Ibercaja para ejercer su "derecho a la vivienda" en 2012. Se oyen aplausos. De nuevo Cataluña: "Vamos a ver qué están haciendo los jóvenes y a ver si podemos ayudarles", dice Rosario Cunillera, iaioflauta. Unos vecinos piden a gritos el cierre de un CIE a la salida del centro. Desde dentro, responden las voces de los internados. El mismo grito que invoca con estas escenas el documental No estamos solos, dirigido por Pere Joan Ventura y producido por El Gran Wyoming y Pere Portabella, que se estrena el viernes (fuera de concurso) en la Sección Oficial del Festival de San Sebastián.