Los reyes cambian, los reinos permanecen. Es la idea que reside tras El reino, la película dirigida por Rodrigo Sorogoyen que ha ocupado buena parte de la conversación en el último Festival de Cine de San Sebastián. Y va para rato, porque su estreno el pasado viernes —y el pase previo en Madrid poblado por políticos y periodistas— sigue alimentando el debate. Está claro que lo que hay tras El reino es... el reino. Este reino. La monarquía parlamentaria asolada por la corrupción que el espectador conoce tan bien como los hacedores del filme. Pero los guionistas, Isabel Peña y el propio Sorogoyen, y el actor Antonio de la Torre, protagonista y parte del proyecto desde el inicio, han querido hacerlo aún más evidente plantando referencias a casos reales aquí y allá y entrevistándose con periodistas, políticos, juristas y empresarios.
"Todo el equipo se ha documentado una barbaridad, han pasado por mucha gente, desde Álvaro Pérez [El Bigotes] a jueces". Y lo dice una de las consultadas, la periodista Ana Pastor, que figura entre la nómina de asesores de Sorogoyen y Peña en la escritura del guion. Aunque la directora de El Objetivo protesta: "Lo de asesora parece como muy importante". Tampoco De la Torre sabe cómo nombrarlos: "Colaboradores, asesores, amigos...". Cada uno lo suyo, porque además de Pastor, a quien conoce desde hace años, o Antonio García Ferreras, están Cristina Cifuentes, Eduardo Madina, Alfredo Pérez Rubalcaba... y también empresarios como David Marjaliza, uno de los pilares de la trama Púnica, o Álvaro Pérez El BigotesEl Bigotes, uno de los rostros más reconocibles de la Gürtel.
Ha sido en gran medida gracias a la "insistencia" de Antonio de la Torre, según la llama Ana Pastor. La cabezonería le viene, explica él, de su vida anterior como periodista. "Él mismo ha tejido esa red espectacular", insiste Pastor. Él se explica: "Yo me tomo los trabajos como actor, y más si son de películas tan pegadas a la realidad, casi como una investigación periodística". Así que Pastor y Ferreras sirvieron, no solo como consejeros, sino como lazos: a través de ellos y de alguna visita al juzgado el intérprete consiguió que el "gran arrepentido", Marjaliza, y quien intercambiaba te quieros con Francisco Camps, Pérez, le concedieran una reunión. Era importante para el proyecto: Manuel López-Vidal, su personaje, es un político corrupto al que el partido decide dejar caer.
"Fue Ferreras quien me puso en contacto con Marjaliza", cuenta De la Torre, "y lo de El Bigotes… Aunque no le quiero llamar El Bigotes, mejor Álvaro Pérez. Fuimos a un juicio. Y el momento en que le vimos tenía mucha necesidad de contar su relato, de que le escucharan. La Gürtel es muy larga y empecé a hablar con unos y otros, y Álvaro Pérez me dio su teléfono. Su abogado estaba muy receloso, pero le expliqué que no tenía un afán policial, ni siquiera periodístico, aunque tenga curiosidad, sino que quería acercarme a él para saber cómo piensa, para entenderlo". El intérprete tiene que insistir en que la corrupción le parece "terrorífica" y en que no la justifica antes de hablar de su experiencia con estos asesores. "La primera noticia que tienes de ellos es una imagen muy potente, o para muchos incluso insultante. Pero [Álvaro Pérez] se sentía un chivo expiatorio. Y Marjaliza nos dijo, que es algo que creo que él ha dicho al juez, que quiere ver crecer a sus hijos y que él no pensaba que hubiera hecho nada malo, que las cosas se hacían así y ya está".
¿A qué partido pertenece este vicesecretario autonómico dispuesto a dal el salto a la primera fila? La respuesta no es explícita. El reino no da nombres de organizaciones ni habla de su orientación política. Pero sucede en una ciudad costera sembrada de naranjos que difícilmente podría no ser Valencia y algún detalle aquí y allá remite al partido conservador. La película reproduce con asombroso parecido el vídeo grabado por Álvaro Pérez en el yate de Francisco Correa, donde aparecen también Alejandro Agag, Ana Aznar (hija del expresidente), y Alberto López Viejo, entonces concejal del PP en Madrid. El papel de Antonio de la Torre, en la escena, se corresponde con este último. Las anotaciones sobre las cuentas del partido que cobran importancia en otra sección de la película recuerdan a los papeles de Bárcenas. Hay incluso una vaga referencia al comisario Villarejo: uno de los personajes, un letrado que se excede con mucho en sus funciones, comparte su característico estilismo de barba, gafas y gorra calada. Pero hay vida más allá del PP, y otro personaje describe en una escena uno de los métodos usados por los Pujol para llevar dinero a Andorra: el helicóptero.
Hay al menos otro elemento, en el extremo opuesto, que conectará al espectador con el mundo real. Bárbara Lennie da vida a una periodista de televisión con fama de rigurosa y cortante que dirige y presenta un programa de entrevistas nocturno. Un momento, ¿eso es el plató de El ObjetivoEl Objetivo? Pues sí, y Ana Pastor quedó a comer en una ocasión con la actriz. Si esta aseguraba en una entrevista que "no quería hacer una imitación" y que buscaba en ella vías de trabajo más sutiles como "cómo se desenvuelve en su trabajo, cómo piensa, si pide vino en la comida o no...", lo cierto es que el parecido es más que razonable. "No creo que ella se inspire tanto en mí como en lo que hacemos los periodistas", dice Pastor quitándose importancia y alabando el trabajo de la actriz. Atresmedia, el grupo tras su programa y el de Ferreras, coproduce también El reino.
Ver más'Campeones', 'Carmen y Lola', 'Entre dos aguas' y 'El Reino', finalistas a los Premios Forqué
¿Y del lado de la política? Madina, que les abrió la puerta al PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, que les dio indicaciones prolijas, un político cuyo nombre no puede revelar De la Torre —y que le dijo: "Yo no sé por qué dicen que me he corrompido"—, Cristina Cifuentes... "De Cifuentes tengo la sensación que se portó mejor con el Partido Popular que muchos dirigentes del partido Popular con ella", lanza el actor. "Porque en seguida dijo: ‘Yo esto lo veo un poco exagerado, esa reunión en el partido… Yo lo veo demasiado’. Había en ella un afán de intentar disipar lo que tuviera aroma a casos del corrupción del PP". En algún momento salió la idea del fontanero, una figura en el partido que hace de chapuzas, arreglando entuertos aquí y allá de forma no siempre limpia. Esto se incorporó al guion. En la parte de la judicatura, un juez cuyo nombre tampoco dice pero que es "conocido" y "ha tratado casos de estos".
"Con todo, hemos metido gambas que a mí me joden en el alma", dice con rabia Antonio de la Torre. Andrea Levy, vicesecretaria de Estudios y Programas del PP, les afeó tras el preestreno que los políticos no van en el asiento de atrás, sino junto al chófer. Un bufete de abogados les comentó por Twitter que, en una escena de un registro domiciliario, alguien debería haber informado al interesado de que podía contar con la presencia de su abogado. Para el intérprete no son minucias, sino algo parecido a que le pidan una rectificación en un reportaje. Aunque El reino es ficción. O casi.
Los reyes cambian, los reinos permanecen. Es la idea que reside tras El reino, la película dirigida por Rodrigo Sorogoyen que ha ocupado buena parte de la conversación en el último Festival de Cine de San Sebastián. Y va para rato, porque su estreno el pasado viernes —y el pase previo en Madrid poblado por políticos y periodistas— sigue alimentando el debate. Está claro que lo que hay tras El reino es... el reino. Este reino. La monarquía parlamentaria asolada por la corrupción que el espectador conoce tan bien como los hacedores del filme. Pero los guionistas, Isabel Peña y el propio Sorogoyen, y el actor Antonio de la Torre, protagonista y parte del proyecto desde el inicio, han querido hacerlo aún más evidente plantando referencias a casos reales aquí y allá y entrevistándose con periodistas, políticos, juristas y empresarios.