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¿Todos los gallegos son narcos? Cara y cruz del éxito de 'Clanes' y 'Fariña'

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Ana G. Liste (Praza.gal)

Santiago —

Más allá del periodismo, es la ficción audiovisual la que está situando en el debate público las historias derivadas del narcotráfico en Galicia. "Creo que es bueno no barrer toda la basura debajo de la alfombra, tenemos que abrir las ventanas y sacar todo eso de ahí. Y contarlo, sobre todo, contarlo. Se puede contar de muchas maneras, convirtiendo todo eso en lenguaje popular, en algo que te identifique, es verdad que no es nada positivo, pero es lo que es. Creo que contar cosas reales es algo que nos atrae a todos como espectadores”, afirma el actor Xosé A. Touriñán.

"Llevamos toda la vida viendo películas de Hollywood con las mafias italianas o irlandesas, y nosotros podemos hacer ficción sobre un tema que pasa aquí, cuando parecía que era un tabú , que no se podía sacar por ningún lado y estaba escondido... Bueno prefiero mil veces que se hable, que se cuente y que genere historias porque es real. Está pasando”, añade Touriñán, que participa en dos series clave para entender la forma actual de denunciar el narcotráfico desde Galicia: Fariña y Clanes.

La semana pasada, una operación antidroga conjunta entre la Policía Nacional y el Servicio de Vigilancia Aduanera se saldó con nueve detenciones en A Illa de Arousa, Carballo, Carnota, Cee, Coristanco y Fisterra, de las que cuatro permanecen en prisión provisional, comunicada y sin fianza, y cinco fueron puestos en libertad con la obligación de comparecer cada quince días ante el tribunal y una vez se les retiró el pasaporte. Todos están siendo investigados por delitos contra la salud pública por presunta participación en el tráfico de drogas, a gran y pequeña escala, con sustancias como cocaína y hachís.

“El papel del contrabandista y, más concretamente, del narcotraficante, ha sido una constante en el paradigma de representación de los gallegos –y uso aquí el masculino de forma consciente, porque en la mayoría de los casos son roles interpretados por hombres– en el ámbito audiovisual en general, tanto en largometrajes como en series, y tanto en producciones gallegas como con capital y equipamiento mayoritariamente extranjero", explica Silvia Roca Baamonde, periodista e investigadora colaboradora del Grupo de Estudios Audiovisuales de la Universidade de Santiago de Compostela.

Series como Clanes (2024), Operación Marea Negra (2022), Fariña (2018) y Vivir sin permiso (2018), o la película Quien a hierro mata (2019), son ejemplos recientes de la narrativa audiovisual sobre el narcotráfico en Galicia. Sin duda, fue la ficción Fariña, de Bambú Producciones y basada en el libro homónimo del periodista Nacho Carretero, la que marcó un antes y un después tanto en audiencia como en repercusión social. La serie mantuvo cuotas de audiencia en torno al 40% en Galicia durante su emisión en Antena 3 y luego se convirtió en un fenómeno internacional desde la plataforma Netflix. Pero no sólo eso, sino que se convirtió en motivo de debate en el Parlamento gallego.

Silvia Roca Baamonde recuerda que, anteriormente, se habían dado casos de éxito en series de TVG como Matalobos (2009-2013), o en películas como Todo es silencio (2012), Heroína (2005) e incluso Airbag (1997), "sin olvidar Continental" (1989), película que formó parte de CineGalicia, aquel evento con el que el cine gallego, a punto de entrar en los noventa, reclamó un espacio propio.

No siempre son historias reales, hay casos de pura ficción y otros, quizá mayoritarios, mezclan ambas en distintas dosis. "Acertamos con ejemplos que al menos abordan las consecuencias sociales del narcotráfico y aquellos que derivan casi exclusivamente en la romantización de las drogas, pero creo que muchos de ellos sí utilizan como contexto, y a veces como argumento, un retrato del pueblo gallego marcado por un estatus socioeconómico y un nivel educativo medio-bajo, con pocas posibilidades de superación y una notoria desafección política", argumenta el investigador, autora de la tesis La representación del pueblo gallego a través de la creación de personajes de ficción en largometrajes.

Como detalla Roca Baamonde, esta caracterización era ya una constante en el cine realizado en Galicia en los años noventa y "entronca con un paradigma de representación del pueblo gallego que ya se había establecido a través de la literatura y otros medios y que incide en cuestiones ligadas a cuestiones económicas y al subdesarrollo cultural, al ruralismo y la servidumbre, al inmovilismo y la indiferencia política, a los caciques y al contrabando”.

Clanes se mantuvo durante once semanas entre las series más vistas de Netflix en España, un logro solo al alcance de grandes proyectos internacionales o series que estrenan sus capítulos semanalmente, algo que no ocurrió con la producción de Vaca Films y Netflix, que produjo sus siete episodios disponibles para el público a la vez. Esta ficción está inspirada, entre otras historias, en la relación entre la abogada Tania Varela y David Pérez Lago, hijo del narco Laureano Oubiña y Esther Lago.

El actor Tamar Novas, que también interpreta el papel de un narcotraficante en Fariña y Clanes, define esta última como una historia "sobre la venganza, la búsqueda de identidades y familias, enmarcada en un ecosistema con relaciones mafiosas en el que la droga está presente porque son la materia prima de la que mucha gente se beneficia". 

"Creo que lo más universal no es tanto el narcotráfico, sino este sistema en el que estamos que hace que donde se mueve el dinero pasan muchas cosas atractivas para observar desde el punto de vista social. Historias que al final tienen que ver con la vida y la muerte, con la venganza, con el poder... De hecho, creo que Clanes habla más de eso, pero el estigma del narcotráfico va a estar ahí mientras siga sucediendo (y no sólo en Galicia). Lo que sería bueno sería tener ojos para analizar cómo afecta a Galicia si eso sucede, más allá de cómo es cada historia concreta”, razona Novas. "Nos encanta ver a los malos", dijo Carlos Blanco en la primera parte de Somos Criminais, porque nos interesa más la historia de Sito Miñanco que la de San Juan de la Cruz, y ese no es un problema nuestro, en en todo caso será de la sociedad en general”, apunta Xosé A. Touriñán.

"Es que parecemos todo narcos" es la crítica más repetida en las redes sociales tras el éxito internacional de estas dos series. Touriñán sostiene que es síntoma de la buena salud de la industria audiovisual gallego que se cuenten estas historias, incluso las más oscuras y truculentas: "Si alguien se siente identificado con el narcotráfico... yo no porque tengo claro que no lo soy. También veo As bestas y no creo que por venir un tío a vivir a mi pueblo lo vayamos a matar. O Rapa, la gente no mata más en Ferrol o Cedeira. Vivimos en un lugar cerca del mar y la droga viene de Colombia, estamos bien ubicados. En Huesca es quizás más difícil rodar algo sobre narcos. Creo que está bien que la gente se enfade porque parece que todos somos así; vale, entonces veamos si somos capaces de dejar de serlo. Salgamos a la calle para conseguir que todos los que hacen negocio con ello dejen de hacerlo. Contar esto desde el audiovisual es una manera de denunciarlo también. Hacemos entretenimiento y ficción y entiendo que la gente se enfade y es normal que nos sintamos mal porque no todos somos narcos".

El presidente de la Academia del Audiovisual de Galicia, Álvaro Pérez Becerra, observa con preocupación esas críticas genéricas que sitúan el narcotráfico en el centro del relato audiovisual gallego y se pregunta: "¿Cómo queremos contar Galicia? ¿Queremos contar Galicia como una postal? ¿Como un lugar verde, bonito, con mar y montaña, donde todo es maravilloso? Bueno, como mucho tenemos que contar Galicia también a través de historias como las que suceden en Rapa, donde hay mucha infraestructura militar y cómo es realmente la ciudad de Ferrol, o como en Cuñados, con la vida en O Ribeiro, en Ourense. Yo sería más partidario de pensar en cómo es el país real y cómo lo movemos, para centrarnos en que sólo queremos vender la Galicia idílica. No sé, el país es mucho más complejo que esa postal a la que tantas veces nos referimos”.

"Si participé en una quincena de producciones en Galicia, entre películas y series, las dos que realmente tienen que ver con el narcotráfico son Clanes y Fariña. Entonces, en mi experiencia personal, el porcentaje de historias sobre narcotráfico no me parece excesivo. Entiendo las críticas, pero las historias sobre narcotráfico claramente funcionan. Entiendo que a alguien le pueda molestar que la imagen de nuestro país –aunque no sea culpa nuestra– esté ligada a estos temas y que estas historias parezcan ser las que más salgan, pero no sé si esa críticas tiene mucho recorrido porque hay muchas otras historias que se cuentan sobre nuestro país", afirma Tamar Novas, para añadir: "Si existe este problema, cuanto más lo contemos, mejor".

“Para mí fue muy enriquecedor hacer Fariña, como actriz siempre investigas lo que vas a interpretar y, en este caso, hablé con mucha gente sobre el tema. Creo que para mi generación esta historia no era conocida y fue muy interesante porque realmente estaba muy silenciada. Es importante situarlo y contarlo para entender también cómo funciona nuestra sociedad. Fariña es ficción, cierto, pero lo que cuenta sigue pasando. ¿Qué pasa con nuestra sociedad? La ficción tiene mucho poder de reflexión y creo que el espectador cada vez la valora más”, afirma Cris Iglesias.

Para la actriz coruñesa es fundamental que esta historia se conozca más allá de nuestras fronteras, pero también la forma de trabajar de las actrices y actores gallegos. "Veo que todos enfatizan la verdad con la que intentamos trabajar, al final somos personas conectadas con la tierra y con la realidad de estas historias. En Fariña éramos un equipo artístico gallego de diferentes generaciones y nos unimos mucho para sacar adelante el proyecto. Recuerdo con mucho cariño esa unión, éramos muy conscientes de que por primera vez contábamos esta historia al mundo y sentíamos mucha responsabilidad”, subraya.

Tamar Novas también señala que con series como Fariña o Clanes –de la que ya se habla de una segunda temporada o El desorden que dejas–también de Vaca Films con el apoyo de Netflix– "mucha gente se dio cuenta de que Galicia es un país increíble, es un set de rodaje y ojalá pueda seguir siéndolo, que se respete la naturaleza. En los rodajes se está poniendo mucho esfuerzo en que sean respetuosos con el medio ambiente y que no pase con otros grandes negocios, como en ocasiones el turismo, que acaban acabando con la normalidad y el día a día de las personas".

"Acabo de rodar Rondallas con Daniel Sánchez Arévalo en Galicia, que no tiene nada que ver con el narcotráfico, y con un equipo técnico gallego de altísimo nivel. Aquí llevamos muchos años trabajando profesionales de alto nivel, gracias a que tenemos muy buen trabajo en el campo audiovisual. Eso es bueno para todos, también para las plataformas. Y creo que es por las producciones que antes estaban vinculadas a Televisión de Galicia, de las que se formaron muchos profesionales que ahora están trabajando dentro y fuera del país. Sería bueno que eso no dejara de pasar y que las productoras gallegas tuvieran esa oportunidad en TVG. En mi experiencia, es maravilloso poder rodar en casa", celebra el actor compostelano, dos veces ganador del Mestre Mateo al mejor protagonista masculino. 

Álvaro Pérez Becerra señala que las historias que funcionan las proponen productores y creadores gallegos, que las llevan a las plataformas. "Somos nosotros los que somos conscientes del potencial que tienen las historias y somos capaces de venderlas, y si gracias a eso podemos vender muchas más cosas, pues genial, porque eso también fomentará más rodajes, más industria y que todo el sector está subiendo", subraya.

Fariña marcó "un antes y un después" para demostrar que es importante el lugar desde donde se cuentan las historias, pero sobre todo para demostrar el valor de las diferentes formas de expresión. A pesar de que ninguna de las dos series está rodada en gallego, se incorpora la forma de hablar español de aquí, mezclando expresiones propias y variantes dialectales, así como el sentido del humor y la ironía.

"Estudié en la Escola Superior de Arte Dramática de Galicia, pero pasaba en todos lados: te decían que cuando trabajabas aquí no había ningún problema, pero que cuando trabajabas en español tenías que tener acento neutro. Era la exigencia de la televisión, el estilo interpretativo, más allá de las cuestiones políticas. Sin embargo, Fariña significó un toque de atención muy grande en este sentido. La industria se dio cuenta de que si a los personajes se les permitía mantener su esencia y su acento, entendiendo el Estado español tal como es, plurilingüe y multicultural, no todos los personajes podrían hablar como los madrileños", explica Cris Iglesias, que ya ha experimentado que posteriormente trabaja una mayor flexibilidad en esta materia.

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El productor y presidente de la Academia dice que el sector audiovisual está en un buen momento, pero que hay que consolidarlo. "Da la sensación de que, con una pequeña crisis, todo puede temblar", afirma. Por otro lado, celebra que haya muchos creadores sacando sus productos, y también de dos vertientes: "Las historias del cine más independiente ganan premios y las del cine 'más comercial' triunfan en las plataformas y tienen un enorme audiencia. Que pasen ambas cosas es una buena señal porque significa que somos capaces de trabajar para toda la gama de géneros y formatos que se pueden hacer ".

“Lo que queda ahora –añade Pérez Becerra– es que seamos capaces de valorarlo todo en su conjunto, que creamos que todas las producciones tienen valor, ganan un premio en el Festival de San Sebastián o triunfan en Netflix, porque ambas cosas son necesarias para que el sector siga creciendo".

Aún quedan muchas historias por contar sobre el mundo del narcotráfico en Galicia. Las generaciones devastadas por las drogas, sus consecuencias y la connivencia con los poderes fácticos son dos enfoques posibles. En cualquier caso, la realidad sigue superando a la ficción en esta materia.

Más allá del periodismo, es la ficción audiovisual la que está situando en el debate público las historias derivadas del narcotráfico en Galicia. "Creo que es bueno no barrer toda la basura debajo de la alfombra, tenemos que abrir las ventanas y sacar todo eso de ahí. Y contarlo, sobre todo, contarlo. Se puede contar de muchas maneras, convirtiendo todo eso en lenguaje popular, en algo que te identifique, es verdad que no es nada positivo, pero es lo que es. Creo que contar cosas reales es algo que nos atrae a todos como espectadores”, afirma el actor Xosé A. Touriñán.

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