Literatura
Los tesoros del archivo García Lorca
Las primeras anotaciones de Poeta en Nueva York. Las cartas y telegramas enviados por Federico García Lorca a su familia —"Queridos padres, sigo muy bien como siempre y trabajando mucho…"—, y las respuestas de estos a Madrid, a Nueva York, a Uruguay. El contrato firmado por el poeta y Victoria Ocampo para la publicación de Romancero gitano en la argentina Editorial Sur. Una tarjeta de visita de Pablo Neruda. Estos son algunas de las joyas de guardan los archivos de la Fundación Federico García Lorca, a buen recaudo en la madrileña Residencia de Estudiantes desde 1986. Podrían llegar por fin a Granada en 2017, después de más de una década de negociaciones y desencuentros. Y, paradójicamente, el tira y afloja sobre su situación parece haber orillado por completo la relevancia de su contenido.
El investigador que acude hoy a la Residencia de estudiantes puede consultar en ella manuscritos y documentos mecanografiados de toda la producción del poeta hasta su muerte, más de mil cartas enviadas por o a García Lorca, 280 primeras ediciones de su obra, decenas de revistas de época y más de 400 libros de su biblioteca. Recortes de prensa que atestiguan la recepción de su obra. Alrededor de 900 fotografías realizadas en vida del poeta. Partituras y dibujos, contratos y entradas a espectáculos. Todo eso podría llegar al Centro García Lorca en Granada, construido expresamente para la conservación, estudio y divulgación de este archivo, en los próximos seis meses. Así lo aseguraba Laura García-Lorca, sobrina del poeta y presidenta de la Fundación, tras el anuncio de que esta y las administraciones desbloqueaban las negociaciones sobre los fondos que parecían estancadas hasta el pasado viernes.
La posibilidad de construir un Centro García Lorca empezó a discutirse formalmente en 2002 entre el Ministerio de Cultura, la Junta de Andalucía, el Ayuntamiento de Granada y la Fundación. La difícil comunicación entre las partes y la crisis económica dilató su inauguración hasta 2015. Pero habría que superar el penúltimo escollo: el descubrimiento de supuestas irregularidades en la gestión de los fondos públicos para la construcción del edificio que dejaban 3,8 millones de euros sin justificar, 12 millones de euros de deuda y una querella de Laura García-Lorca contra Juan Tomás Martín, exsecretario de la Fundación, que acabó reconociendo un año después haberse quedado con el dinero. Las relaciones entre los distintos organismos implicados —y dirigidos por partidos políticos enfrentados— se agriaron todavía más. Lorca —y sus estudiosos— seguían esperando. Ahora, el Ministerio y la Junta hablan de "ambiente buena disposición y diálogo".
"Desde el punto de vista filológico, es esencial la conservación de los documentos reales", explica Andrés Soria Olmedo, catedrático de la Universidad de Granada, lorquista y habitual de la Residencia de estudiantes a lo largo de sus investigaciones sobre la vida y la obra del poeta. "Ayer mismo", dice, "estuve mirando un papel fechado en 1925 y que yo creo que es de 1921". ¿Una nimiedad? Depende: en 1921, Lorca era un recién llegado a Madrid, con sus ingenuidades y sus descubrimientos por hacer; cuatro años más tarde, estaba totalmente hecho a la vida de la capital. "Dios se esconde en el detalle", dice. En el detalle se han escondido también las claves de las últimas investigaciones sobre el poeta. ¿Cuál era su afiliación política más allá de las mentiras vertidas sobre él por el régimen franquista? ¿Cómo de influyente fue su homosexualidad en su obra? ¿A qué autores leyó, cuándo y cómo? A todo eso ha respondido el archivo.
Los fondos de la Fundación son, además, inusualmente amplios, sobre todo teniendo en cuenta el trágico final del poeta. Tras la caída definitiva de Madrid, la familia García Lorca parte al exilio en Nueva York a bordo del Marqués de Comillas. La gran biblioteca, una rareza para cualquier ciudad de provincias de la época —y provista, además, de un buen número de primeras ediciones— va a parar a un guardamuebles junto con otros enseres. Parte de los documentos quedan también en Huerta de San Vicente y Huerta del Tamarit, las residencias familiares. Laura García Lorca cuenta con emoción la hazaña de su tía materna, Rita María Troyano, que se quedó en España al finalizar la guerra: "Ella tuvo el valor de pasar por las casas de los amigos viendo qué era lo más valioso y tratando de recuperarlo para la memoria familiar. Al hacerlo, claro, corría un riesgo muy grande".
Cuando la familia comienza a regresar a España, a partir de 1951, descubre que parte de la biblioteca se ha echado a perder por la humedad y que las casas han sido objeto de varios robos. Pero reconocieron en seguida la necesidad de conservar esos papeles que podían conllevar más de un disgusto. "Todos eran muy conscientes, empezando por mis abuelos, de la importancia de la obra de este hijo y de la trascendencia de su trabajo", asegura Laura García-Lorca. "El hecho de que a Lorca lo mataran y de que su familia tuviera que partir al exilio", explica Soria, "crea una zona de fragilidad, pero también de atención. Al darse esta circunstancia, se trató de localizar e inmovilizar esos papeles de inmediato". Los documentos de un autor ajusticiado por el régimen se cargan de valor, incluso —o más aún— bajo ese propio régimen. La conservación del archivo fue un ejercicio de memoria y dignidad de la familia, particularmente de Isabel García Lorca, hermana del poeta y primera presidenta de la Fundación, creada en 1982. Desde ese momento, el cuidado y documentación del fondo se convierte en el centro de la vida tanto de ella como de Manuel Fernández-Montesinos, sobrino del escritor e hijo del alcalde socialista José Fernández-Montesinos, también asesinado por los fascistas.
En 1992, y después de una década de clasificación y estudio, se inicia uno de los grandes proyectos del archivo: la publicación de un catálogo completo de los fondos que hoy ocupa ocho volúmenes. Realizados por el lorquista belga Christian de Paepe, la publicación recoge y estudia cada documento: sus dimensiones, su soporte —en el caso de los manuscritos, cuartillas sueltas, numeradas o no, escritas a lápiz o tinta negra—, su fecha estimada, su estado de conservación... Desde su digitalización en 2008, cualquier investigador puede consultar en la red en cuántos documentos se hace mención a, por ejemplo, Bodas de sangre, o cuántos están relacionados con ella en fecha o en contenido.
Un Lorca a la vuelta de la esquina
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"Sacarlo a la luz ha sido una labor lenta y callada que ha requerido muchas horas de minuciosa dedicación", escribía Isabel García Lorca en la introducción del primer volumen. El último, referido al contenido de la biblioteca, se editó en 2009, siete años después de su muerte. En abril de 2016, la Comunidad de Madrid comenzó los trámites para declararlos fondosBien de Interés Cultural por su "valor excepcional". Aunque ya estaban censados como parte del patrimonio documental desde 2000, alcanzaban así el mismo nivel de protección que las casas del poeta. "Fue rara la manera de hacerlo", dice Laura García Lorca, "porque se insinuó, o se dijo directamente, que se hacía para impedir que vendiéramos parte del fondo, cuando llevamos toda la vida protegiéndolo. Pero aun así nos alegramos de que se declarara como lo que es".
En Granada, si las partes cumplen lo prometido, estarán las tarjetas de los homenajes al escritor, las cartas intercambiadas con Margarita Xirgu o Álvarez Cienfuegos. Ahí está la correspondencia que acredita el contacto del poeta con el hispanista Ezio Levi d'Ancona para la difusión de su obra en Italia. O las tarjetas y notas que atestiguan su encuentro con el mexicano Xavier Villaurrutia. O la única carta de su último amante, Rafael Rodríguez Rapún. Muchos documentos que ya han hablado de manos de lorquistas como el británico Andrew Anderson o el estadounidense Christopher Maurer. Y otros tantos aún mudos, que esperan a quien les haga hablar. Cuando el archivo se desplace a Granada podrán hacerlo, además, por dos vías: en los originales, o en las copias exactas que quedarán en la Residencia de estudiantes. "El curso de la historia va variando el punto de interés sobre un autor. Pasó con la homosexualidad de Lorca, durante mucho tiempo ignorada y hoy un nuevo punto de vista sobre su obra. El archivo nunca es arqueología, porque mantiene vivos a sus autores", explica Soria.