Una reciente viñeta del dibujante El Roto exclamaba: “El próximo diluvio será de datos”. Esta imagen les sirve a Susana Díaz y a Jorge Lozano, los dos profesores que han coordinado Vigilados. Wikileaks o las nuevas fronteras de la información (Biblioteca Nueva), para ilustrar el enfoque de su libro, un ensayo heterodoxo y que nada a contracorriente de ese pensamiento único que sólo glosa las grandes virtudes de la sobresaturación de información en la era digital. Algunos intelectuales calificaron la irrupción de los cables de Wikileaks, en el año 2010, como “paraíso para los historiadores” o “una nueva era del periodismo”. Apenas cuatro años después de aquella lluvia de correos diplomáticos, políticos y económicos, que eran secretos, el tiempo ha venido a demostrar que una sobresaturación de información no genera ni más cultura democrática ni unos ciudadanos más libres y críticos. Así lo sostienen Díaz y Lozano y una docena de expertos internacionales en teoría de la información que escriben en el libro.
“¿Qué hacer con los 250.000 documentos de Wikileaks? ¿Cómo divulgarlos? ¿Cómo analizarlos? ¿En qué contexto?”. Son interrogantes que se plantea Jorge Lozano, catedrático de Teoría de la Información en la Universidad Complutense de Madrid y una autoridad en estos temas. “Hay que dejar bien claro”, añade el experto, “que a más información, menos información; a más documentos, menos posibilidad de acceso; y a más aparente transparencia, más opacidad. Parece una paradoja, pero no lo es porque los filtros, las mediaciones y los obstáculos determinan cómo llega la información a los lectores”.
Su colega Susana Díaz, profesora de Comunicación Audiovisual en la Universidad Carlos III, tercia en el debate y explica: “¿Qué significa en realidad tener acceso a una información? Aquí parece que funciona aquello de te doy la información y los ciudadanos debemos pensar que ya se ha terminado el problema, que ya la poseo. Pero se olvida que la gente no dispone de las herramientas para filtrarlo, para analizarlo, para estudiarlo… Tengamos en cuenta, además, que esta difusión de información se produce en un sistema capitalista que no educa en absoluto a los ciudadanos en el análisis del relato”.
En línea con el enfoque crítico y desmitificador de Vigilados, los autores desmontan lo que ellos califican de falacia en el sentido de confundir la posibilidad de acceso con la práctica imposibilidad de comprobar la veracidad de los datos. Por lo demás, los expertos subrayan que el colectivo dirigido por Julian Assange decidió dar a conocer su bomba informativa a través de cinco grandes grupos periodísticos, el español El País entre ellos, y a renglón seguido definen esta actitud como “paradójica y contradictoria”. El activista y periodista australiano se encuentra refugiado, desde hace dos años, en la embajada de Ecuador en Londres para evitar una extradición a Suecia donde está acusado de presuntos delitos sexuales. “¿Por qué esas cinco plataformas y no otras? ¿Por qué sólo cinco y no dos docenas?” Los autores hacen hincapié en los intereses financieros y políticos a los que servían esos medios y que, por tanto, están mediatizados a la hora de la divulgación de los cables de Wikileaks y de la revelación de según qué secretos.
“Mucho nos tememos”, se señala en el libro, “que la euforia del fenómeno surgía de la creencia en el valor revolucionario per se de los documentos puestos en circulación y en la suposición de que Internet significaba la desaparición de los filtros mediáticos y políticos”. Sobre esos filtros inciden, una y otra vez, en este ensayo aparecido recientemente.
Así pues, una encrucijada digital se ha abierto en los últimos años de tal modo que se plantea una pugna, a juicio del periodista Edwy Plenel, entre “un nuevo espacio público para una democracia reencontrada y reinventada y la emergencia de un mundo orwelliano sospechosamente indistinto y vigilado permanentemente”. Estas dudas del director de Mediapart –medio digital francés accionista de infoLibre–, reflejadas en el libro, sirven a Jorge Lozano para apostillar con humor que “las fronteras entre lo público y lo privado han desaparecido con Internet y la necesaria seguridad incluye ahora la pérdida total de la intimidad. No hay más que pasar por la T-4 del aeropuerto de Barajas para comprobar que los viajeros son despojados de sus zapatos, de sus prótesis o de sus objetos más personales”.
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Para los autores de Vigilados, hemos llegado a un punto en que el control a través de Internet ya está personalizado y permite conocer nuestros gustos y aficiones más íntimos. Los expertos arremeten también contra lugares comunes como el periodismo de investigación o el llamado periodismo de datos. “¿Qué investigación realizaron los medios que divulgaron los cables de Internet cuando los correos les vinieron dados?”, señalan, al tiempo que se muestran muy escépticos con el llamado periodismo de datos. “Los datos no pueden tomarse en abstracto, no existen los datos desnudos porque siempre hay que ver qué tipo de datos, cómo se han focalizado, en qué contexto se utilizan…”
El catedrático Jorge Lozano pone un ejemplo muy gráfico de la confusión que existe entre transparencia, filtraciones y operaciones de acceso a una información. “Cuando Hillary Clinton, entonces secretaria de Estado de EE UU, llamó terroristas a Assange y a su equipo de Wikileaks no era tanto por la revelación de secretos como por haber accedido a lugares sagrados de la Administración norteamericana. En definitiva, se concede más importancia al acceso que al contenido de los secretos. Por otra parte, en el caso de los cables de Wikileaks no se ofrecían grandes revelaciones, más allá del cotilleo o de las opiniones personales de espías o diplomáticos”.
Los artículos de este libro colectivo trazan, como hilo conductor, el mapa de un trampantojo, de una ilusión óptica, donde los ciudadanos ignoran quienes se esconden detrás de la tramoya. “El objeto nunca es previo a la mirada, sino que la mirada construye el objeto”, es una sentencia que Susana Díaz no se cansa de repetir a sus alumnos universitarios porque en esta afirmación radica toda una explicación del mundo. La que intenta mostrar Vigilados.
Una reciente viñeta del dibujante El Roto exclamaba: “El próximo diluvio será de datos”. Esta imagen les sirve a Susana Díaz y a Jorge Lozano, los dos profesores que han coordinado Vigilados. Wikileaks o las nuevas fronteras de la información (Biblioteca Nueva), para ilustrar el enfoque de su libro, un ensayo heterodoxo y que nada a contracorriente de ese pensamiento único que sólo glosa las grandes virtudes de la sobresaturación de información en la era digital. Algunos intelectuales calificaron la irrupción de los cables de Wikileaks, en el año 2010, como “paraíso para los historiadores” o “una nueva era del periodismo”. Apenas cuatro años después de aquella lluvia de correos diplomáticos, políticos y económicos, que eran secretos, el tiempo ha venido a demostrar que una sobresaturación de información no genera ni más cultura democrática ni unos ciudadanos más libres y críticos. Así lo sostienen Díaz y Lozano y una docena de expertos internacionales en teoría de la información que escriben en el libro.