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Cultura

La utopía de Rodrigo Cuevas: llenar de arte y cultura la Asturias vaciada

La Benéfica de Infiesto, en el concejo asturiano de Piloña.

Rodrigo Cuevas (Oviedo, 1985) persigue un sueño: convertir en realidad su utopía. Siempre a contracorriente, el agitador folclórico quiere rehabilitar La Benéfica, un antiguo teatro construido en 1926 en Infiesto, una pequeña villa de 2.300 habitantes en el concejo asturiano de Piloña (7.000), para convertirlo en un centro de cultura y arte que aúne vanguardia y tradición.

"Era una utopía cuando la construyeron hace cien años y lo es ahora. Pero la utopía es el horizonte. Nunca lo vas a alcanzar, pero te hace caminar hacia él", señala a infoLibre sobre este proyecto Rodrigo Cuevas, haciendo suya a su manera la popular definición de utopía del escritor y periodista uruguayo Eduardo Galeano.

El objetivo último de esta fantasía es que La Benéfica sea un espacio que combine cuatro inquietudes: la expresión artístico cultural, la acción comunitaria, la lucha contra el abandono y la despoblación de las zonas rurales y la trasmisión de conocimientos. "Es un espacio ideal para cohesionar la comunidad, para que haya cultura y la gente joven encuentre un motivo más por el que quedarse aquí", resume Cuevas, quien vive "en un pueblín" de Piloña.

El espacio a rehabilitar se cimentó por la La Benéfica de Piloña, Sociedad de Socorro Mutuo. El fin de esta sociedad, como muchas otras de su época, era que los vecinos y vecinas (que llegaron a ser 18.000 en la época) se auxiliaran mutuamente en sus problemas: enfermedades, viudedad, liquidez... Con las aportaciones de los asociados atendían necesidades que el Estado u otras instituciones no cubrían. La Sociedad de La Benéfica llegó a tener tanto éxito que construyeron en 1926 una nave rectangular de unos 400 metros cuadrados que funcionó como teatro, salón de baile, lugar de encuentro social y cine todos los domingos.

Esta pequeña utopía artística y solidaria finalizó en 1946. La nave pasó a ser una fábrica de dulces, luego un parking y finalmente se abandonó. Ahora, 75 años después, el anhelo es reconstruir el espacio y recuperar el espíritu con el que se construyó para que, dentro de poco, todos los vecinos puedan socorrerse mutuamente a través de las artes y de la cultura.

"Nos gustaría que fuera un espacio expositivo, pero que también pueda haber danza, teatro, formaciones o bailes, y que puedan venir artistas a hacer residencias", resume Cuevas. El espacio es especialmente versátil pues, además de los 400 metros cuadrados de la nave principal, cuenta con una finca alrededor de otros 400 y una nave pequeña de 100 metros cuadrados en la que van a abrir un bar "que retroalimente el proyecto a nivel económico y que sirva de lugar de encuentro social".

El plan de financiación incluye la solicitud de fondos públicos y la aportación de capital privado de los socios. Cuenta también con el apoyo del Ayuntamiento de Piloña, empresas locales como Ordum Cervezas Artesanas, Sidra Viuda de Angelón o Asturcilla, y también nacionales como Filmin y Primavera Sound. Recientemente se ha puesto en marcha también una campaña de crowdfunding que pretende recaudar 130.000 euros y que supera ya ampliamente los 20.000.

Concejo grande en extensión, pequeño en población

El propio Rodrigo Cuevas nos ubica y describe Piñola: "La comarca es la parte más central del oriente asturiano. Es un concejo grande en extensión, pequeño en población. Con la población muy dispersa, son todo pequeñas aldeas salpicadas. No tiene cotas muy altas como más al sur, pero es bastante montañoso. Estamos un poco en tierra de nadie, alejados de los pueblos turísticos principales como son los Picos de Europa, el Sella y el centro de Asturias".

Esta ubicación, lejos de ser un problema, es una oportunidad por su singularidad. Por eso, el artista lo ve como el "sitio perfecto" para que se desarrolle a través de proyectos sostenibles y culturales. "Parece que todo tiene que estar en las grandes ciudades y desplazarnos hasta allí", lamenta, en referencia concreta a dos centros culturales vecinos tan potentes como el Centro Niemeyer de Avilés o La Laboral de Gijón. Y advierte: "Aspiramos a estar a la altura de ambos centros en calidad de programación".

Una vez lanzado ese aviso a navegantes, defiende Rodrigo que "la singularidad ahora mismo está en los pueblos", pues es donde hay múltiples formas de hacer las cosas. Y aprovecha para quitar valor a la etiqueta de la 'España vaciada' pues, en su opinión, "es más reconocible desde lo urbano que desde lo rural".

"Yo creo que la gente no se siente muy identificada con esa etiqueta porque viene puesta otra vez desde las ciudades, en plan 'ahora os vamos a repoblar'. La sensación es que puede pasar otra vez que se hagan las cosas sin contar con la gente del mundo rural. Es lo que pasa siempre, que todo se hace dando por hecho que todo el mundo vive en ciudades y todo el mundo quiere vivir en ciudades. Y no es así", reflexiona, para luego rematar, mientras al otro lado del teléfono se escucha cantar a un gallo: "Los del pueblo conocemos muy bien la ciudad, pero los de la ciudad no conocen bien el pueblo".

Plantea entonces Rodrigo que La Benéfica es también una forma de "devolver" todo lo que el folclore y la tradición le ha dado en su carrera artística y vida personal: "Yo mamo mucho del pueblo, pero también quiero devolver. Quiero generar cosas y que la rueda siga funcionando". Una forma de vivir en comunidad diametralmente opuesta al individualismo aparentemente imperante pues, según remarca, parece que cada cual "tiene que ser capaz de gestionar su vida sin necesitar a los demás". "Nos compensa no lidiar con la parte humana y meternos hasta el cogote de deudas para no tener que compartir nada con nadie", remacha.

Asociación sin ánimo de lucro

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La Benéfica de Piloña es una asociación sin ánimo de lucro fundada en marzo de 2021 por Rodrigo Cuevas, Sergi Martí (trabajador social) y Nacho Somovilla (gestor cultural). Aunque su proyecto principal es la rehabilitación de la nave y la puesta en marcha del espacio cultural, la asociación también organiza actividades artísticas y culturales en cumplimiento con sus estatutos.

Esta es la fórmula que "más encaja" para este proyecto, según Rodrigo Cuevas, pues los tres tienen sus profesiones y no buscan hacer negocio: "Esto lo hacemos porque creemos en ello, pero ninguno vamos a trabajar aquí. De hecho, vamos a buscar trabajadores para que lo lleven, porque la idea es que toda la riqueza que se pueda generar vuelva para el proyecto. Que todo revierta en el pueblo".

Por ahora, todo se desarrolla sin prisa, pero sin pausa. Tampoco plazos. Aunque los tres socios miran a primavera como un buen momento para empezar las obras del tejado. "Es proyecto muy grande para nosotros y no queremos cometer errores. Estamos muy emocionados. Parecía un poco mentira, pero creemos de verdad que lo vamos a conseguir", sentencia Rodrigo Cuevas. Con el convencimiento de quien camina hacia el horizonte soñando con convertir en realidad su utopía.

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