Unicredit, el segundo banco de Italia, conocía desde 2002 el ardid ideado por el gigante francés de lujo Kering, el dueño de Gucci e Yves Saint Laurent, entre otras marcas de postín, para eludir el pago de impuestos. Sabía que el grupo del multimillonario Francois-Henri Pinault, entonces llamado PPR, había creado una empresa en Suiza, LGI, que servía para comprar bolsos y cinturones a otras filiales de la multinacional, con sedes en Italia y Francia, para luego revenderlos a tiendas de todo el mundo. Todo ello con el objetivo de transferir la mayor cantidad posible de beneficios a Suiza, aprovechándose así de un tipo impositivo mucho más bajo que en Italia y Francia.
Kering fue procesada en Francia e Italia por una gigantesca trama de evasión fiscal, revelada en 2018 por Mediapart y la red de investigación EIC, a la que pertenece infoLibre, que permitió al grupo evadir al menos 2.500 millones de euros en impuestos. Mediapart ya reveló el pasado mes de febrero que Francia había sido muy indulgente con los Pinault: la Fiscalía Nacional Financiera cerró la investigación penal, mientras que las autoridades fiscales cerraron un acuerdo muy ventajoso para Kering: el grupo sólo pagó algo más de 200 millones de euros para saldar la evasión fiscal de Yves Saint Laurent y Balenciaga, pese a que la Hacienda gala le había reclamado inicialmente al menos el doble de esa cantidad.
En Italia, Kering anunció en mayo de 2019 que había firmado un acuerdo con el fisco para zanjar el mismo caso en relación con su filial Gucci, la máquina de hacer dinero del grupo. Kering dijo que había pagado 1.250 millones de euros, incluidos 897 millones de euros en impuestos y el resto por intereses de demora y sanciones. Se trata de la mayor multa jamás negociada entre las autoridades fiscales italianas y una empresa. Pero, en realidad, consiguió un descuento de 748 millones, de acuerdo con las investigaciones llevadas a cabo por los medios que integran EIC.
Que esta estrategia fiscal era ilegal no se supo hasta mayo de 2019, cuando Kering anunció que había pagado esos 1.250 millones de euros para cerrar el mayor acuerdo fiscal jamás alcanzado entre el Gobierno italiano y una empresa privada, pero una serie de documentos obtenidos por Il Fatto Quotidiano y compartidos con EIC revela que Unicredit lo sabía desde mucho antes: el banco era consciente desde el principio de que LGI SA se había creado para pagar los menos impuestos posibles, e incluso puso sus herramientas a disposición de la multinacional del lujo para ayudarla en la tarea.
“LGI compra los productos acabados directamente a empresas de logística en distintos países –la marroquinería, el calzado y el prêt à porter, principalmente en Italia, los cosméticos y la ropa en Francia, y otros artículos y en Reino Unido– y los vende a sus filiales minoristas de todos los países, utilizando un precio de transferencia que le permite maximizar los efectos de un tipo impositivo local especialmente favorable”. Era el 10 de diciembre de 2002 cuando la división de crédito de Unicredit, con sede en Florencia, puso estas palabras en un informe. El banco dirigido entonces por Alessandro Profumo tenía que decidir si prestaba dinero a LGI, 70 millones de francos suizos –70,63 millones de euros– y así describió las actividades de la filial suiza de Kering en un documento interno, adjuntando su balance auditado. Finalmente concedió el préstamo, y no sería la única vez que Unicredit acudió al rescate del grupo de Pinault.
Dos préstamos más
Casi cuatro años después, el 30 de marzo de 2006, el banco italiano tenía que decidir si renovaba otra línea de crédito a LGI, esta vez por 150 millones de francos suizos, con un vencimiento de tres años. En un documento denominado corporate origination, la división del banco encargada de las empresas recuerda una vez más la finalidad del régimen de sociedades cuyo centro ocupaba LGI: “Permite maximizar las ventajas de un tipo impositivo local muy favorable”.
La primera página explica que el préstamo de 150 millones de francos suizos sustituirá a otro de 100 millones que vence el 16 de mayo de 2006. La peculiaridad radica en que esa línea de crédito de la que hablaban los directivos italianos había sido concedida a la sucursal suiza por Unicredit Londres, no por una oficina italiana. ¿Por qué eligieron una ruta tan tortuosa? Unicredit no ha respondido a ninguna de las preguntas que EIC le ha planteado al respecto. Se ha limitado a decir que no comenta asuntos relacionados con sus clientes, como es su práctica habitual.
Lo cierto es que los documentos demuestran que durante los años en que Kering utilizó LGI para trasladar sus beneficios a Suiza, Unicredit la financió en gran medida. Un informe de septiembre de 2008 muestra que el banco tenía en ese momento una exposición total a Kering de 486 millones de euros, con propuestas para llegar a 561 millones de euros. Por otro lado, el grupo de Pinault garantizó al banco unos márgenes elevados: 1,4 millones en 2007, 1,9 millones era la previsión para 2008. Y no iban a ser los últimos, porque las posibilidades de negocio seguían ampliándose.
'Factoring' en Austria
Ver másItalia perdonó 748 millones a la familia Pinault, dueña de Gucci, para cerrar su caso por evasión fiscal
“LGI tenía una posición financiera con amplia liquidez, gracias a los elevados márgenes y a un tipo impositivo favorable, pero los objetivos de la dirección se centraban en el flujo de caja operativo –FFO o fondos procedentes de las operaciones– más que en el efectivo disponible. Para optimizar la tesorería, los responsables de LGI, junto con los de Unicredit, estudiaron y pusieron en marcha una operación estratégica para el grupo”, afirma un antiguo ejecutivo de Unicredit que siguió de cerca el expediente de Gucci.
La idea era hacer una operación de factoring: ceder los créditos al banco, que se encarga de gestionar el cobro a cambio de una comisión. Los créditos que LGI tenía con los proveedores italianos se vendieron a Unicredit, que los pagó inmediatamente, lo que permitió a LGI aumentar su liquidez. El 16 de diciembre de 2008 se firmó el contrato. Por un lado, LGI. Por otro, Factorbank AG, una pequeña filial austriaca de Unicredit. ¿Por qué no hacer la operación a través de UniCredit Factoring SPA, en su momento uno de los primeros operadores de anticipos de crédito de Italia?
Según el antiguo ejecutivo de Unicredit, que habló con EIC bajo condición de anonimato, la empresa austriaca participó porque “LGI no podía establecer una estructura con un banco italiano: ello habría puesto de manifiesto la subcontratación de la empresa suiza. Un grupo italiano que vende sus productos a las tiendas italianas a través de una empresa suiza y que liquida el crédito de la empresa suiza a través de un banco italiano habría supuesto poner en bandeja de plata a las autoridades fiscales italianas la verdad sobre el motivo de la creación de la propia LGI”. La verdad sólo se descubrió 11 años después.
Unicredit, el segundo banco de Italia, conocía desde 2002 el ardid ideado por el gigante francés de lujo Kering, el dueño de Gucci e Yves Saint Laurent, entre otras marcas de postín, para eludir el pago de impuestos. Sabía que el grupo del multimillonario Francois-Henri Pinault, entonces llamado PPR, había creado una empresa en Suiza, LGI, que servía para comprar bolsos y cinturones a otras filiales de la multinacional, con sedes en Italia y Francia, para luego revenderlos a tiendas de todo el mundo. Todo ello con el objetivo de transferir la mayor cantidad posible de beneficios a Suiza, aprovechándose así de un tipo impositivo mucho más bajo que en Italia y Francia.