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ENTREVISTA

Carla Antonelli: "El discurso contra la ley trans ha ido de la mano de la extrema derecha"

La senadora Carla Antonelli.

En octubre de 2022, rompió con una militancia que se había prolongado durante décadas y que ya formaba parte de su ADN. Carla Antonelli (Güímar, Tenerife, 1959) se deshizo de su carnet socialista por la oposición interna en el partido a la ley trans y de la guerra abierta contra un Ministerio de Igualdad dirigido por Irene Montero. "Soy, seré y moriré socialista", se apresura a aclarar ahora desde las filas de Más Madrid e instalada en uno de los asientos del Senado.

Acaba de presentar La mujer volcán (Penguin Random House, 2024), un libro de memorias coescrito con el politólogo Marcos Dosantos y en cuya contraportada conviven las palabras de José Luis Rodríguez Zapatero –"Las mujeres como Carla cambiaron las cosas y nos cambiaron"–, Yolanda Díaz –"Carla representa los sueños vivos de una generación"– y Mónica García –"La vida de Carla es un reflejo de ella misma: una fuente inagotable de pasión, arrojo, memoria y altas dosis de cariño"–.

Atiende a infoLibre en una de las pausas que le concede su actividad en la Cámara Alta, donde los abucheos que asegura recibir por parte de la bancada de las derechas se transforman rápidamente en combustible. "Cada vez que salgo los abucheos son divinos", bromea.  

Lo que ahora son abucheos en otro tiempo fueron golpes, insultos y amenazas. "Nazco en una época en la que no hay ninguna información y la censura es férrea", rememora la activista. "Yo siento que tampoco soy el gay del pueblo", como otros muchos que sí trataban de ocultar lo que era un secreto a voces "llevando una doble vida". Las respuestas las encontraría en su adolescencia, cuando por primera vez comienza a reconocerse en la mirada de otras personas trans. "La primera vez que sé a ciencia cierta lo que soy es cuando veo a una persona trans, con unos catorce años. Encuentro paz y tranquilidad con mi conciencia al hallar la respuesta que nunca había logrado darme del todo".

Prostitución y violencia machista

La adolescencia de la ahora senadora queda marcada por las huidas de su isla, la búsqueda incesante de respuestas y los golpes contra una realidad hostil. Todavía era menor cuando empieza a prostituirse, e inevitablemente la impronta de aquello marcará también su posición política respecto a una cuestión que va mucho más allá del debate teórico. "Ninguna mujer debe estar en una esquina por necesidad", afirma hoy, tajante y consciente de que la prostitución ha sido el destino inesquivable de muchas mujeres trans. Incluso en la actualidad: "En multitud de países sigue pasando lo que pasaba en España en los años setenta, era la prostitución o el espectáculo" con la ley de peligrosidad social como telón de fondo. 

Acostumbrados a mirar la realidad de las personas trans desde la atalaya del presente, la activista reivindica la memoria. "Vivíamos otro tiempo, otra época donde el tardofranquismo estuvo ahí hasta bien entrados los ochenta. Nos seguían dando palizas en comisaría, pero no prosperó ninguna denuncia de abusos policiales", lamenta.

Me rebelo contra ese sector antitrans donde se niegan hasta las violencias machistas que sufrimos

Los propinados por las fuerzas del Estado no fueron los únicos golpes. Antonelli se reconoce en sus memorias como víctima de violencia machista, un episodio "traumático" que se prolongó durante años. "Hay todo un proceso de vampirización, anulación de la personalidad, te hacen sentir que no eres nada ni nadie. Y cuando ese proceso está consumado y te tienen anulada, llega el maltrato y ni siquiera te das cuenta. Luego vienen las excusas, los perdones y el ‘mira lo que me has obligado a hacer'".

Aquello le sirvió a Antonelli para armarse contra la violencia que sufren las mujeres, también, por supuesto, las mujeres trans; y para plantar cara al negacionismo. "Por eso me rebelo muchísimo contra ese sector antitrans donde se niegan hasta las violencias machistas que sufrimos". No se refiere, no sólo, a la extrema derecha, sino también a un sector del feminismo crítico con la autodeterminación de género, que se hizo fuerte "a partir de 2019, creando un problema donde no existía, para liderarlo y vivir de él a partir de un enfrentamiento con el Ministerio de Igualdad, en manos de Unidas Podemos". 

El PSOE y la batalla trans

Antonelli habla claro, con nombres y apellidos: "Cuando Carmen Calvo dijo que poníamos en peligro a 47 millones de españoles lo que estaba haciendo era un señalamiento a nuestras vidas", afirma. La senadora mantiene la misma posición que ya expresó hace dos años: el que fuera su partido tomó un cambio de rumbo respecto a la libre determinación de género que sólo se explica por cuestiones políticas y por una guerra abierta contra sus propios socios. "Nunca creyeron que eso borrara a las mujeres: fue un problema de celos y un enfrentamiento porque habían perdido el Ministerio de Igualdad. De hecho, en reuniones, hablaban de que les estaban robando la bandera. No era otra cosa, las pruebas son muy tozudas".

Cuando Carmen Calvo dijo que poníamos en peligro a 47 millones de españoles lo que estaba haciendo era un señalamiento a nuestras vidas

Pero lo grave, a juicio de la senadora, es a quién ha abierto la puerta ese sector de la izquierda con un discurso transexcluyente: "Les han dado la mano a quienes ya están intentando echar abajo las leyes de violencia de género regionales. Fíjate qué compañeros de viaje. Los han potenciado, los han engrandecido y están siendo colaboradoras necesarias de esa extrema derecha que va en contra de todas las leyes que nos han dado libertades a las mujeres en este país".

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Es entonces cuando se fragua también un cisma irreconciliable entre Carla Antonelli y el que había sido su partido durante décadas. No era la primera vez que la batalla por los derechos trans había precipitado la elección del activismo por encima de la militancia política: en el año 2006, Antonelli inició una huelga de hambre contra el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, para reclamar una ley específica que saldría adelante sólo un año después. Entonces vivió también plantones, encontronazos y decepciones. Incluso por parte del que había sido uno de sus más fieles compañeros de batalla, Pedro Zerolo. "Su equidistancia fue un bofetón", escribe hoy la senadora.

"El Gobierno de Rodríguez Zapatero venía de una manifestación de medio millón de personas contra el matrimonio igualitario y pensó que iba a haber otro posicionamiento enconado de ese tipo, así que creyeron que no podían dar trámite a una nueva ley" porque la amenaza de una nueva reacción en las calles estaba muy viva. "Yo no podía ir por la calle y bajar la mirada ante mis compañeros, así que al final di un salto al vacío. Y en ese momento fue incluso más salto al vacío que ahora, pero lo tuve claro. Prefiero levantarme, mirarme al espejo y reconocerme". Por el camino, Carla Antonelli se dejó la salud y algunas amistades, pero en 2007 vería los frutos: la ley que regulaba la rectificación registral del sexo era ya una realidad.

"Con Pedro Zerolo hubo un enfrentamiento, una decepción y un pulso que en realidad era con el Gobierno en sí mismo. Pero ganó, también aquella vez, la razón y lo que era de justicia". Lo dice la activista, con la herida ya cicatrizada. Porque aquello acabó bien y para Carla Antonelli, lo valioso del proceso es siempre el final: "Lo que importa es el reencuentro con Pedro Zerolo, donde le dije que por más que lo pensara, mi cabeza priorizaba nuestra amistad y todo lo que habíamos compartido. Lo importante es cómo acaban las historias. Y por eso también lo importante no es el día que salí de mi pueblo, sino que hoy puedo regresar", asiente la activista. "Y quién me lo iba a decir, hasta tener una calle en ese pueblo".

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