Cuando "ligar" con mujeres "colocadas" es un triunfo: la cultura de la violación florece en las redes
Cultura de la violación. Las feministas llevan tiempo señalándola para evidenciar que la violencia contra las mujeres no brota de la nada: se asienta sobre todo un entramado, simbólico y material, presente en casi todas las esferas de la vida. Era cultura de la violación la trama de la película Kiki, el amor se hace, en la que un hombre mantenía relaciones sexuales con su mujer después de drogarla. Y es cultura de la violación el elogio del influencer Joaquín Domínguez, apodado el Xokas, a quienes se aprovechan de mujeres que han consumido alcohol para ligar más fácilmente con ellas. La diferencia es que el director de la película, Paco León, pidió perdón por haber "romantizado una violación sistemática".
El Xokas, con cerca de un millón de seguidores en sus redes, no se ha disculpado. Este martes, el creador de contenido contó en un directo a través de su canal de Twitch cómo un amigo suyo, en contextos de ocio nocturno, "se divertía mucho llevándose a pibas que estaban colocadas". Y prosigue: "Para él era muy fácil ligar, porque una tía que generalmente te vería como un cuatro te ve como un siete porque está colocada. Entonces es mucho más fácil. Tú encima estás sereno, mides perfectamente tus palabras... ¡Chupado!", dice para rematar aplaudiendo a su amigo: "Un crack, un fuera de serie, la verdad. De puto pro".
Las reacciones no se hicieron esperar, pero fueron bidireccionales: algunas, críticas contundentes al youtuber; otras, apoyos sin ambages. Pocas horas después, el gallego replicó: "Resulta que estoy blanqueando a un violador. ¿Por qué? Porque liga con tías porque se está aprovechando. ¿Pero cómo que aprovechando?, ¿en qué momento de mi discurso has pensado que un colega mío… que yo voy a permitir que un colega mío agarre de la mano a una tía que está borrachísima medio tirada en la puerta de un bar?".
Domínguez se justifica apelando a una interpretación errónea de sus palabras. Las feministas vuelven a contestar: cultura de la violación. También lo advirtieron cuando el tiktoker Naim Darrechi decía sin titubear que habituaba a declararse estéril ante sus parejas sexuales para no tener que usar preservativo durante las relaciones. El Ministerio de Igualdad lo llevó ante la Fiscalía, en medio de un debate en torno al consentimiento y la educación sexual que reciben los más jóvenes.
Cultura de la violación y (ausencia de) educación sexual
"Eso no es ligar, es violar", dice la psicológa Bárbara Zorrilla, especializada en violencia contras las mujeres. "Es importante llamar a las cosas por su nombre", señala, porque "muchos jóvenes siguen sin ser conscientes de que lo que están haciendo es un delito". Es normal, concede: "Si yo socializo, adapto y hago mías las normas y costumbres de una cultura, entiendo que es lo correcto". El discurso de Xokas, palabra por palabra, es el reflejo de un aprendizaje basado en la depredación sexual y la sumisión de las mujeres. "Si a mí no me señalan y no me educan para diferenciar, no me doy cuenta de lo que hago", prosigue la psicóloga.
La abogada especializada en violencia machista Amparo Díaz Ramos lo concreta un poco más: el relato que dibuja el streamer gallego es una imagen fiel de lo que la letrada ha dado en llamar "vulnerabilidad química". Es decir, aquellas circunstancias en las que "sin que ellos lo provoquen, las mujeres han consumido alcohol y por tanto sus capacidades están reducidas". También, dice la jurista al otro lado del teléfono, su capacidad para oponerse. "Se trata de aprovechar que una mujer no está en plenitud de sus capacidades", abunda. "Es muy triste" que una mujer en esas circunstancias tenga "más probabilidades de ser abusada que socorrida". Que el propio autor del comentario no identifique lo narrado como nocivo, demuestra "hasta qué punto está interiorizado el uso de mujeres como objetos de consumo. En el mundo de la igualdad eso es ser un abusador, en el mundo del machismo es un triunfador".
El ejemplo del youtuber es evidente: su generación no recibió ningún tipo de educación afectivo-sexual obligatoria. Algunas chicas, hoy mujeres feministas, optaron por enyesar las fallas del sistema por su cuenta, a través de la búsqueda constante de información y el cuestionamiento de lo aprendido. "Él no se vio obligado, así que hoy confunde violación con ligar", reflexiona la secretaria de Estado de Igualdad, Ángela Rodríguez. El hecho de tener enfrente a una "mujer inconsciente para mantener relaciones", es leído como "un éxito entre colegas", lamenta.
El reto está, sostiene la interlocutora, en "cambiar la cultura de la violación por la cultura del consentimiento". Ahí es donde pone el acento también la psicóloga: "No estamos haciendo bien nuestro trabajo. Seguimos educando y perpetuando las mismas pautas de desigualdad, machismo y violencia, la misma idea vieja de sexualidad". Coincide la docente y experta en coeducación Marian Moreno. "La educación afectivo-sexual en las aulas no está y no sé si se la espera. Es lo que más me preocupa", admite la educadora.
Educar en igualdad y contra la violencia de género es un mandato desde que las primeras leyes feministas se hicieran hueco en la legislación, hace ya casi dos décadas. Pero las expertas en la materia denuncian que el avance en ese terreno ha sido ínfimo. La actual ley educativa, la LOMLOE, aspira a cambiar el paradigma e introducir la educación afectivo-sexual en el currículo. Moreno va un paso más allá: "No está en las escuelas, pero tampoco en las familias. Parece mentira, pero todavía no está". Como consecuencia, los chicos "se han educado en la cantidad de relaciones y no en la calidad", por lo que "ni siquiera son conscientes de que tener relaciones sexuales con una mujer que no puede decidir es cultura de la violación".
A juicio de la educadora, se trata de algo especialmente grave no sólo desde una perspectiva jurídica o educativa. Es una cuestión de derechos humanos y convivencia entre iguales. "Mantener relaciones con una mujer que no tiene sus capacidades al cien por cien sólo puede ser satisfactorio desde el punto de vista del poder", asiente. Y es a partir del poder de donde emana todo el entramado de violencia que hoy recae sobre las espaldas de las mujeres.
"¿Para qué quieren carta blanca?"
Entre las respuestas que echaron a andar en redes sociales, algunas batallaban por impugnar el discurso vertido por el streamer. "Sola y borracha quiero llegar a casa no se cantaba porque fuera pegadizo. Sino porque todas nos hemos topado con tipos como el Xokas y sus colegas", decía la actriz Sara Sálamo. La misma consigna fue escogida por la propia ministra de Igualdad, Irene Montero: "Sola, borracha, quiero llegar a casa significa que solo sí es sí". La desarrolladora de videojuegos Valeria Castro compartía en Twitter una experiencia en torno a la violencia sexual en el ocio nocturno y otras muchas voces anónimas demostraban que la violencia todo lo impregna.
Pero también ha habido reacciones en defensa del gallego –"Están llamando violador a Xokas por definir todas las discotecas del mundo a diario", decía un usuario con más de 285.000 seguidores en Twitter– y silencios cómplices. ¿Dónde están personajes de renombre como Ibai?, se preguntan las voces consultadas. "Es importante romper ese pacto de caballeros", dice Ángela Rodríguez, quien subraya que, efectivamente, las discotecas y otros entornos están "inmersos en ese tipo de cultura sexual: la de normalizar un catálogo de actitudes que se pueden tener con las mujeres siempre que no se den cuenta, desde compartir una foto de su escote, a rozarlas, meterles mano o forzar una relación".
La última encuesta de la Fundación FAD Juventud determinó que uno de cada cinco hombres de entre 15 y 29 años considera que la violencia machista no existe. Es más, la cree un invento ideológico. En contraste, según un estudio publicado en The Lancet, más de una cuarta parte de la población femenina mundial ha sufrido violencia por parte de sus parejas masculinas en algún momento de su vida. Con razón, la violencia ejercida en el ámbito de la pareja se verbaliza "en bastante mayor medida a mujeres que a hombres", según la Macroencuesta de Igualdad.
"Hay cantidad de chicos que repiten la consigna de que ‘hoy en día no se puede hacer nada’", observa Marian Moreno, quien se pregunta "para qué quieren carta blanca" todos esos jóvenes. "¿Para violar a las chicas que han bebido? ¿Para violentarlas? ¿Para cosificarlas?".
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¿Cuál es el papel de las redes sociales? El de un arma de doble filo. Un estudio publicado por la Universitat Pompeu Fabra (UPF) apunta precisamente a Youtube como una de las plataformas "más populares entre los adolescentes para aprender sobre toda clase de temas". También como "forma de expresión cultural vinculada al ocio". Los mensajes que consumen los jóvenes a través de las redes, por tanto, tienen la capacidad de reforzar las conductas aprendidas e incluso suplir el contenido ausente en las aulas.
"No sé muy bien si amplifican el mensaje, pero lo que está claro es que ese mensaje ya existía", observa Moreno. "No se trata en absoluto de demonizar a las redes, el problema lo tenemos en la vida real", completa Bárbara Zorrilla. Lo que ocurre, sentencia, es que se traslada al plano virtual "la tolerancia a la violencia" que ya existe en el mundo offline.
Lo interesante en este punto es determinar si en esas mismas redes el movimiento feminista ha sido capaz de fraguar un discurso que impugne el relato machista representado hoy por el Xokas, mañana por cualquier otro. "El discurso de la igualdad es mucho más difícil de asimilar, porque supone cambiar esquemas de vida, mientras que el machismo perpetúa los esquemas que ya hemos adquirido", razona Moreno. Lo transgresor, también lo difícil, está en el cambio y en el progreso. Y ahí la docente vuelve a la importancia de los referentes: "Necesitamos mensajes de jóvenes que rompan el pacto fraternal entre hombres. Sí hay algunos, pero no son tantos como los machistas".