Alemania mide en las urnas el auge de la ultraderecha en una Europa desorientada ante la era Trump

El canciller alemán, Olaf Scholz, y su rival conservador, Friedrich Merz, antes del último debate televisivo.

De figura delgada, con gafas, poco pelo, voz metálica y con un perfil más propio de un banquero que de un candidato a la cancillería de Alemania, Friedrich Merz lleva esperando este momento toda su vida. A principios de siglo, cuando era un valor al alza en la CDU, se encontró con el peor enemigo que podría imaginar, una política venida del otro lado del muro y que se convertiría en una máquina de ganar elecciones durante más de 15 años. Esa mujer llamada Angela Merkel truncaría su carrera por más de 10 años, haciéndole abandonar primero el partido y luego la política activa para dedicarse a trabajar, entre otros, para el oscuro fondo de inversión BlackRock. Una etapa que marcó enormemente quién es a día de hoy.

Sin embargo, la política a veces da segundas oportunidades. Y a Merz esta le llegó en 2021. Ese año, con la salida de Merkel, vio la oportunidad perfecta para volver a perseguir su deseo de ser canciller. Todo parecía preparado para su regreso triunfal, pero un político llamado Armin Laschet frustró sus sueños derrotándole en las primarias para ser el candidato a unas elecciones en las que la CDU partía como clara favorita. Sin embargo, unas inoportunas risas durante unas inundaciones truncaron la campaña electoral de Laschet, siendo derrotado por sorpresa en los comicios por Olaf Scholz. Es en ese momento en el que a Merz le quedó vía libre, y pudo, por fin, hacerse con las riendas del partido. Ahora, 4 años después de ese momento, el abogado impasible, el eterno derrotado, puede, por fin, llegar a ser canciller de Alemania.

Y según las encuestas tiene muchas posibilidades de hacerlo. La CDU lidera todos los sondeos con amplio margen para las elecciones de este domingo, rondando el 30% de los apoyos. Si nada sucede, Merz se levantará el lunes como el futuro canciller de Alemania, pese a que, al contrario de lo que pudieran sugerir los números de su partido, su figura no es la más popular entre la población. Su falta de carisma, su frialdad, y los numerosos patinazos que ha protagonizado en la campaña alrededor de temas especialmente espinosos como la migración, hacen que Merz no sea el candidato ideal para buena parte del electorado. Aun así, la impopularidad del Gobierno y la máquina política que es la CDU en Alemania han hecho que se alce como la única alternativa real a la actual coalición.

Además, el camino de los conservadores hasta las elecciones no ha sido, ni mucho menos, el soñado. El 29 de enero, la campaña electoral daba un vuelco cuando Merz aceptaba el apoyo de la extrema derecha de Alternativa para Alemania (AfD) para sacar adelante dos mociones que pedían endurecer la política migratoria del país. En un lugar donde pactar con los ultras sigue siendo un auténtico tabú, esa fisura en el cordón sanitario hizo saltar todas las alarmas. Las calles se llenaron de manifestaciones masivas mientras el resto de fuerzas políticas condenaban la acción de la CDU. 

Incluso Merkel se pronunció en contra de lo que había hecho su antigua formación, dejando a Merz, su eterno enemigo, solo y con un partido dividido. De hecho, en la votación de la segunda de las mociones, algunos diputados de la CDU contrarios a aceptar los votos de AfD optaron por abstenerse, haciendo caer la iniciativa y obligando a Merz a volver a garantizar que no pactaría con la ultraderecha. “El candidato de la CDU al ala más liberal del partido, partidaria de una menor intervención del Estado en la economía y muy favorable a la iniciativa empresarial. Es una perspectiva diferente a la de Merkel, que tenía una mentalidad más conservadora tradicional. Sin embargo, es cierto que Merz tiene una mentalidad pragmática y se ha abierto en campaña a hacer algunas concesiones como la reforma del freno de deuda y un mayor peso de inversiones”, describe Daniel Gil, analista de Political Room.

La receta de AfD para los tiempos de crisis

Pese a la polémica del Bundestag, las encuestas no se han movido demasiado para los dos protagonistas. La CDU sigue en una posición sólida mientras que la ultraderecha se mantiene en segunda posición, con un apoyo de en torno al 20%. Si esas previsiones se cumplen, sería el techo histórico de AfD en unas elecciones después de décadas de ascenso. A la cabeza de esta formación, vigilada por la inteligencia alemana por su extremismo, está Alice Weidel, alguien que, pese a los postulados antiinmigración, nacionalistas y tradicionalistas de la formación, está casada con una mujer originaria de Sri Lanka y con dos hijos en común.

El éxito de la formación no es nuevo, de hecho, ya lleva mucho tiempo asentada en la política alemana, pero en esta legislatura su cotización no ha parado de subir. “Su discurso se basa es decir que los alemanes viven en un país en decadencia, tanto en el sentido económico, de las condiciones de vida, como en la identidad. De esa descripción es de donde beben sus posturas antiinmigración porque, según ellos, la economía no puede asumir a tantas migrantes y culturalmente son la causa del declive nacional”, explica Guillermo Fernández Vázquez, profesor de Ciencia Política de la Universidad Carlos III y autor del libro Qué hacer con la extrema derecha en Europa

En su opinión, que AfD pueda doblar en estas elecciones su porcentaje de voto con respecto a 2021 se debe, en buena medida, a apelar a unos ciudadanos descontentos que han comprado esa narrativa y que culpan a los partidos tradicionales del declive del país. A asentar ese tipo de narrativas ha ayudado enormemente el apoyo de Elon Musk, que ha amplificado en X el discurso de AfD, alabando en repetidas ocasiones a Weidel y sirviendo de altavoz a muchos de los bulos del partido extremista. Un apoyo que ha llegado a inquietar a los propios líderes europeos, especialmente a Scholz, que denunció en repetidas ocasiones la injerencia de Musk y de EEUU en los comicios.

El descontento es especialmente intenso en la antigua Alemania del este, el feudo donde han crecido y se han hecho fuertes los ultras. La histórica división entre ambas Alemanias sigue siendo, más de 30 años después de la reunificación, una realidad quizás no a nivel geográfico, pero sí en todo lo demás. A día de hoy, el PIB del este alcanza solo el 73% del occidental, el salario es un 18% más bajo, solo un 14% de los altos cargos del Gobierno proceden de allí y, algo muy relevante para AfD, más de un 60% de los habitantes del este se sienten “ciudadanos de segunda”. Un caldo de cultivo perfecto para la extrema derecha. “Al convertirse en el partido del este han reciclado consignas de los movimientos democráticos de finales de los 80 en beneficio propio. Uno de sus eslóganes es: ‘Completar las promesas de la reunificación’, haciendo ver que ellos son el partido que por fin las va a cumplir”, comenta Fernández Vázquez.

El discurso de AfD se basa es decir que los alemanes viven en un país en decadencia, tanto en el sentido económico, de las condiciones de vida, como en la identidad

Guillermo Fernández Vázquez — Profesor de Ciencias Políticas de la Universidad Carlos III

Die Linke capitaliza la oposición a la extrema derecha

Mientras la derecha sube y domina la política alemana (la suma entre AfD y la CDU es previsible que supere el 50%), la izquierda socialdemócrata del SPD ha perdido toda importancia, sumida en los conflictos internos del Gobierno y en las nocivas consecuencias económicas de la guerra de Ucrania. Durante prácticamente toda la legislatura, se ha visto a un Scholz superado y desdibujado, condicionado por Verdes y liberales en todas las decisiones del Ejecutivo y cuya gestión relega ahora a su partido a la tercera posición (las encuestas le colocan en torno al 15%) y casi condenado a ser el socio de gobierno de la CDU en una probable gran coalición.

“Ahora mismo, el centro político en Alemania está muy desplazado hacia la derecha. Casi todos los partidos, y especialmente los conservadores, han copiado muchos de los postulados de AfD, sobre todo en el tema migratorio, por lo que no podemos esperar que esa gran coalición sea similar a la que tuvimos en los años de Merkel. Merz se ha dedicado a vaciar el legado de la excanciller, por lo que esta CDU se parece poco a la de entonces”, defiende Anna López Ortega, profesora de Ciencias Políticas en la Universidad de Valencia. Aun así, Franco Delle Donne, analista de política alemana y autor del podcast El Tercer Voto, duda si los números darán para reeditar esa gran coalición. “Ahora mismo es aventurado decir que la habrá, porque creo que podrían necesitar a Los Verdes por no llegar ambos partidos a la mayoría. De todas formas, si la hay, creo que le costaría hacer grandes cambios y, en gran medida, mantendría el status quo actual", señala Delle-Donne.

El gran responsable de que esa alianza entre SPD y la CDU pueda no tener los números para una mayoría es el partido de izquierdas Die Linke, que ha protagonizado la gran sorpresa de la campaña electoral, pasando de estar por debajo de la barrera del 5% a rondar el 7% y tener picos en sondeos de hasta el 9%. “Son los únicos que realmente se han salido del consenso antiinmigración y han marcado gran distancia con AfD en cuanto a eso”, describe López Ortega. Tanto para Delle-Donne como para Gil, ese ascenso de Die Linke tiene como punto clave la votación en el Bundestag donde CDU y AfD se unen y provocan una reacción social que el partido ha sabido capitalizar. Ese aspecto, sumado a una gran campaña en redes sociales que apelaba a los jóvenes y ha hecho que la formación renaciera a costa de la Alianza Sahra Wagenknecht, una formación con postulados rojipardos y antiinmigración y que, según las últimas encuestas, podría quedarse fuera del Bundestag.

Una Alemania que lidere en Europa

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Las elecciones alemanas también suceden en un momento clave para la Unión Europea. Desde que Donald Trump decidiera dar un giro de 180º a la política exterior tradicional de EEUU y dinamitar los puentes que unían al país con Europa, el Viejo Continente ha intentado reconstruir su posición internacional, sobre todo para intentar evitar una paz en Ucrania que favorezca a Vladimir Putin. “En este sentido, la entrada de Merz es muy importante. Es un consumado atlantista, ha dejado claro su apoyo a Zelenski y tiene buenas relaciones con Estados Unidos, por lo que podríamos ver un mayor peso internacional de Alemania durante su cancillería”, describe Gil.

Merz tiene mucha más iniciativa internacional que Scholz, así que es esperable que el eje franco-alemán pueda revitalizase y ganar en importancia

Daniel Gil — Analista de Political Room

De hecho, el analista de Political Room describe a Merz como una persona partidaria de recuperar el liderazgo alemán en la UE: “En ese aspecto, tiene una mentalidad mucho más parecida a Macron que a Scholz. El socialdemócrata guardaba un perfil más bajo y eso resintió la posición internacional de Alemania, pero Merz tiene mucha más iniciativa, así que es esperable que el eje franco-alemán pueda revitalizase y ganar en importancia con respecto a lo visto en estos últimos años”, señala el experto.

En contra, estará el previsible éxito de AfD, una fuerza de marcado signo prorruso y cuyo ascenso volverá a marcar un nuevo capítulo en el auge de la extrema derecha global. “Una vez más, la campaña ha girado alrededor de lo que le interesa a AfD: migración, seguridad y cordón sanitario, nada de economía o medidas sociales. Es algo que vemos repetido en la mayoría de los países europeos. Su resultado de este domingo debería hacer que los políticos se replanteen las cosas si no quieren que siga creciendo. El escenario es parecido al de las legislativas francesas: veremos si la sociedad alemana consigue unirse para parar a la extrema derecha”, comenta preocupado López Ortega. En unas pocas horas sabremos si una fuerza ultraderecha consigue ser, por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial, segunda fuerza en el Bundestag.

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