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Veinte gramos por un ‘bitcoin’

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Julio (nombre ficticio) tiene 26 años y vive en España. No quiere detallar el lugar concreto en el que reside. Está sentado frente a la pantalla de su ordenador. Son las 17.30 horas y se dispone a acceder a Middle Earth para pedir tres gramos de cocaína por los que pagará 0,3 Bitcoins (BTC), que al cambio son, actualmente, poco más de 63 euros. Tras comprobar que el vendedor envía el producto a su país, algo que se puede ver en los perfiles de venta, decide comenzar con la compra de la droga que consumirá en cuanto la reciba en su buzón, generalmente oculta en un sobre entre papeles sin valor alguno.

Al otro lado de la pantalla, atendiendo los pedidos que le llegan a través de la página, se encuentra Family_Medellín (pone como condición que se utilice su nombre de usuario). Según la información pública de su perfil, opera desde Colombia. Además de la cocaína que consumirá Julio, el vendedor pone a disposición de los clientes de este famoso y oculto mercado de Internet diferentes ofertas de ketamina, que varían desde los 28 gramos por 5,8 BTC –algo más de 1.200 euros– hasta los 3 gramos por los que pide 0,74 BTC –157 euros al cambio actual–.

Internet se ha convertido en una segunda, aunque todavía minoritaria, vía de acceso al mercado de las drogas. Una oportunidad para compradores dispuestos a adquirir las mejores sustancias a la venta sin salir de casa y vendedores que quieren coquetear con este lucrativo e ilegal negocio corriendo el mínimo riesgo. La calle, gradualmente, está perdiendo el monopolio del comercio ilegal a favor de los potenciales mercados negros en línea.

Family_Medellín empezó vendiendo en la calle, manteniendo un contacto físico con los compradores. Según cuenta, trapicheaba con LSD y éxtasis. “Cuando nos dimos cuenta de que la competencia era muy grande y que no había muchos compradores a los que les interesasen nuestros productos, decidimos comenzar a ofrecerlos en la red”, apunta a través del chat que Middle Earth pone a disposición de los usuarios registrados, dejando entrever que son varios los que manejan la cuenta en la página. Ahora comercia con cocaína y ketamina porque, según señala, “en Sudamérica estos productos son de mayor pureza y calidad”.

El progresivo incremento del uso de la red como herramienta de acceso a decenas de sustancias ilegales preocupa a los organismos internacionales. Así, la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC, por sus siglas en inglés) ya alertó en su Informe Mundial sobre las Drogas 2014 de que “el mercado online es cada vez mayor y más descarado”. Por primera vez, la organización internacional dedicaba un apartado en su publicación a estas nuevas vías de tráfico.

La repentina preocupación por parte de las instituciones cobra más sentido si se tienen en cuenta los últimos datos publicados. Según se recoge en el Eurobarómetro elaborado por la Comisión Europea sobre las actitudes de los jóvenes de la UE ante las drogas, publicado en 2014 bajo el título Young people and drugs, un 3% de los europeos de entre 15 y 24 años adquirieron nuevas drogas de síntesis, conocidas como legal highs, a través de Internet.

“Estos nuevos mercados en la red tienen mucho potencial para crecer, aunque por el momento supongan una parte ínfima de todo el tráfico a nivel global”, explica Fernando Caudevilla, doctor experto en drogodependencias y uno de los mayores estudiosos en España de estos mercados negros. El médico, que colabora con el Observatorio Europeo de las Drogas y Toxicomanías (EMCDDA, por sus siglas en inglés), detalla que el progresivo crecimiento de estos nuevos negocios digitales radica en las ventajas que ofrece tanto para los vendedores como para los compradores. “Es un negocio seguro para ambos. Los primeros no tienen que verse con nadie, por lo que es más difícil que les pillen, mientras que para los segundos es más cómodo, las posibilidades de adulteración de las sustancias son menores, los precios son competitivos…”, apunta.

Una postura con la que Family_Medellín coincide. El vendedor, por su parte, añade otro aspecto positivo: “el anonimato de compradores y vendedores reduce la guerra por la droga, que genera miles de muertos al año”.

Preguntado por si estos nuevos hábitos de compra podrían ayudar a una persona a consumir con mayor responsabilidad, Caudevilla asegura que “pueden ayudar o pueden dificultar”. “El consumidor también podría acostumbrarse a recibir semanalmente la heroína en su casa sin mover un solo dedo”, asevera, añadiendo que “no hay nada positivo ni negativo al cien por cien” porque el mercado online también “hace accesibles drogas mucho más peligrosas” pero con “adulteraciones menores”.

La llave de entrada

El experto también señala los inconvenientes de esta innovadora vía de tráfico: “El difícil acceso a este tipo de páginas para un usuario sin los conocimientos necesarios y la necesidad de que tengas que mandar al vendedor tu dirección postal para recibir el producto”.

Poder acceder a webs de venta de droga como Midle Earth, Agora Market o Black Bank Market, entre otras, no es tarea sencilla. Estos mercados online se encuentran alojados en lo que se conoce popularmente como Deep Web, una zona de Internet cuyo contenido no puede ser indexado, localizado, por motores de búsqueda convencionales como Google o Bing.

Según los datos de la compañía norteamericana Bright Planet, dedicada al estudio del fenómeno web, de los más de 7.519 terabytes de archivos alojados en la red, los usuarios de buscadores tradicionales solo pueden acceder a 20 terabytes, un 0,3% del total. Estas cifras, publicadas en el año 2000, son las únicas ofrecidas hasta la fecha, algo que evidencia la dificultad que existe para elaborar un cálculo exhaustivo. “Calcular el volumen de información que se encuentra en este espacio de manera cuantitativa es muy complejo. Y más si tenemos en cuenta que Internet es algo muy dinámico, creándose gran cantidad de contenidos diariamente”, relata Pablo González, experto en seguridad informática, a través del correo electrónico.

Herramientas de búsqueda como The Onion Router (TOR), i2P o Freenet, que permiten localizar estos sitios web, se han convertido en las llaves para abrir las puertas tras las que se oculta este narcotráfico digital. Son el GPS que nos conducirá hasta esa dirección oculta imposible de localizar a través de Google.

Una de las características básicas de la red TOR, creada en 2009 con fines exclusivamente militares, es “el anonimato de los usuarios”. “El usuario se conecta a un nodo de la red y envía el tráfico cifrado. Este tráfico está cifrado tantas veces como nodos intervengan en el proceso hasta salir de la red. Básicamente, la dirección IP que se conoce es la del último nodo de la red, por lo que se proporciona anonimato al usuario, ya que se encuentra detrás de una fila o serie de nodos”, explica González.

Este aspecto de TOR dificulta de manera extraordinaria la identificación de las personas que se encuentran tras estos mercados online. Tanto los administradores como los vendedores se ocultan y protegen tras una, o varias, paredes de anonimato complejas de derribar.

“Conseguir derruir esta barrera es muy difícil”, apunta por correo electrónico desde su despacho en Nápoles Pierluigi Paganini, miembro de la Agencia Europea de Seguridad de las Redes y la Información (ENISA, por sus siglas en inglés), un organismo que depende directamente de la Unión Europea. Sin embargo, el experto apostilla que desenmascarar a estos pequeños traficantes, o a cualquier otro delincuente que opere en la Deep Web, requiere de personas con una alta cualificación: “agencias de seguridad, hackers patrocinados por los Estados o las fuerzas del orden”.

Tanto González como Paganini coinciden en asegurar que TOR tiene “vulnerabilidades” que pueden ser utilizadas para romper este anonimato. “The Onion Router (TOR) tiene ciertos resquicios a través de los que se puede conseguir extraer información”, responde el experto español, avisando a renglón seguido que “los usuarios maliciosos de las páginas de venta de droga añaden muchas más medidas de seguridad en su navegación para que sea compleja su localización”.

Ambos expertos coinciden también en la dificultad de mantener un control en estos mercados online. “Es complejo porque, en primer lugar, hay que conseguir delimitar un espacio físico, algo que no es sencillo”, explica González. En opinión del experto italiano, “no es posible realizar una operación de vigilancia en toda la Deep Web”. “Como mucho se podrá realizar un seguimiento de un solo usuario”, concreta Paganini, que expone a continuación una posible medida de seguridad: “Las fuerzas de la ley pueden infiltrarse en estas comunidades criminales para ir localizando a los operadores y vendedores de drogas, así como para intentar explotar las fallas en los procesos de pago que podrían revelar la identidad de los usuarios”.

Criptomonedas

Julio ha elegido el producto, la cantidad y conoce el precio que el vendedor pide para que la compra acabe de formalizarse. El siguiente paso es transformar los euros en Bitcoins (BTC), la moneda digital a través de la cual se efectúan los pagos, y depositar el dinero en el monedero virtual de la página.

El sistema de cobro establecido en estos mercados evita el fraude. Si el consumidor ha hecho más de diez compras y ha comentado y valorado los perfiles de los ofertantes, podrá pagar bajo fianza, un sistema que en este mundillo se conoce como escrow. Una vez que el comprador ha recibido la droga, libera los Bitcoins del monedero y el vendedor puede cobrar la venta.

Caudevilla confirma que “estos mercados suelen operar, normalmente, con Bitcoins u otro tipo de monedas digitales”. Víctor Escudero es consultor informático y trader de Bitcoins. Contactamos con él a través de un correo facilitado por el administrador de Bitcoin España. Empieza la entrevista dejando claro que el uso de la moneda para el pago en actividades ilegales es muy reducido si se compara con la utilización de esta divisa dentro del marco de la legalidad. “Cerca del 90% de los usos del Bitcoin son lícitos, lo que pasa es que si un cinco por ciento se encuentran al margen de los aspectos legales, eso será lo que se destaque en las noticias de los medios de comunicación generalistas”, explica durante una entrevista mantenida vía Skype, añadiendo a continuación que “hoy en día la mayor parte de la droga se compra en dólares y no por eso el dólar es una mala moneda”.

Desde su creación en el año 2009, el uso del Bitcoin no ha parado de experimentar un crecimiento constante. Según datos de Blockchain, una página web creada en 2011 con el objetivo de hacer un seguimiento de la evolución de la moneda digital, se han registrado durante el mes de abril cerca de 3,2 millones de transacciones, una media que supera los 106.000 movimientos al día. Estas cifras se alejan mucho de las registradas durante el mismo mes del año 2014, cuando se alcanzaron los 1,9 millones, un 40% menos.

Escudero explica que el Bitcoin es “una nueva moneda” que se ha creado “pensando en que pueda funcionar en un entorno que no tenga la necesidad de estar respaldado por un banco central, sino que la confianza de esta moneda sea de toda la gente y los usuarios que la utilizan”. El trader no duda en resumir las ventajas en la utilización de la divisa digital: “Las comisiones son menores y el pago es más rápido que cuando utilizas una tarjeta; facilidad de uso; rapidez; posibilidad de pagar a través del teléfono móvil…”.

Pero, según señala el consultor informático, la verdadera joya de la corona se encuentra en el protocolo de seguridad: “Las transacciones con Bitcoins son mucho más seguras que cualquier movimiento que hagamos hoy en día en nuestra cuenta bancaria”. Escudero asevera que en los seis años que lleva la criptomoneda en funcionamiento “nunca se ha conseguido romper su protocolo de seguridad”.

Pero además, una de las características implícitas del Bitcoin desde su creación ha sido la volatilidad de su precio. Tan pronto la moneda alcanzaba una cotización de 1.151 dólares el 4 de diciembre de 2013, su máximo valor histórico, como caía hasta los 727 dólares sólo tres días después. Desde comienzos de año, el precio ha parecido estabilizarse tras una progresiva disminución de su valor. Así, actualmente se encuentra fluctuando entre los doscientos y los trescientos dólares.

Escudero detalla que esta volatilidad se debe a que todavía es un “mercado inmaduro”. “Al haber un volumen pequeño de Bitcoins, en cuanto se producen una serie de compras grandes el precio se dispara automáticamente”, argumenta, añadiendo a renglón seguido que “aunque todavía haya variaciones diarias de cuatro o cinco euros” sobre el precio de la moneda, progresivamente se alcanzará “cierta estabilidad”.

En España, la aceptación de la criptomoneda va en aumento. El pasado 30 de octubre se abrió en Madrid, en un céntrico hotel de la ciudad, el primer cajero Bitcoin en todo el territorio nacional. Además, a principios de ese mismo mes arrancó en la Milla de oro de la capital, que discurre por toda la calle Serrano, la iniciativa Calle Bitcoin. Más de una veintena de tiendas, hoteles y restaurantes se unieron al proyecto y comenzaron a aceptar esta nueva divisa digital como forma de pago en sus establecimientos.

Sin embargo, todavía hay mucho trayecto que recorrer. A pesar de que para el consultor informático “España está bien posicionada”, hay países europeos –Alemania y Países Bajos– que todavía nos llevan ventaja. A nivel global, estamos bastante por detrás de China o Estados Unidos. “Todavía nos faltan empresas grandes y reconocidas que acepten el Bitcoin”, dice.

“La moneda digital está ya triunfando en USA, Canadá, UK, Países bajos y Alemania. Nosotros vamos en segundo lugar junto a Francia e Italia, nada nuevo. Nos hemos acostumbrado a que sea el mundo anglosajón el que invierta en riesgo. Es llamativo que de los más de 100.000 negocios que admiten hoy el Bitcoin como medio de pago, en España no haya más de 200”, explican desde AvatarBTC, el primer portal creado para comprar y vender Bitcoins en España. Tienen muy claro el motivo: “España está muy bancarizada”. “Pensamos que hasta que un banco no muestre el mínimo interés en facilitar la copia y el uso, el crecimiento será muy lento”, opinan a través de un correo electrónico.

Gramos entre las cartas

Julio está a un solo paso de formalizar la compra. Sólo le falta enviar al vendedor su dirección de correo postal a través de un mensaje cifrado utilizando un sistema de código PGP. En cuanto pulse el botón de enviar, tan sólo le queda esperar. Los envíos que Family_Medellin realiza al viejo continente suelen demorarse entre 8 y 16 días, dependiendo del país. Al menos eso asegura en las condiciones establecidas en el perfil de venta. “América del Norte: 10-15 días. Mundial –refiriéndose a países que no sean Estados Unidos, Canadá o aquellos pertenecientes a la Unión Europea–: 10-21 días”, reza la información destinada a los clientes que hace pública a través de su muro personal en la página.

Caudevilla abre un programa que tiene en su ordenador de la consulta en la que trabaja para explicar el funcionamiento de cifrado: “Imagina que queremos mandarle a esta persona mi dirección y mi nombre con un mensaje encriptado. Metemos en esta celda su correo y, justo debajo de nuestro mensaje, introducimos esta clave que nos ha dejado el vendedor en su perfil. Pinchamos en cifrar y enviamos. Cuando él lo abra, sólo tiene que darle a descifrar y listo”. El doctor asegura que ese mensaje “sólo lo podría descifrar esa persona”.

La droga será enviada a través del correo postal. “Toda la droga te llega por correo”, confirma Caudevilla, que, valiéndose de un sobre grande y una revista, explica gráficamente el procedimiento: “Si lo que vas a recibir es un gramo para consumo propio te va a venir en una bolsa al vacío dentro de un folleto –dice mientras muestra una revista relacionada con el cannabis terapéutico, una de sus especialidades– y en un sobre”. “Las probabilidades de que detecten eso son cero”, sentencia el experto en drogodependencias.

“Si tú compras cinco kilogramos de alguna sustancia –dice el médico– las probabilidades de que los detecten son mucho mayores”. Caudevilla confirma que en algunas páginas de la Deep Web se venden estas cantidades, aunque apostilla que desconoce “cómo llega al consumidor, cómo vienen envueltas”.

El correo es la principal herramienta de transporte de sustancias estupefacientes. Según datos de la Organización Mundial de Aduanas (OMA), recogidos en su informe anual Illicit trade report 2013, un 45% de las drogas incautadas durante el año 2013 en todo el mundo fueron localizadas en la correspondencia postal. En total, más de 23.400 incautaciones, una cifra muy por encima de las 8.100 que se transportaban en vehículos y de las 6.000 por vía aérea. Este informe también hace referencia al uso del correo como vía de entrada de las drogas compradas por Internet: “Las nuevas sustancias que inundan los mercados plantean importantes problemas de identificación e interceptación, especialmente las que se compran a través de Internet y son transportadas utilizando el servicio de correo postal”, reza el texto.

Desde el gabinete de prensa de Correos explican que la empresa tan solo controla los envíos de origen, es decir, los que salen de España hacia otros países. Sin embargo, apuntan que los que les llegan al Centro de Tratamiento Internacional (CTI) del Aeropuerto Adolfo Suárez-Madrid Barajas, punto neurálgico de entrada de toda la correspondencia de la empresa procedente de otros países, ya han pasado previamente los convenientes controles aduaneros en el centro de carga aérea del aeródromo.

Los agentes del Servicio de Vigilancia Aduanera (SVA), un organismo dependiente de la Agencia Tributaria, son los encargados de detectar, entre otras cosas, la presencia de droga en el correo postal. Fuentes de la UGT explican, en conversación telefónica, que “no todos los paquetes que llegan diariamente pasan por escáner”. “Todo paquete que sale de España es pasado por rayos, sin embargo esto no es así con todos los que entran, que deberían haber sido controlados en origen”, detalla.

Paco Quiroga, secretario de Relaciones Institucionales del Sindicato Independiente de la Agencia Tributaria (SIAT), argumenta por teléfono que es “imposible” pasar por los rayos diariamente toda la paquetería y las cartas. Tienen un gran volumen de carga que, según indica el secretario del sindicato, debe ser “despachada antes de las 10.00 horas”.

Por esta razón, las autoridades de vigilancia aduanera efectúan procedimientos de revisión selectivos. El lugar de origen es uno de los parámetros que más influyen a la hora de controlar un paquete. De esta forma, aquellos que llegan desde países como Colombia, Argentina, Costa Rica, Venezuela o Brasil, por poner un ejemplo, serán tratados con mayor rigor.

“Se seleccionan en función del peso o del contenido que declara. Posteriormente se pasa por rayos para cerciorarnos de que no contiene nada extraño. Si finalmente detectamos algo raro, se procede a su apertura”, detallan desde UGT. En el caso de que se detecte droga en el interior del paquete, se remite una petición a los juzgados en la que se solicita efectuar esa entrega con autorización judicial. Es lo que se denomina entrega controlada: reparten el paquete al sospechoso y lo someten a un control con el objetivo de llegar al destinatario final.

Preguntado por la presencia de pequeñas cantidades de droga en las cartas, asegura que no ha visto nunca envíos procedentes de otros países con cantidades tan reducidas. “No he visto todavía cantidades de dos gramos, eso es indetectable”, asevera el agente de aduanas. El funcionario explica que el uso de la carta como vehículo de transporte se reserva para trapicheos a nivel nacional. “Una persona ha conseguido meter en España una cantidad considerable de droga y la mueve por el territorio nacional a través de las cartas”, reitera, sentenciando a renglón seguido que “nadie mandará un sobre con dos gramos desde Sudamérica”.

A Paco Quiroga sí que le constan estos pequeños envíos de droga. “Lo que se detecta en estos casos son sobres con cantidades minúsculas, dos o tres gramos, con direcciones falseadas o datos que no coinciden”, indica, y añade que “en estos casos no se procede a la 'entrega controlada' y sólo se realiza un atestado”.

El secretario de Relaciones Institucionales del Sindicato Independiente de la Agencia Tributaria ofrece datos del número de incautaciones en el centro de carga de Madrid-Barajas: “se están detectando algo más de 200 envíos al año que contienen sustancias estupefacientes”.

Según los datos facilitados por la Agencia Tributaria, entre los años 2013 y mediados de 2015 se han incautado en el aeropuerto madrileño cerca de cuatro toneladas de droga. Esta cifra alcanza los 324 kilogramos de sustancias estupefacientes en lo que va de año.

Un mercado en expansión

En la actualidad hay unos 30 mercados de droga conocidos en la Deep Web. En todos ellos se comercia con sustancias estupefacientes. No son muchos, pero probablemente existan otros tantos ocultos en las profundidades de Internet. “Antes había sólo dos mercados, ahora hay veintitantos, con cada vez más cantidad de productos y usuarios”, asevera Caudevilla desde su consulta en pleno centro de Madrid, muy cerca de la estación de Atocha.

El tráfico de drogas por Internet ha aumentado exponencialmente en estos últimos años. A pesar de que el mercado online supone una parte ínfima de la economía que gira en torno a las drogas, Fernando Caudevilla explica que “tiene mucho potencial para crecer”. “Probablemente la tendencia será alcista, por lo menos esa es la sensación que da al ver la evolución de este tipo de páginas web”, detalla el doctor.

Esta expansión descontrolada puede observarse también en la velocidad a la que crece cada una de estas páginas. En apenas un mes pueden darse aumentos en el número de productos a la venta de entre el 14,5%, en el caso de mercados online ya consolidados, y el 1.940%, según los últimos datos de Digital Citizens Alliance, una coalición de consumidores, empresas y expertos en Internet enfocada a educar sobre las amenazas en la red.

Hasta finales de abril, los quince mercados más importantes de la Deep Web ponían a disposición de sus usuarios más de 43.000 ofertas de sustancias estupefacientes diferentes, según los mismos datos. De todas ellas, un 38,4% se encuentran alojadas en Agora Market y un 18,8% en Nucleus Market. Entre las dos se reparten más de la mitad del negocio en Internet.

Es un mercado extremadamente volátil. Tan pronto cierra una página como aparecen cinco nuevas que tratan de absorber el volumen de mercado que ha quedado a la deriva. Así, hace unos meses Agora Market y Evolution aglutinaban el 80% de todas las ofertas. “Ahora que ha cerrado Evolution, Agora no parece capaz de poder sostener a todos los clientes que le están llegando”, explica Caudevilla. Durante los últimos dos meses, la web atraviesa serias dificultades y se encuentra indisponible la mayor parte del tiempo, algo que está propiciando el crecimiento de otros mercados de menor tamaño como Middle Earth Market.

Atrás quedó Silk Road, calificado por el FBI como “el mercado criminal más sofisticado y extenso de Internet”, que supuso un punto de inflexión en la compra de sustancias estupefacientes en la red. En octubre de 2013, el FBI lo clausuró. La operación finalizó con la detención del administrador, Ross William Ulbricht, que fue condenado a cadena perpetua. Además, se incautaron Bitcoins por un valor de 3,6 millones de dólares.

“Silk Road marcó un punto de inflexión, por supuesto. Tanto a nivel de mercado, todas las páginas que operan ahora son una copia del modelo impuesto por Silk Road, como a nivel mediático”, apunta Caudevilla. Su verdadero éxito radicó en la imposición de un sistema de puntuación. El comprador, tras recibir la sustancia, podía dejar un comentario público en el perfil del vendedor con una puntuación en función de parámetros como la rapidez del envío y la calidad del producto. Esta nota obligaba al pequeño traficante a dar un servicio de calidad si quería seguir teniendo clientes.

El éxito de este mercado negro fue explosivo. Según el escrito de acusación contra Ulbricht, el sitio web tuvo unos ingresos por venta que rondaron los 1,2 billones de dólares. “Fue creada para aglutinar a compradores y vendedores de pequeñas cantidades de droga”, detalla vía correo electrónico la periodista canadiense Eileen Ormsby, autora del libro Silk Road.

Estos mercados son, en definitiva, un negocio rentable. Los vendedores ofrecen sus productos en más de una web diferente para tratar de obtener el mayor beneficio posible. “Sacamos cerca de 5.000 dólares de beneficio al mes –unos 4.900 euros–, pero porque acabamos de empezar y vendemos pequeñas cuantidades”, explica Family_Medellín, que asegura a renglón seguido que “se puede ganar mucho más”.

Los precios competitivos y la pureza de los productos ofertados por los dealers –expresión utilizada para referirse a los pequeños traficantes– determinan su éxito. Julio va a pagar 63 euros por tres gramos de cocaína, una cantidad que le costaría una media de 180 euros en cualquier plaza de venta de droga en nuestro país.

En Energy Control, un proyecto de la ONG Asociación Bienestar y Desarrollo, donde también trabaja Caudevilla, analizan muestras que reciben a través de estas páginas web. Por lo que explica el doctor, se ha confirmado que “las purezas suelen ser muy altas”. “Es lógico. El buen vendedor lo que quiere es tener lo más contento posible a sus clientes. No tiene mucho sentido adulterar los productos”, sentencia.

Entre las sustancias más ofertadas destacan las clásicas: cannabis, cocaína, speed y GHB. “Estas drogas supondrían un 80% del total”, señala el médico, que, preguntado por países, asegura que la mayoría de compradores y vendedores son de Europa, Estados Unidos y Australia. “Vendedores Españoles hay muy pocos”, sentencia.

El experto en drogas, cada vez que aborda el tema, recuerda que estas páginas no suelen ser “tiendas” que comercien con sus propios productos, sino “mercados” que ponen en contacto a compradores y vendedores de la misma forma que hacen otras plataformas como eBay o Amazon. Por cada venta, los administradores de la página se quedan con un porcentaje determinado. En el caso de Silk Road, estas cifras oscilaban, según detalla Ormsby, entre “el 3% y el 12%”.

Preocupación en Europa

El avance de estos nuevos mercados preocupa en Europa. Tanto es así que por primera vez en la historia la Estrategia de la UE en materia de lucha contra la droga (2013-2020) aprobada por el Consejo Europeo en diciembre de 2012 introduce, en los puntos 22.3 y 22.4, “la necesidad de responder con eficacia a la oferta de droga mediante la utilización de nuevas tecnologías”. “Deberá prestarse especial atención a las nuevas tecnologías de comunicación, al desempeñar un papel importante para facilitar la producción, comercialización, tráfico y distribución de drogas”, reza el texto.

Desde Observatorio de Drogas Europeo también se ha alertado en numerosas ocasiones del crecimiento de estos mercados ocultos en la red, tanto con trabajos individuales como colaborando estrechamente con la Europol en la elaboración del Informe sobre los mercados de la Droga en Europa. Sin embargo, desde el organismo rechazan hacer declaraciones al respecto y nos remiten a los trabajos puestos a disposición del público en su página web y al Plan Nacional Sobre Drogas (PNSD), un organismo dependiente del Ministerio de Sanidad español.

“Internet es un medio para la venta de determinadas sustancias que, precisamente por su accesibilidad y relativo anonimato, es necesario vigilar”, apunta Francisco de Asís Babín Vich, delegado del Gobierno para el PNSD, a través de un correo electrónico después de que el organismo rechazase la posibilidad de realizar una entrevista personal. El médico se muestra convencido de la necesidad de “actuar contra las páginas que ofertan productos fiscalizados que provocan adicción”, pero añade que también es necesario “estrechar los controles a los canales de distribución”.

Por el momento, la incidencia de estas nuevas vías de distribución en los hábitos de compraventa de sustancias estupefacientes en nuestro país es, según Babín Vich, “muy minoritaria”. Tal y como se desprende en el Informe 2013 del Observatorio Español de la Droga y las Toxicomanías (OEDT), elaborado con datos de 2011, un 1,4% de los encuestados, con edades comprendidas entre los 15 y los 64 años, aseguró haber adquirido nuevas drogas de síntesis a través de Internet.

Sin embargo, desde el PNSD no pueden ofrecer datos más específicos. “Las páginas que comercian con sustancias estupefacientes se alojan en un entorno que, en principio, es oculto. De ahí que sea tan difícil establecer estadísticas”, apunta el delegado del Gobierno en esta materia.

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Cuando se le pregunta por la venta de drogas en Internet, Babín Vich habla exclusivamente de nuevas sustancias psicoactivas porque, según él, son las que “mayoritariamente” se adquieren en la red. “Por el momento no hemos apreciado ningún aumento en los consumos de ninguna de estas nuevas sustancias”, apunta, añadiendo que esto “no es óbice para que no estemos vigilantes” y reiterando que “es imprescindible continuar con la vigilancia establecida” con el objetivo de “poder anticiparnos a la posible evolución al alza de este fenómeno”. “Existen países donde el consumo de estas sustancias, que se adquieren mayoritariamente por Internet, está empezando a rivalizar con las clásicas, adquiridas a través de los canales convencionales”, sentencia.

Pero la lucha contra estos mercados en Internet no se torna sencilla, de la misma manera que acabar con la piratería en la red es una tarea compleja que requiere un gran esfuerzo y colaboración. Y mucho más difícil resulta si los países no siguen las directrices marcadas desde las altas instituciones. La resolución 50/11 de la Comisión de Estupefacientes, dependiente de Naciones Unidas, marcó la necesidad de que los distintos gobiernos notificasen a la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes la incautación de sustancias encargadas por Internet, con el fin de determinar la dimensión del problema.

Sin embargo, este organismo asegura, en su Informe 2014, que sólo Estonia y Finlandia informaron el pasado año. “Me parece que frenar este negocio es como intentar ponerle puertas al campo”, concluye Caudevilla. “Creo que las autoridades ya utilizan una cantidad desproporcionada de recursos para intentar acabar con estos mercados. En mi opinión, creo que estos recursos deberían utilizarse para luchar contra la violencia derivada del tráfico de drogas en el mundo real”, apuntala su compañera Ormsby.

Julio (nombre ficticio) tiene 26 años y vive en España. No quiere detallar el lugar concreto en el que reside. Está sentado frente a la pantalla de su ordenador. Son las 17.30 horas y se dispone a acceder a Middle Earth para pedir tres gramos de cocaína por los que pagará 0,3 Bitcoins (BTC), que al cambio son, actualmente, poco más de 63 euros. Tras comprobar que el vendedor envía el producto a su país, algo que se puede ver en los perfiles de venta, decide comenzar con la compra de la droga que consumirá en cuanto la reciba en su buzón, generalmente oculta en un sobre entre papeles sin valor alguno.

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