El alcalde de Nueva York se libra de un caso de corrupción a cambio de plegarse a la Casa Blanca

Un juez desestima acusaciones de soborno y fraude contra el alcalde de Nueva York.

Patricia Neves (Mediapart)

Nueva York (Estados Unidos) —

En 2021, poco después de ganar las elecciones a la alcaldía de Nueva York, Eric Adams viajó a Ghana, la tierra de sus “antepasados”, en un viaje que iba a consagrar su increíble ascenso: el éxito de un niño negro que se convirtió en policía, hijo disléxico de una empleada del hogar, elegido para dirigir la ciudad más grande de Estados Unidos. Eric Adams lo ignora, pero ese viaje a África también podría sellar su caída.

Una caída que se perfila a lo largo de las 78 páginas de un duro auto dictado el miércoles 2 de abril en el caso de corrupción, fraude y financiación ilegal de campaña electoral que le acechaba desde septiembre. Un caso cuyos fundamentos jurídicos “sin precedentes”, como se lee a lo largo de la resolución, no han dejado de conmover a una ciudad acostumbrada a los escándalos.

No tanto por los hechos que se le imputan a Eric Adams, en particular los sobornos (algo más de 120.000 dólares) que habría recibido, entre otras cosas, en forma de viajes en primera clase ofrecidos por las autoridades turcas, sino por la posible intervención de la Casa Blanca en su caso. Adams, que debería haber comparecido el 21 de abril en Nueva York y haber explicado sus turbios vínculos con Turquía, no será juzgado.

El número dos del departamento de Justicia, Emil Bove, solicitó este invierno que se archivara el caso. Y en Nueva York, el miércoles, el juez que debía supervisar el juicio ejecutó el abandono definitivo de los cargos, aunque expresó “serias dudas sobre los motivos de archivo” esgrimidos por su tutela. Según sus propias palabras, Emil Bove no evaluó la naturaleza de los hechos ni “las pruebas materiales” reunidas contra Adams. No se pronunció sobre el fondo.

Bove señaló más bien el hecho de que el procesamiento “restringía” a Adams, impidiéndole dedicar toda su atención y recursos a la lucha contra la inmigración ilegal, una de las prioridades de Donald Trump. Ahora bien, los abogados de Eric Adams están acusados precisamente de haber canjeado la libertad de su cliente a cambio de ofrecer a la administración una colaboración en materia de política migratoria.

Adams, anteriormente una prometedora estrella del Partido Demócrata, estaría dispuesto a ayudar a Donald Trump facilitando las expulsiones de inmigrantes indocumentados, muy numerosos en Nueva York (casi medio millón de personas).

Adams clama su inocencia

El archivo del caso pone fin a varios meses de controversias que han llevado a la dimisión en cascada tanto de miembros del gabinete del alcalde como de los fiscales de Nueva York encargados de demostrar su culpabilidad. Irónicamente, los fiscales denuncian hoy a sus superiores y la existencia de un segundo pacto de corrupción. Todos ellos niegan los hechos.

En una breve alocución el miércoles, el principal interesado mantuvo su línea de defensa, alegando ser “inocente”. “Como he dicho hasta ahora, este procesamiento nunca debería haberse iniciado”, criticó Eric Adams en un tono muy solemne. “No he hecho nada malo. Los neoyorquinos no dejan de pararme por la calle” y quieren “entender la lógica que hay detrás de todo esto”, añadió con aire conspirativo, mostrando un libro ante las cámaras.

Adams dice que ha encontrado la lógica precisamente en un libro escrito por el actual director del FBI, un fiel de Donald Trump que denuncia un supuesto complot dirigido por los burócratas de Washington. Adams está convencido de que es víctima de una maquinación (política) cuyo objetivo sería castigarlo por criticar la política migratoria de Joe Biden.

Todos esos argumentos fueron refutados el miércoles en las 78 páginas del auto. “No hay ninguna prueba, ni una sola, de que haya habido motivos inapropiados” en el origen del procesamiento. El archivo del caso alimenta además la sensación de que existe una justicia de dos velocidades en Estados Unidos y que, se puede leer además, ahora se da un “tratamiento especial” a los responsables públicos cuando aceptan adherirse a las prioridades del gobierno.

He asistido [...] a lo que equivale a un quid pro quo

Danielle Sassoon, fiscal dimisionaria

“Cuando el departamento de Justicia o el presidente dan la impresión de poner la justicia penal al servicio de sus intereses políticos, se cuestiona la legitimidad de los procedimientos federales”, explica también a Mediapart Daniel Richman, profesor de derecho en la Universidad de Columbia, en Nueva York. Sobre todo si tal medida llegara a repetirse a mayor escala y marcara el fin de la independencia del poder judicial en Estados Unidos.

La alianza entre la administración Trump y Eric Adams habría tomado forma el 31 de enero, durante una reunión en Washington en la que estarían presentes Emil Bove, número dos del departamento de Justicia, los abogados de Eric Adams y los fiscales de Nueva York encargados de la acusación. Entre ellos, Danielle Sassoon, fiscal interina de Manhattan, quien a mediados de febrero confesó en su carta de renuncia que salió muy conmocionada de la reunión. “Asistí [...] al equivalente de un quid pro quo”, un intercambio de favores, denunció.

Para Adams, todo se acelera a partir de ahí. Sus abogados saben que Sassoon y su equipo tienen la intención de hacer públicas nuevas acusaciones relacionadas con un posible intento de obstrucción a la justicia.

Meses acercándose a Trump

Desde hace meses los defensores del alcalde cortejan a Donald Trump. Eric Adams, que consideraba a Trump “la vergüenza de la nación”, de repente cesó de criticar al presidente en público. En noviembre, lo llamó para felicitarlo por su victoria y luego fue a visitarlo dos meses después a Mar-a-Lago.

En ningún momento Adams dice haber hablado de sus problemas judiciales con el presidente, pero en diciembre, Donald Trump comienza a mencionar públicamente la posibilidad de indultar al alcalde de Nueva York. Ambos nativos de Queens, que crecieron en el Manhattan de los años 80, comprendieron rápidamente la utilidad de un posible acuerdo, tanto en el plano político como en el financiero. Trump se fue de Nueva York, pero sigue llevando parte de sus negocios allí.

Se dice que está especialmente interesado en la explotación de una famosa pista de patinaje sobre hielo del Central Park, que pronto será objeto de una licitación del ayuntamiento de Nueva York. Trump tuvo el control durante mucho tiempo, pero perdió el contrato de explotación, como represalia tras el ataque al Capitolio.

A mediados de febrero, cuando los fiscales de Manhattan se rebelaron contra su poder, Eric Adams decidió aparecer en televisión, en la muy conservadora cadena Fox News, junto con Tom Homan, encargado del control de fronteras. En una conversación surrealista, Adams confirmó ante millones de personas que “cooperaba” con la administración Trump, lo que aumentó aún más las sospechas.

Que un alcalde esté dispuesto a obedecer a una potencia extranjera es un problema. Los intereses de Turquía no son los intereses de Nueva York

Daniel Richman, profesor de Columbia

Sobre el terreno, esta cooperación —ese toma y daca— se manifiesta en la famosa prisión de Rikers Island, donde Adams ha abierto las puertas a los agentes de inmigración. Hasta ahora, solo los reclusos de esa prisión condenados por delitos “violentos o graves” eran entregados a los federales.

En otros lugares de la ciudad, el equipo de Adams también distribuyó a los empleados del ayuntamiento un memorándum muy criticado. El documento sugería, entre otros, que aceptaran las peticiones de los agentes de inmigración, es decir, que los dejaran operar incluso sin la autorización adecuada. En Nueva York, una ciudad santuario, los agentes del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) de Estados Unidos deben contar con una orden judicial para acceder a escuelas o refugios para personas sin hogar, en los que se alojan decenas de miles de inmigrantes.

“Las razones por las que se oyen tantos desmentidos sobre la existencia de una contrapartida [aceptada por el departamento de Justicia, ndr] es que sería inapropiado. Podría haber procedimientos disciplinarios”, estima Daniel Richman, profesor de Columbia.

Sobre el fondo del asunto, añade, “sin duda no es el caso de corrupción más grave” de la historia. Los presuntos sobornos “no eran tan elevados y los servicios prestados a cambio no eran tan importantes, pero que un alcalde esté dispuesto a obedecer a una potencia extranjera es un problema. Los intereses de Turquía no son los intereses de Nueva York”.

Viajes en business

Cuando Eric Adams viajó a Ghana en 2021, en primera clase con Turkish Airlines, no pagó casi nada. Según la acusación, la aerolínea, en parte propiedad del gobierno turco, pagó la mayor parte de la factura del alcalde de Nueva York (14.000 dólares). Adams habría viajado en condiciones similares, muy ventajosas, por todo el mundo, con Turkish Airlines. En Francia, entre otros, a Niza. En Estambul, se alojó en los mejores hoteles de lujo, en habitaciones a 3.500 dólares la noche, por una parte del precio. También se le acusa de haberse beneficiado de financiación ilegal, orquestada por la comunidad turca de Nueva York, durante su campaña de 2021, y de haber mentido en sus declaraciones.

A cambio, Adams habría aceptado ceder a varias peticiones de sus “amigos” turcos. En primer lugar, la de acelerar la apertura del nuevo consulado turco en Manhattan en 2021, a pesar de no cumplir la normativa de incendios. Adams también habría aceptado guardar silencio sobre el genocidio armenio en vísperas de las conmemoraciones de 2022, según la acusación.

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Aunque ahora está libre, su futuro al frente del ayuntamiento parece comprometido. Las próximas elecciones municipales se celebrarán en noviembre, dentro de unos meses. Adams anunció el jueves 3 de abril su intención de presentarse de nuevo como candidato independiente, a pesar de los numerosos llamamientos a su dimisión. Durante los dos últimos meses, caóticos, ha recaudado muy pocos fondos para una posible campaña, unos 19.000 dólares, apenas para viajar a Accra en primera clase.

 

Traducción de Miguel López

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