Los demócratas logran limitar sus daños ante la ola trumpista en un país más polarizado que nunca
Si hay que creer los resultados y proyecciones conocidos, el miércoles, el día después de las elecciones de mitad de mandato, Estados Unidos se encamina a una victoria republicana en la Cámara de Representantes.
En el Senado, el resultado es muy ajustado. Los demócratas podrían salvar el pellejo muy caro. Actualmente, el voto de la vicepresidenta Kamala Harris los mantiene a la cabeza con 50 escaños en cada lado.
Mientras que el miércoles por la mañana, según Associated Press, los demócratas tenían 48 escaños y los republicanos 48, aún faltaban por conocer los resultados en cuatro estados: Arizona, Nevada, Georgia y Wisconsin. Además, en Georgia podría ser necesaria una segunda vuelta el 6 de diciembre si ninguno de los dos candidatos, el demócrata Raphael Warnock y su rival republicano Herschel Walker, alcanza la mayoría.
Lejos de una ola roja –el color del partido de Donald Trump–, asistimos por tanto a una ola republicana en un país que sigue dividido. Parece que el modelo del pasado, según el cual las midterms son un referéndum para el presidente en funciones, ya no es relevante en 2022. Y los otrora estados indecisos, susceptibles de cambiar de bando según las encuestas, ya no lo son: Florida se ha convertido en un bastión republicano bajo el gobernador Ron DeSantis, probable rival de Donald Trump en la carrera presidencial de 2024, y Texas está a punto de serlo.
Como señala The New York Times, "Harry Truman perdió 55 escaños en la Cámara de Representantes en sus primeras elecciones intermedias; Bill Clinton perdió 53; Barack Obama perdió 63". Biden está muy lejos de esas derrotas, y esta media derrota demócrata en el Congreso parece ahora una victoria.