"Todo lo que le quedó a mi madre fue una maleta": los hijos de Gisèle Pelicot sentencian a su padre
Uno a uno, los tres subieron al estrado el lunes 18 de noviembre para comparecer ante el tribunal penal como partes civiles. Tres adultos, pero también tres hijos. Los dos hijos y la hija del matrimonio Pelicot. A su derecha, su madre, Gisèle, y sus abogados. A su izquierda, detrás de una vitrina y en un sillón tapizado, su padre, Dominique. La víctima a un lado, su principal violador al otro.
El juicio del caso Pelicot entra en su recta final. A primera hora de la mañana, comparecieron dos acusados para explicar lo que ocurrió en la noche en que cada uno de ellos acudió al domicilio de los Pelicot en Mazan, Vaucluse, invitados por Dominique, para violar a Gisèle, previamente drogada, ante el objetivo de una cámara. El tribunal penal juzgará a 50 personas en este caso. Los hechos se produjeron a lo largo de diez años.
Este lunes estaban presentes todos los acusados. Está previsto que las vistas finalicen en breve, seguidas de los alegatos de las partes civiles, luego las acusaciones y, por último, la defensa. Pero ahora, el tiempo judicial quedó como suspendido por un momento para escuchar las palabras de David, de 50 años, Caroline, de 45, y Florian, de 38, los tres hijos de Pelicot.
Los tres describen, con sus propias palabras, una familia “completamente destrozada”, “hecha trizas” y “como caída desde un 39º piso”.
El primero en hablar fue David, el mayor de los hermanos. Con las manos agarradas al estrado, relató la noche de noviembre de 2020 en la que su madre, por teléfono, le contó el horror: “Nuestra conversación duró cinco minutos, y me dijo lo más horrible de todo: que ese hombre del banquillo había entregado a mi madre a unos desconocidos para que la violaran”. A lo largo de su testimonio, David sólo se referirá a su padre como “ese hombre”.
Florian dice “mi padre”, mientras que Caroline se refiere a él como “Dominique”. Pero los tres consiguieron expresar a su manera la pérdida de un padre. Florian entre lágrimas: “Hace cuatro años que perdí a mi padre, hace cuatro años que mis hijos no tienen abuelo”.
“Quiero contar en esta sala lo que he perdido, a quién he perdido. He perdido a un hombre que, igual que mi madre, me dio una buena educación, valores, una columna vertebral”, dijo David. “Eso es lo que he perdido hoy, a quién he perdido, y hoy tengo la sensación de que toda mi infancia ha desaparecido, se ha borrado”.
Caroline, por su parte, ni siquiera menciona el tema, como si el duelo ya hubiera tenido lugar. En septiembre, ante el tribunal, ya había anunciado: “Ahora ya no quiero cargar contra mi padre. Los tribunales le juzgarán basándose en hechos y pruebas tangibles”.
Hacer desaparecer al padre
Volvamos a la historia de David, que se parece muchísimo a Dominique Pelicot. Explica el viaje que hizo al día siguiente de la llamada con su hermano y su hermana para reunirse con su madre en Mazan: “Los tres nos abrazamos y lloramos todo el camino. No entendíamos lo que pasaba, estábamos completamente aturdidos”. A su llegada, encontraron a su madre, “una mujercilla frágil, perdida, angustiada”. Fueron a la comisaría y les dijeron “que habían encontrado miles de vídeos en el ordenador del padre. Una vez más, nos sumimos en el horror”.
La pesadilla continúa en la casa de Mazan, donde se produjeron la gran mayoría de las violaciones. David continúa: “Decidimos deshacernos de todo lo que nos relacionaba con ese hombre. Vaciamos la casa en dos días. No tenemos fotos, ni álbumes familiares, nos hemos deshecho de su ropa y sus cuadros”.
Unos instantes después, Florian, el más joven, completa el cuadro. Acudió por segunda vez para “hacer la mudanza, desechar muebles”. Quería tirar todas las cosas de su padre, “llevarlas al vertedero”. “Pero mamá dijo: ‘No, tu padre no tiene nada que ponerse en la cárcel’. Así que me fui con mi madre a la cárcel, pero no de buen grado”, explica.
“Como hijo, lo que fue muy difícil fue ver que mi madre, a pesar del horror de los hechos, seguía recordando a este hombre, nuestro padre”, cuenta Florian al tribunal. Luego: “Mirando hacia atrás, ¿cómo te deshaces de cincuenta años de vida de un día para otro? De la noche a la mañana se esfumaron cincuenta años de su vida”.
“Mamá dejó la casa, sus recuerdos, algunos buenos momentos, y todo lo que le quedó fue una maleta y su perro. Una vida resumida en una maleta y un perro”, dijo David. Los hijos se turnaron durante esos primeros meses para acoger a su madre. David describe a una mujer “enérgica y dinámica” que, durante su estancia con ellos, daba largos paseos. “Yo le decía: ‘Mamá, cuando sales por ahí, ¿qué haces?’ Ella respondía: ‘David, salgo a pasear y hablo con ese señor, le pregunto por qué me ha hecho esto y si me lo merezco’. Luego me enteré de que durante estos paseos, ella gritaba su rabia”.
Sé que estaba sedada, lo sé, no es una hipótesis, lo sé
Caroline, la hija, se expresó con enfado ante el tribunal. “Me considero la gran olvidada de este proceso”, comenzó. La vida de la joven sufrió un doble revés en 2020. Primero, lo mismo que sus hermanos, cuando se enteró de lo que su padre había hecho a su madre. Luego, apenas veinticuatro horas después, la policía la citó.
El motivo era unas fotos suyas dormida medio desnuda que habían sido tomadas por su padre. Y desde entonces, esa misma pregunta la atormenta: ¿Dominique Pelicot solo hizo las fotos? “Durante el primer mes del juicio”, cuenta en el estrado con sus gafas de montura gruesa, “me di cuenta de que había estado pensando tanto en mi madre y no en mí, que me habían olvidado un poco del juicio”.
Y añade: “Sé que estaba sedada, lo sé, no es una hipótesis, lo sé”. El 8 de octubre, Pierre Peyronnet, marido de Caroline, declaró que para él “la cuestión no es saber si la drogaron, sino por qué la drogaron”.
En la vista del lunes, los dos hermanos de Caroline estuvieron allí para apoyarla. Primero fue David, cuando el presidente Roger Atara le pidió su reacción ante la declaración de su hermana de que su padre “fue más allá de tomar imágenes”. “Yo la creo”, responde sin dudar, y luego se dirige a su padre diciéndole: “Si tienes un poco de..., di la verdad sobre mi hermana”. Y un poco más tarde añadió: “Mi hermana está librando probablemente la batalla más dura de su vida y me gustaría decirle que siempre estaremos a su lado”.
Su hermano Florian se dirigió directamente a Dominique Pelicot: “Me gustaría entender por qué, y si tienes algo de humanidad o dignidad, me gustaría que le dijeras a Caroline la verdad. [...] Porque Caro, hoy, ya no vive, a mi hermana la recogí a pedazos... Cuando bajé y vaciamos la casa, mi hermana, cuando se dio cuenta de lo que pasaba, se hundió completamente y ahora puede reventar en cualquier momento."
Caroline no es la única que aún se hace preguntas. Céline, esposa de David, y Aurore, mujer de Florian, también fueron fotografiadas sin su conocimiento. Las investigaciones judiciales de la familia aún no han terminado: han surgido sospechas sobre el comportamiento de Dominique Pelicot hacia Nathan, el hijo de David. “Esa es la gran pregunta”, dijo David al tribunal. Luego a su padre: “Si te queda algo de humanidad, dime qué le hiciste a mi mujer, a tu nieto”.
Prueba de paternidad
Lo ocurrido a Nathan tiene un doble impacto en la familia. Aurore, la mujer de Florian, había oído por casualidad una conversación entre el abuelo y su nieto que le había dejado preocupada –algo sobre “jugar a los médicos”– y se lo contó a Florian, pero él no le dio importancia.
Entre lágrimas, Florian contó lo mucho que se culpa hoy. “Cuando Aurore me contó lo sucedido unos días después, la creí al instante. Como creo a mi hermana, como creo a Nathan. Pero no tuve la misma interpretación que Aurore, que sufrió abusos de niña. En ningún momento creí que Nathan estuviera en peligro. Con lo que sé hoy, habría cogido el teléfono inmediatamente”, explica.
La audiencia de Florian continuó e, irónicamente, aunque fue el único de los hermanos que dijo “mi padre”, surgió la cuestión misma de su filiación. El propio Dominique Pelicot sembró la duda, quien afirma que su mujer tenía un amante cuando él nació, aunque ella repite una y otra vez que el hombre en cuestión sólo se convirtió en su amante tras el nacimiento de su tercer hijo. “Soy quizás el que menos relación tenía con mi padre de los tres”, dice. Luego añade: “Sí, no me parezco en nada a mi padre, así que se plantea la cuestión”. Quiere una prueba de paternidad. El abogado de Dominique Pelicot responde que está de acuerdo.
¡Hiciste fotos a mi hermana, papá!
En cuanto al futuro, David declaró ante el tribunal: “La familia seguirá luchando y, sobre todo, esperamos que en el futuro podamos borrar de nuestra mente al hombre que está a mi izquierda”. Y añadió: “Lo que espero de este juicio es que las decisiones que tengan que tomar estén a la altura de nuestro sufrimiento. Quiero que estos hombres a mis espaldas y ese hombre del box sean castigados por lo que le hicieron a mi madre”.
Invitado a intervenir, Dominique Pelicot empezó diciendo que “no iba a objetar nada de ese sufrimiento”.
Y luego este diálogo final entre padre e hijo:
(Dominique) “Mantengo, espero, deseo, aunque ya no esté aquí, que tengáis pruebas de que no pasó nada...”
(David) - “¡Hiciste fotos a mi hermana, papá!”
–Porque estaba siendo chantajeado. La madre y la hija, eso es lo que me pidieron. Sólo quería decir que por favor aceptéis mis disculpas.
–“¡Jamás!"
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Esta misma certeza es sin duda la que mantiene hoy unida a toda la familia.
Traducción de Miguel López