Según el Ministerio de Defensa ucraniano, se han robado al menos 400.000 toneladas de cereales, se han encontrado cosechadoras del país en Chechenia, se han avistado barcos cargados de grano ucraniano en el mar Mediterráneo según la inteligencia ucraniana, se han ocupado granjas, se ha amenazado a agricultores y se han destruido silos en varios lugares alrededor de Lugansk. Desde hace semanas, numerosas informaciones hablan de saqueos de todo tipo en las cosechas ucranianas. “Rusia está llevando a cabo terrorismo agrícola en Ucrania”, subrayaba el analista político ucraniano Roman Rukomeda en Euractiv la semana pasada.
Agravery, la agencia ucraniana de noticias agrícolas, informaba de que los empleados de la gigantesca empresa agrícola Agro-Spivdruzhnict, 20.000 hectáreas de la región sur de Jersón, fueron obligados a mediados de abril a trabajar bajo las órdenes del ocupante. El 21 de abril, la activista ucraniana por los derechos humanos Liudmyla Denisova señalaba que, en Jersón, se estaban cargando de cereales en trenes “pertenecientes al ferrocarril del Cáucaso Norte” y que luego se dirigen a Crimea.
En el lado ruso, una pista reveladora: el 27 de abril, la Asamblea de Krasnodar, región situada frente a Crimea, publicó una resolución titulada: “Se prevé reaprovisionar el fondo de productos agrícolas con recursos procedentes de Ucrania”. La resolución señala que los diputados apoyaron la decisión de importar grano de la región de Jersón “parcialmente bajo control de las fuerzas armadas rusas en el marco de la operación especial en el territorio de Ucrania”. El saqueo de los productos agrícolas ucranianos “forma parte de la aplicación de la estrategia de apoyo estatal al complejo agroindustrial”, puede leerse. La declaración se borró posteriormente, pero aún puede verse en los archivos de la web.
Antes de la guerra, la región de Jersón estaba especialmente orientada a la exportación, con una producción a gran escala de trigo, maíz y soja. “Allí hay 300.000 hectáreas de tierra agrícola, es una de las regiones más productivas de Ucrania. El sector agrícola es sin duda uno de los objetivos de Vladimir Putin”, afirma Andrii Dykun, presidente del sindicato agrícola VAR.
Esta captación de riqueza está relacionada con el hecho de que “el ejército ruso se ha apartado de su actividad principal”, según el economista Boris Najman. “Es un ejército que siente que no tiene suficientes recursos y busca financiarse haciendo negocios. Es una institución pirata, que funciona con una economía depredadora. Esta es también la razón de su ineficacia militar y del calamitoso estado de su equipamiento: los gastos de mantenimiento se desvían”, subraya este profesor de la Universidad de París Est-Créteil, exasesor del gobierno ucraniano en las reformas económicas de los años 90.
“Hay una tradición de saqueo en el ejército ruso”, señala Jean-Sylvestre Mongrenier, investigador del Instituto Francés de Geopolítica (París VIII). “No es un ejército muy disciplinado. Existe un déficit estructural de suboficiales. Dejamos que ocurra como durante la operación Bagration del Ejército Rojo en el verano de 1944: los soldados saquearon y violaron en un ambiente general de caos”.
Además, las condiciones de la guerra no permitieron una siembra adecuada de los campos en las zonas ocupadas y combatientes, a pesar de que marzo-abril es precisamente la época de siembra. Las imágenes de satélite tomadas a mediados de abril y publicadas la semana pasada por la compañía Kayrros muestran que, en comparación con la misma época del año pasado, los campos están mucho menos llenos en el sur y el este del país. Las cosechas serán al menos un 35% inferior que en 2021, según el análisis de las imágenes. Según la Asociación de Productores de Cereales de Ucrania, la producción de cereales y oleaginosas (familia a la que pertenece el girasol) también se reducirá a la mitad.
En cuanto a las exportaciones, fuente clave de ingresos para el país, se paralizaron el 24 de febrero: casi 30 millones de toneladas de grano están bloqueadas desde entonces en el mar Negro y faltan en los países importadores de trigo rusos y ucranianos, lo que ha provocado una subida mundial en los mercados agrícolas. Nunca antes los precios del trigo y el maíz habían sido tan altos durante tanto tiempo. Al final de la semana estaban a 410 euros y 360 euros por tonelada, respectivamente.
Para este país, que antes de la guerra era el quinto exportador mundial de trigo, el cuarto de maíz y el primero de girasol, todo esto supone una catástrofe económica. Antes de la guerra, los productos agrícolas representaban el 40% de las exportaciones ucranianas y el 17% del PIB.
“Los rusos están utilizando la guerra para hundir la agricultura ucraniana, algo cruel”, afirma Mikhailo Amosov, miembro de la ONG medioambiental Ekoaction. “Si bien en Ucrania no hay hoy ningún problema alimentario, los países de Oriente Medio y de África tienen enormes dificultades debido al cese de nuestras exportaciones. Necesitamos ayuda para que nuestra actividad agrícola pueda desarrollarse libremente”.
La solución podría estar en el ferrocarril. En cualquier caso, esto es lo que defiende el economista Boris Najman; afirma que hay que establecer rápidamente un programa europeo para organizar la exportación de la próxima cosecha ucraniana por ferrocarril al final del verano. “Esto se puede hacer con los ferrocarriles polacos sin saturar la red: son trenes que circulan por la noche. Pero esto implica inversiones y hay una dificultad que superar: los anchos de vía no son los mismos entre los carriles ucranianos y polacos. Debe crearse un punto de transferencia en la frontera entre ambos países”.
Esta semana, el sindicato de agricultores ucranianos pidió el apoyo de las Naciones Unidas para introducir “convoyes azules” de barcos en el mar Negro.
Ucrania, un país de llanuras y chernoziom -“tierras negra” extremadamente fértiles que la convirtieron en un granero incluso en la época soviética- ha sido brutalmente aislada. En los últimos diez años, modernizó considerablemente su agricultura y los rendimientos han aumentado enormemente. Muchos países, sobre todo en torno al Mediterráneo, pasaron a depender de ella para su alimentación básica: el pan. Otros dependían de ella para alimentar al ganado. Como en el caso de la Unión Europea y de Francia en particular, que se abastecían de tortas de girasol de Ucrania para la cría intensiva de cerdos y aves de corral. Todos estos envíos salían de los puertos del Mar Negro.
Visto desde este prisma, la ofensiva rusa, dirigida hacia el sur y el este de Ucrania, adquiere una luz diferente. Con la toma del puerto de Jersón, en el Mar Negro, al principio de la guerra, y el bombardeo del puerto de Mariúpol, en el mar de Azov, hace 11 semanas, se está perfilando la voluntad de tomar el control de estos mares estratégicos, puertas de entrada al mercado mundial de las materias primas rusas y ucranianas.
Por supuesto, se trata sobre todo de una guerra librada en nombre de un pasado imperial y para reconstruir la unidad de la Unión Soviética. Si consigue conquistarlos, todos estos territorios del este y de la costa sur de Ucrania permitirían al amo del Kremlin unir la región separatista moldava de Transnistria, bajo control de Moscú desde 1991, la Crimea anexionada por la Federación Rusa a principios de 2014 y la parte del Dombás tomada por las tropas rusas ese mismo año.
Enorme potencial gasístico
Pero esta agresión no es ajena a la riqueza natural de Ucrania, gran parte de la cual permanece sin explotar. Es, sin duda, una forma muy eficaz de impedir que Ucrania explote los recursos de su suelo, subsuelo y fondos marinos, y de bloquear su desarrollo económico y su acercamiento a la Unión Europea.
En el mar Negro abundan los yacimientos de gas que podrían hacer perfectamente autónoma a Ucrania, o incluso exportar este combustible fósil, del que la UE seguirá dependiendo en gran medida hasta 2050, ya que su “transición” energética se basa por el momento en el uso prolongado del gas para compensar el fin del carbón, según las líneas generales del Pacto Verde europeo. Este potencial es aún más evidente si se tiene en cuenta que Ucrania ya cuenta con la infraestructura de transporte de gas más extensa del mundo.
Esta es la conclusión de un análisis de tres investigadores ucranianos publicado en 2020 en la revista de la Universidad estadounidense de Harvard. “Los considerables recursos naturales de Ucrania en el ámbito de la energía siguen estando infraexplorados e infrautilizados en la actualidad”, escriben, señalando que Ucrania tiene las mayores reservas de gas conocidas en Europa por detrás de Noruega. En 2019, ascendieron a 1,09 billones de metros cúbicos. La Agencia Internacional de la Energía (AIE) calcula que podrían ser cuatro veces superiores.
“Desbloquear estas reservas no utilizadas supondría un futuro revolucionario para el sector del gas y el consumo energético de Ucrania”, continúan los investigadores. Además, el país cuenta con una capacidad de almacenamiento de gas equivalente a un tercio de la capacidad total de almacenamiento de la UE-27, es decir, 31.000 millones de metros cúbicos, lo que lo convierte en un país clave en caso de crisis de suministro.
Al haber perdido parte de su territorio desde 2014 y ser incapaz de realizar inversiones a largo plazo desde entonces, el Estado ucraniano no ha explorado en torno a estos yacimientos y sigue dependiendo del gas importado para un tercio del consumo del país. Gran parte de estos depósitos marinos han escapado al Estado desde la pérdida de la península de Crimea. Otra parte de las reservas de gas se encuentra en el lado de la Isla de las Serpientes, en el noroeste del mar Negro: fue una de las primeras capturas del ejército ruso el 24 de febrero.
En 2012, el gobierno ucraniano designó a ExxonMobil y Royal Dutch Shell para desarrollar proyectos offshore en el mar Negro. Pero todo se detuvo en 2014, señala la AIE en un informe publicado en septiembre de 2021. Lo mismo ocurrió en 2015 para un proyecto de desarrollo de gas de esquisto en el Dombás, dirigido por Shell, que requirió 200 millones de dólares de inversión para la fase de exploración.
El mapa ucraniano de los hidrocarburos se solapa en parte con la ofensiva rusa: también se encuentran yacimientos de petróleo en el mar Negro, y la región minera de Donetsk tiene reservas de gas de esquisto (que se encuentra en la parte occidental de Ucrania). Las principales terminales petroleras son Pivdennyi y Yuzhni (ambas al este de Odesa), y el puerto de Crimea de Feodosia, del que Kiev ya perdió el control desde 2014.
Al igual que con el gas, la infraestructura es enorme, pero han faltado inversiones. “La mayor parte de esta capacidad no está actualmente en funcionamiento debido a una infraestructura envejecida, a las malas finanzas y a los daños de la guerra en el este de Ucrania”, señala la AIE.
Embajador en Ucrania de 2008 a 2011, Jacques Faure recuerda que el suelo ucraniano siempre ha sido de una riqueza considerable. “La República Socialista de Ucrania era, especialmente en torno al Dombás, uno de los principales centros mineros e industriales de la Unión Soviética, con importantes recursos en coque, hierro y carbón”. Y añade: “Hacerse con la costa del Dombás y tomar el control de los puertos por los que fluye el comercio internacional de Ucrania no es el detonante de esta guerra, pero es un elemento importante. El bloqueo del mar Negro y del mar de Azov puede poner de rodillas a este país. También es una guerra económica para hundir la economía ucraniana”.
Porque la economía ucraniana no ha hecho sino alejarse de Rusia desde la independencia del país en 1991. Hasta el punto de que Moscú es ahora sólo el tercer socio económico de Ucrania, por detrás de la UE y China. La intensificación del comercio con los Veintisiete fue lo que desencadenó el inicio de la agresión rusa en 2014: Moscú no quería el acuerdo de asociación entre Ucrania y la UE y obligó a Viktor Yanukóvich, el presidente de entonces, al que tenía bajo sus órdenes, a no firmarlo. Esto desencadenó las primeras concentraciones en la plaza del Maidán, la plaza central de Kiev.
Desde entonces, se ha firmado el Acuerdo de Asociación UE-Ucrania, y el comercio ha aumentado considerablemente. Kiev ya no se abastece de Gazprom, sino a través de sus socios europeos, y Rusia ha desarrollado su agricultura para no tener que importar de Ucrania. “A partir de 2014, Rusia reactivó sus capacidades de producción agrícola”, explica Jean-Jacques Hervé, ex agregado agrícola de la Embajada de Francia en Moscú. “Así es como se convirtió en el primer exportador mundial de trigo y como ahora compite directamente con la cuenca ucraniana”.
El exdiplomático no cree en la posibilidad de una toma de control del sector agrícola ucraniano. El país cuenta con unas 10.000 empresas agrícolas de más de 1.000 hectáreas y muchas compañías con amplias competencias.
En cambio, lo que le interesa al amo del Kremlin son los puertos de aguas profundas necesarios para las exportaciones a gran escala. Rusia sólo tiene una en la orilla oriental del mar Negro: Novorosíisk, al norte de Sochi. Hasta 20 millones de toneladas de carga salían de allí cada año. Ucrania tiene cinco puertos en el mar Negro: Jersón, Pivdennyi, Yuzhni, Odesa y Mykolayiv. Todos estos puertos permiten el embarque de buques de tipo Panamax que transportan entre 60.000 y 100.000 toneladas de grano a los mercados mundiales.
Si bien el control de estos puertos es un elemento importante de la estrategia de conquista de Putin, lo cierto es que esta guerra “es totalmente irracional” en cuanto a la explotación de los recursos agrícolas y fósiles, según Jean-Jacques Hervé. “Al declarar la guerra a Ucrania, Putin está declarando la guerra a una Europa que se considera decadente pero que es cliente del 80% de sus propias exportaciones. Está atacando a su principal cliente y bloqueando sus propias exportaciones de trigo, que suelen transitar por el mar Negro... El pensamiento de Putin no tiene nada que ver con el control de las materias primas”.
Motivaciones "geoestratégicas"
Más que hacerse con los recursos naturales ucranianos, el presidente ruso -que ya cuenta con las rentas de Siberia- intenta en realidad impedir que Kiev los explote.
La destrucción de Azovstal es un ejemplo macabro: este gran complejo siderúrgico de Mariúpol, donde se atrincheran los últimos soldados ucranianos que resisten el asedio y los bombardeos, podría haberse salvado. Pero en lugar de negociar el fin de los combates y salvar la estructura, Putin sigue adelante. Esto es un signo de un deseo de dominación que no tiene nada que ver con la racionalidad económica.
El mismo análisis hace de los hechos Jean-Sylvestre Mongrenier, especialista en cuestiones militares y geopolíticas: “Si el saqueo da a esta guerra una dimensión económica, los elementos territoriales, identitarios y simbólicos son mucho más fuertes. Las motivaciones de Putin son sobre todo geoestratégicas. El control del mar Negro forma parte de la estrategia de los mares cálidos, cuyo objetivo es extenderse hacia el Mediterráneo oriental, es decir, hasta Malta y Libia, y en zonas estrechamente relacionadas con el centro-este europeo. El presidente ruso está en una lógica de poder, no en una lógica de interés económico”.
En cualquier caso, esta guerra, que promete ser larga, arruinará a Ucrania e impedirá su desarrollo. Según los cálculos de Boris Najman, el conflicto iniciado en 2014 ha costado ya 50.000 millones de dólares a la economía del país. Esto supone un tercio del PIB anual de Ucrania. Esta vez, el impacto en la economía será mucho mayor. El PIB podría desplomarse este año entre un 30 y un 40%, estima el economista, en un país que sigue siendo pobre: la renta per cápita es de 3.000 euros al año.
Caja negra
Putin dice que invadir Ucrania fue la decisión "correcta" porque la OTAN era una "amenaza obvia"
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Las personas citadas en este artículo fueron entrevistadas por teléfono entre el 9 y el 12 de mayo de 2022.
Traducción: Mariola Moreno
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