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¿Quién miente más, Trump o el testigo de cargo? El valor de la palabra se sienta en el banquillo de los acusados

Donald Trump habla este lunes con los periodistas junto con su abogado Todd Blanche al final del día en su juicio penal.

Patricia Neves (Mediapart)

Nueva York (Estados Unidos) —

¿Penderá la primera condena penal de un presidente americano del contenido de una misteriosa fotografía? Fue una sorpresa en el tribunal penal de Manhattan el lunes 20 de mayo cuando los fiscales presentaron una de las pruebas finales, una fotografía que los abogados de Donald Trump habían tratado, sin éxito, de evitar que la vieran los miembros del jurado

En la imagen, fechada el 24 de octubre de 2016, el expresidente, en un mitin de campaña, aparece de espaldas. Son casi las ocho de la tarde. A los fiscales neoyorquinos no les interesa lo que Donald Trump hace en ese momento, sino que se centran en la presencia de un hombre al fondo: su guardaespaldas. El teléfono de su guardaespaldas está a punto de sonar.  

La fotografía es sólo un detalle, pero va al corazón de la acusación: la credibilidad del principal testigo de cargo, el hombre al otro lado del teléfono ese día, Michael Cohen, de 57 años, exabogado y sicario de Donald Trump. Descrito por sus cuestionables métodos –no siempre legales–, Cohen, el leal aliado, se ha convertido ahora en el enemigo jurado del presidente. Esta controvertida figura que ha mentido bajo juramento ante el Congreso americano, es sin embargo crucial para los fiscales. 

En Nueva York, Donald Trump es sospechoso de haber comprado por 130.000 dólares el silencio de Stormy Daniels, una actriz porno de 45 años con la que supuestamente tuvo una aventura una noche, relaciones sexuales en un hotel de Lake Tahoe en 2006, descrito hace unos días a los jurados con todo lujo de detalles por la propia Stormy Daniels. 

Acusado por el fiscal del distrito de Manhattan, Alvin Bragg, de falsificación de documentos, entre ellos once cheques y once facturas, Trump es sospechoso de haber camuflado el reembolso de 130.000 dólares. Esa suma no fue pagada a Stormy Daniels por Donald Trump, sino por Michael Cohen, a quien el expresidente reembolsó posteriormente por "servicios legales" supuestamente falsos.  

Según los fiscales de Manhattan, el objetivo de la transacción era influir en la campaña presidencial de 2016 encubriendo una relación que Donald Trump temía que tuviera repercusiones negativas.  

Entonces, ¿de qué habló realmente Cohen por teléfono con el guardaespaldas ese 24 de octubre de 2016? ¿Sobre los progresos realizados, como afirma Cohen, para resolver el asunto de Stormy Daniels? ¿O es que Cohen mintió? De hecho, ¿acaso no se quejó de ser acosado por un adolescente de 14 años, como afirman los abogados de Donald Trump basándose en los mensajes de texto intercambiados esa noche poco antes de las ocho?  

La fotografía presentada el lunes por los fiscales no permite decidir, y muestra los límites de un caso que depende únicamente de la palabra de Michael Cohen o de Donald Trump, ambos conocidos, irónicamente, por sus repetidas mentiras. 

Sin embargo, la defensa solo necesita convencer a un único miembro del jurado para evitar que Donald Trump sea condenado y posibles consecuencias para las elecciones presidenciales de noviembre. De momento, el caso, manipulado por Donald Trump, parece haberle beneficiado. 

La hora de la verdad y la intención

Las encuestas de los últimos meses vienen mostrando a Donald Trump como ganador frente a Joe Biden, incluso en los Estados clave que determinan las elecciones. El veredicto de Nueva York, que ya ha sido denunciado por Donald Trump, señalando ante las cámaras "una caza de brujas", puede ser crucial ya que el caso Stormy Daniels podría ser el único que llegue a juicio antes de las elecciones presidenciales. Trump tiene otras tres causas penales pendientes contra él. 

Pero, ¿es posible conseguir alguna verdad de un testigo que ha mentido sistemáticamente? Esta ha sido una pregunta constante en los últimos días en Nueva York, tanto para la defensa como para la acusación, en medio de la tranquilidad y la disciplina, casi demasiado perfecta y también, a veces, del cansancio de Michael Cohen, cuyo contra-interrogatorio duró más de dieciséis horas.  

"Sí, señora", "No, señor", las respuestas breves y a veces graciosas de Cohen contrastaban con el desorden de los argumentos de la defensa. Procesado, entre otras cosas, por mentir sobre el asunto de Stormy Daniels, Cohen se declaró culpable ante los tribunales de Nueva York, en una pieza separada por financiación ilegal en campañas electorales y otros ilícitos. 

Desde que en la primavera de 2023 se hicieran públicos los cargos presentados por el fiscal de Manhattan, Alvin Bragg, muchos han cuestionado, no obstante, la viabilidad de una "teoría jurídica" considerada "notablemente vaga" por la web especializada Lawfare, . 

Para Rebecca Roiphe, profesora de la Facultad de Derecho de Nueva York y exfiscal adjunta del distrito de Manhattan, el elemento clave es el concepto de "intención", la supuesta intención de Donald Trump de influir en la campaña presidencial de 2016. "Obviamente, este elemento debe probarse más allá de toda duda razonable." Donald Trump niega los hechos y sus abogados han evitado cuidadosamente entrar en el fondo del asunto. 

Durante la última semana, la defensa ha tratado de destruir a Michael Cohen por todos los medios posibles, calificándolo tanto de mentiroso sediento de venganza, como de ladrón corrompido por sus sueños de gloria (y dinero). La mayor parte del tiempo, Trump permaneció en silencio, con los ojos cerrados durante los debates, o pasando notas a sus abogados y susurrándoles instrucciones al oído como si estuviera al mando de su propia defensa. 

"¿Usted robó a la Trump Organization, verdad?" (por valor de 60.000 dólares), le preguntaron el lunes a Michael Cohen los abogados de Donald Trump durante una secuencia muy comentada. "Sí, señor", respondió Cohen. En realidad, Cohen infló los informes de gastos, que, según la acusación, ya habían sido inflados a su vez por Donald Trump y Allen Weisselberg, director financiero de la Trump Organization, para ocultar el reembolso de los 130.000 dólares pagados a Stormy Daniels. 

Debido al impuesto sobre la renta, Trump supuestamente pagó a Cohen el doble de esa cantidad, 260.000 dólares, además de otros honorarios por un total de 420.000 dólares. "¿Intentó Trump renegociarlos?", preguntaron los fiscales. "No", les contestó Cohen la semana pasada al inicio de su comparecencia cuando entró el jurado y el público. 

Cohen recordó que "estando sentado [en el Despacho Oval tras la investidura] con el presidente Trump, me preguntó si estaba bien, si necesitaba dinero. Le dije que no". En relación con Stormy Daniels, Trump le dijo entonces a Cohen que "lo consultara con Allen" (Weisselberg), el director financiero de la Trump Organization.  

Doce cheques, doce preguntas

Según Cohen, los términos del reembolso de los 130.000 dólares se habían acordado antes en Nueva York durante una reunión en la Trump Tower. Cohen recibiría el reembolso a lo largo de doce meses, según habría especificado Weisselberg en presencia de Donald Trump, por un supuesto "asesoramiento legal". "Así que creé una factura y se la envié a Allen", concluyó Cohen. Donald Trump firmó algunos de los cheques enviados a Cohen en 2017 desde la Casa Blanca, cuando ya era presidente. 

Cheque tras cheque, en una larga letanía marcada por la repetición –los fiscales hicieron las mismas preguntas por cada uno de los doce cheques–, los jurados vieron aparecer en la pantalla la firma de Donald Trump con rotulador negro. Allen Weisselberg, de 76 años, encarcelado en Nueva York por otro caso de fraude vinculado a la Trump Organization, se mantuvo fiel al "jefe". No testificará.  

Cohen, por su parte, asegura haber trabajado en total unas diez horas para Donald Trump en 2017. Insuficiente para justificar unos ingresos de 260.000 dólares. Para los fiscales de Manhattan, la publicación a principios de octubre de 2016 de imágenes que mostraban a Donald Trump entre bastidores en el programa "Access Hollywood" presumiendo de "agarrar a mujeres por el coño" fue lo que llevó a Trump a tratar de comprar el silencio de Stormy Daniels. "Es un desastre para la campaña", le habría dicho Trump a Cohen ante la amenaza de nuevas revelaciones.  

En Manhattan, el juicio ha mantenido en vilo a los principales medios de comunicación americanos durante un mes, con una cobertura minuto a minuto del proceso. Han ido también apareciendo durante toda la semana, en un desfile de lealtades y ambiciones, las principales figuras del Partido Republicano, como JD Vance, que se postula como posible candidato a la vicepresidencia. 

Como no se permite la entrada de cámaras en la sala, los periodistas tienen que madrugar mucho y llegar antes de las 6 de la mañana con la esperanza de conseguir sitio en la sala de retransmisiones. Las plazas se venden por varios cientos de dólares y han creado una especie de negocio paralelo a la entrada del tribunal.  

"Está usted obsesionado con Donald Trump", le preguntaron de entrada los abogados de la defensa a Michael Cohen. En cada momento de tensión, las teclas del ordenador entre los periodistas sonaban frenéticamente. "En aquel momento, estaba profundamente inmerso en el culto a Donald Trump", admitió Cohen, empleado durante diez años, de 2007 a enero de 2017, en Nueva York al servicio del "jefe". 

"Si el presidente Trump es declarado culpable, eso le beneficiaría [...] económicamente, ¿no?", concluyó el lunes la defensa en un último intento de desestabilizar el caso. “Es mejor que Trump no sea condenado”, dijo Cohen con una sonrisa. “Me dará más de qué hablar". Cohen sigue ganándose la vida con Donald Trump, ahora vendiendo su historia. 

Los debates terminaron el martes 21 de mayo. Al final, Donald Trump no quiso declarar. Se espera que el jurado comience a deliberar la próxima semana.

Donald Trump, tocado pero no hundido

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Traducción de Miguel López

 

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