Francia
Nicolas Sarkozy: las claves de su imputación por la financiación ilegal de la campaña de 2012
Judicialmente, ya puede hablarse del caso Sarkozy. El expresidente de la República Francesa, que estaba citado este martes 16 de febrero para declarar ante un juez del Tribunal de Grande Instance de París, salió horas después encausado por “financiación ilegal de campaña electoral”, una infracción que se castiga con un año de cárcel y una multa de 3.750 euros, por superar el techo de gasto legal permitido en la campaña de las elecciones presidenciales de 2012.
Mientras la ley le prohibía gastar más de 22,5 millones de euros, la instrucción ha puesto de manifiesto que Nicolas Sarkozy multiplicó por dos ese gasto, pasando por alto el principio de igualdad entre candidatos que rige el juego democrático en Francia, donde el legislador pretende evitar con ello que las elecciones se ganen a golpe de talonario (al contrario de lo que sucede en Estados Unidos, por ejemplo).
Porque, no sólo se atribuyeron al partido, a la UMP, montones de facturas, correspondientes a mítines de campaña y emitidas por la empresa de eventos Bygmalion, con el fin de “aliviar” los gastos (en más de 17 millones de euros) en que incurría el candidato, los jueces también han encontrado gastos adicionales ocultos: una “dolorosa” factura a favor de Agence Publics por valor de 1,5 millones de euros en concepto de un mitin gigante celebrado en Villepinte y otras facturas que despistó un auditor contable de la campaña (trenes, autobuses, camisetas etc.), por un importante todavía no precisado.
Para el partido de Los Republicanos (antes UMP), se trata de un conflicto de intereses inédito en la V República. La formación política –primera víctima del sistema de facturas falsas de Bygmalion y parte civil desde el verano de 2014– está presidida por uno de los 14 imputados en la causa, la más emblemática y sin duda la última (los tres jueces están a punto de concluir las investigaciones).
Pese a todo, al terminar de prestar declaración, Nicolas Sarkozy debió de respirar aliviado. Puesto que no se le imputa ningún delito por “uso de documentos falsificados”, “abuso de confianza” o “estafa”, dado que las investigaciones no han permitido concluir que el expresidente francés diese órdenes para ocultar ciertos gastos de campaña. Tampoco ha quedado demostrado que estuviese al tanto de la doble contabilidad que llevaba a cabo su equipo para engañar a las autoridades encargadas de fiscalizar la campaña. En concreto, en esos tres puntos, el juez no lo imputa, sino que lo declara testigo asistido (es decir que considera que “existen indicios que hacen probable” que hubiese podido cometer esas infracciones, pero ni son graves ni concordantes).
Por supuesto supone todo un alivio, aunque el enigma sigue sin resolverse: ¿Cómo el exjefe del Estado, que, en su último libro “confiesa tener problemas para delegar”, pudo pasar por alto una estafa semejante, casi industrial, y no adivinar los engaños de parte de su equipo? Una vez concluido el proceso de instrucción, que ha durado año y medio, gran parte de su equipo de campaña ha sido imputado; desde el profecto Guillaume Lambert (número uno de la campaña y que sigue negando cualquier implicación), hasta los “meros” auditores contables, pasando por Jérôme Lavrilleux (director de campaña adjunto que reconoció en la primavera de 2014 haber llegado a un acuerdo con la empresa Bygmallion)? Que hayan permanecido fieles o que desde ese momento le declararan la guerra, ninguno ha podido, sabido o querido poner en entredicho directamente al exjefe del Estado.
Por último, sobre el papel, estamos ante una infracción menor, recogida en el código electoral desde 1990, pero pocas veces aplicada por la Justicia penal, tal y como sucede ahora con Nicolas Sarkozy. El artículo 113.1, de aplicación tanto en los comicios municipales como en las elecciones presidenciales, prevé una pena de un año de cárcel y una multa de 3.750 euros al “candidato” que haya declarado “elementos contables minorados a sabiendas” o simplemente “superado el techo de gasto electoral” autorizado. Este último punto basta, a ojos de los jueces, para determinar la suerte de Nicolas Sarkozy.
A decir verdad, el gasto se superó, en términos jurídicos, cuando el Consejo Constitucional no aprobó las cuentas del candidato en el verano de 2013, por superar en 400.000 euros de entonces el techo fijado. Al escrutar las facturas, los sabios –y en primera instancia los inspectores de la Comisión Nacional de Cuentas de Campaña (CNCCFP)– ya habían detectado 1,6 millones de gastos “olvidados”, pero aún no tenían constancia de la sobrefacturación masiva de Bygmalion.
En el momento en que se reanudó la investigación, la Justicia, que tiene muchos más medios jurídicos y humanos, en comparación con la CNCCFP, ha constatado que “el excedente” irregular era de –como poco–20 millones de euros. Aunque lo superaba ampliamente. “¡Escalofriante!”, resoplaba el presidente de la Comisión ante el juez el pasado mes de noviembre. Fundamentalmente, ponías de manifiesto que Nicolas Sarkozy no había tenido en cuenta las advertencias.
El martes por la noche, su abogado y amigo Thierry Herzog (él mismo también encausado en el caso Bismuth) se congratulaba al ver a su cliente imputado por una infracción que calificada de “formal”. Después de recordar que Nicolas Sarkozy ya había abonado una sanción financiera de 360.000 euros en este caso (multa del Consejo Constitucional en 2013 por haber superado el gasto legalmente previsto estimado en aquel momento), Herzog adelantó su intención de “interponer un recurso”. Dado el importe real del gasto efectuado, Nicolas Sarkozy habría tenido que desembolsar millones de euros.
“Reuniones”
En el momento de escribir estas líneas, no había trascendido nada del cara a cara entre el juez Serge Tournaire y Nicolas Sarkozy, que dio comienzo el martes hacia las 9 de la mañana. Sin embargo, de la declaración prestada ante la Policía el 4 de septiembre se desprende ya la línea de defensa que ha permitido al excandidato evitar quedar imputado por “estafa” o por “abuso de confianza”.
Desde que comenzaron las investigaciones, Nicolas Sarkozy se ha centrado en una doble demostración: no, no estudió con detalle los gastos, puesto que delegó esta responsabilidad en otros, pero sí, sí pensó en los gastos, dando indicaciones para que se respetase el techo previsto. A grandes rasgos. El resto se le escapó.
- Una sola consigna:
“Mi única consigna era que no se superase el techo”, dice a los agentes el 4 de septiembre pasado. De lo contrario, Nicolas Sarkozy no se habría visto salpicado. “No vi ningún presupuesto, no designé a ningún prestatario de servicios. No tenía ninguna chequera”. O: “No me enseñaron ningún presupuesto. [...] Por tanto, no lo aprobé”. Simplemente “era trabajo de Guillaume Lambert controlar el gasto”. “El control de los gastos de mi campaña era responsabilidad de mi equipo [...], no había ninguna razón para que yo rehiciese el trabajo”. A falta de haber ordenado lo que sea, ¿cómo pudo no ver nada, no escuchar nada, no olerse nada?
- Los avisos de los auditores contables:
Un mes antes de la celebración de la primera vuelta electoral, saltaron las primeras alarmas. La nota, firmada el 7 de marzo de 2012 por el auditor contable de campaña y hallada por los investigadores, hace constar que los gastos presupuestarios (no necesariamente facturadas en ese momento) superaba ya el techo legal; recomendaba renegociar a la baja las tarifas de los prestadores de servicios y reducir las ambiciones en futuros mítines. Pues bien, Guillaume Lambert es tajante: transmitió la información a su “jefe”. “No me acuerdo de mi reacción ni de las consignas que pude dar”, responde Nicolas Sarkozy a los agentes. El equipo debió de renegociar con lo proveedores, entre ellos Bygmalion, las tarifas de los servicios prestados ya... Una versión poco creíble.
Después de la primera vuelta electoral, se celebró una segunda vuelta. En ese caso también el candidato “tomó nota del límite presupuestario”, según Guillaume Lambert. Pero esta vez, Nicolas Sarkozy desmiente firmemente haber leído la advertencia, de lo contrario, “lo habría anotado y dicho: 'Guillaume ten mucho cuidado, no vayamos a tener problemas”.
- Aceleración de los mítines:
Después de la nota del 7 de marzo, todo se aceleró. Y parece que es el mismo Nicolás Sarkozy quien lo pidió. El entonces director general de la UMP, Éric Cesari, lo escribió, negro sobre blanco, en un e-mail del 19 de marzo de 2012: “Querido Guillaume [Lambert], Jérôme [Lavrilleux] y yo hemos tomado buena nota del deseo del presidente de celebrar una reunión pública cada día a partir de la semana próxima...”.
A posteriori, Nicolas Sarkozy le dice a los agentes que “una reunión pública” no equivale necesariamente a un “mitin”, que entre los dos, “la amplitud de las prestaciones no tienen nada que ver”. Según él, estos desplazamientos, que se habían convertido en habituales, no implicaban un aumento automático del coste. “Tenemos bajo control la campaña”. Hemos visto explicaciones matemáticas más convincentes.
- Manifestaciones multitudinarias
En esencia, de la investigación se desprende que el mitin de Villepinte, que costó más de seis millones de euros (es decir, un 25% del gasto autorizado para toda la campaña), se facturó muy por encima de su coste real. No sólo se aminoraron los servicios de Bygmalion, sino también la factura de 1,5 millones de una segunda empresa de comunicación, que acudió a las tres reuniones parisinas (Agence Publics), y que se hizo desaparecer. ¿Cómo no ver semejante derroche de medios? “Desconozco cuánto cuesta una sala, el sistema de sonido y todo lo relativo a los materiales”, dice Nicolas Sarkozy a los investigadores.
En cuanto al hecho de recurrir a la Agence Publics, a espaldas de las autoridades de control: “Me entero por ustedes que estaban al frente de la organización (de los mítines parisino). No requería que yo tomase ninguna decisión al respecto”. Sin embargo, Guillaume Lambert ha señalado en varias ocasiones que recibió su visto bueno. Cuando los agentes le alertaron de los sobrecostes vinculados a la duplicidad Agences Publics-Bygmalio, Nicolas Sarkozy insiste: “Estamos hablando de prestaciones logísticas, materiales, de los que yo tenía conocimiento al ir al lugar [...] sobre los que no tenía ninguna comentario que hacer”.
- La elección inicial de Bygmalion:
Conocemos la cantinela. “Supe de la existencia de Bygmalion y de Event [filial encargada de los mítines dirigidos por Franck Atta], varios meses después de dejar el Elíseo”, le espetó Nicolas Sarkozy a los agentes. De Franck Attal, quien declaró que el sistema de facturación b se ideó en campaña, dijo: “No sabía quién era”. “No fue hasta mucho después cuando me enteré de que era él el que me daba el micrófono”, insistió el excandidato.
Si los chanchullos de Bygmalion han beneficiado a alguien, habría que mirar más bien a Jean-François Copé, amigo de Guy Alvez y de Bastien Millot, directivos de la empresa en aquel momento: “Por donde ha pasado Jean-François Copé, ha recurrido a Bygmalion”, suelta Nicolas Sarkozy. En la instrucción, sin embargo, nada hace pensar que el gran margen que obtuvo Bygmalion en la campaña presidencial fuera a parar a una caja negra de Jean-François Copé.
Presidente de la Comisión de Control:
En noviembre, el juez Tournaire tomó declaración al presidente de la CNCCFP. ¿Qué dice este exmiembro del Tribunal de Cuentas, nombrado en 2005? “[El candidato] no puede no ser consciente del despliegue de medios puestos en marcha: escenografía, arreglos en la sala, equipos de vídeo, muy importantes para el eco mediático”. Y François Logerot atribuye a Nicolas Sarkozy determinadas responsabilidad: “Podemos reprochar[le] que no interrogase él mismo lo suficiente a sus colaboradores para, eventualmente, tomas medidas que limitasen el gasto. Por ejemplo, espaciando en el tiempo las grandes reuniones públicas donde estaba presente. Recuerdo que en dos meses y medio, se celebraron 44, mientras que las previsiones iniciales, según las informaciones a las que pude tener acceso al inicio de la campaña, contemplaba la celebración de una quincena de mítines”. Casi un tercio de mítines menos. En ese caso, quizás el techo hubiese podido respetarse.
Sarkozy, imputado por la supuesta financiación irregular de su campaña electoral
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Traducción: Mariola Moreno
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