Francia da el primer paso para blindar el derecho al aborto en su Constitución
Hasta el último segundo se mantuvo la incertidumbre en el Senado. Tras dos horas y 45 minutos de acalorados debates bastante divididos, no había indicios de que la Cámara Alta fuera a aprobar el proyecto de ley que pretendía consagrar el derecho a interrumpir el embarazo en la Constitución añadiendo la siguiente redacción al artículo 34: "La ley determina las condiciones en que se ejerce la libertad de la mujer para interrumpir su embarazo".
Sin embargo, el Senado, dominado por la derecha y el centro, ha dado un gran paso. Este miércoles 1 de febrero aprobó la constitucionalización del aborto por 166 votos a favor y 152 en contra. El resultado fue ajustado y el texto votado no del todo satisfactorio. La Asamblea Nacional había adoptado en noviembre un texto, más acorde con las reivindicaciones de las asociaciones feministas, que consagraba "el derecho" al aborto.
A lo largo de la sesión, con un ambiente tenso, el tiempo fue esencial. La iniciativa, que se debatió en el marco de un nicho parlamentario reservado al grupo socialista (tiempo dedicado en exclusiva a un grupo para exponer sus propuestas, ndt), estaba programada para finalizar a las 20:45 horas, votación incluida. El presidente del Senado, Roger Karoutchi, recordó que si no se llegaba a la votación, la sesión se suspendería y se aplazaría varias semanas.
Toda la izquierda se vio obligada a desplegar sus argumentos lo más rápidamente posible, aunque ello supusiera retirar una intervención como la de Mélanie Vogel (Grupo Ecologista-Solidaridad y Territorios) o Laurence Rossignol (PS), mientras que la derecha jugó a ganar tiempo y se esforzó por multiplicar el número de intervenciones, a menudo redundantes.
La sesión también se interrumpió durante un minuto cuando cinco activistas feministas del colectivo Amazone, ataviadas con camisetas con lemas de apoyo a la constitucionalización del aborto, gritaron "¡Proteged el aborto!" durante la intervención del senador de extrema derecha Stéphane Ravier, quien las describió en su cuenta de Twitter como "histéricas izquierdistas".
Hubo un sinfín de referencias a Estados Unidos. Todas las mentes están marcadas por la histórica decisión del Tribunal Supremo, el pasado mes de junio, de anular la sentencia Roe vs Wade, que convirtió en 1973 el acceso al aborto en un derecho constitucional.
Los senadores se remitían a ese escandaloso acontecimiento para demostrar que en un abrir y cerrar de ojos puede desaparecer un derecho que se daba por sentado. O se referían a él por el contrario para recordar que Francia no es Estados Unidos, ni siquiera un Estado federal.
Anteriormente, en su discurso de apertura, el Ministro de Justicia, Eric Dupond-Moretti –que alabó el "trabajo constructivo y transparente" del Senado– había explicado que la revocación del derecho al aborto en trece Estados de EEUU tenía "un efecto electroshock". De ahí la necesidad de estar "vigilantes" para que "se preserve este derecho que tanto costó adquirir". También volvió a confirmar la disposición del Gobierno a apoyar "cualquier iniciativa parlamentaria que tenga por objeto constitucionalizar el derecho al aborto".
El ministro de Justicia se dirigió a quienes consideran que este derecho no está amenazado diciendo: "No esperemos a que sea demasiado tarde para defenderlo.”
La senadora Laurence Rossignol afirmó que quienes consideran que el aborto no está en cuestión "son muy optimistas". Durante el debate, Esther Benbassa (no inscrita) mencionó la amenaza que supone para el aborto la Marcha por la Vida, que recorrió recientemente las calles de París.
Se mencionaron otros ejemplos del extranjero. En respuesta a la moción presentada por Stéphane Ravier, el ministro Dupond-Moretti tomó la palabra para explicar que "nadie podía imaginar que los amigos del señor Trump pusieran en entredicho este derecho" y recordar que en la Hungría de Viktor Orbán, las mujeres que quieren abortar se ven obligadas a escuchar los latidos del corazón del feto, "una tortura". "Son sus amigos, el señor Orbán es su amigo...", añadió, dirigiéndose al senador Ravier, de Reconquête, partido de extrema derecha.
Mélanie Vogel, impulsora del proyecto constitucional rechazado por el Senado el pasado otoño por 139 votos "a favor" y 172 "en contra", defendió, entre otras cosas, el carácter ejemplar de la inclusión de este derecho en la Constitución, incluso a ojos de países extranjeros. Esta senadora mencionó a las mujeres maltesas, italianas, húngaras, chilenas e iraníes, en resumen, a todas las mujeres a las que se les prohíbe abortar o a las que se amenaza con cercenar este derecho. Y terminó explicando: "Soy profundamente consciente de que quienes voten hoy a favor de este derecho nunca se avergonzarán de su voto.” Desde la bancada de la derecha, Jacqueline Eustache-Brinio, contraria al texto, gritó: "los demás tampoco". Ambiente tenso.
A lo largo del debate, eran muchos los detractores del texto y lo hacían notar, a veces a gritos.
La ponente de la Comisión de Derechos, Agnès Canayer (Les Républicains), se esforzó en demostrar que este proyecto de ley es superfluo, "una falsa buena idea", y que el derecho al aborto está bien limitado.
Citó, mezclándolo todo, la ampliación de los plazos para interrumpir un embarazo, los profesionales autorizados a practicar abortos, la mejora de la cobertura financiera y la supresión de la noción de angustia o del periodo de reflexión previo.
Esta senadora invitó a sus colegas a no dejarse "atrapar en una lectura simplista y maniquea" y a no tocar la Constitución. "Ningún parlamentario piensa poner en tela de juicio el aborto en Francia. Ningún grupo político ha amenazado nunca al aborto. Es un error decir que Francia es comparable a Estados Unidos. En Francia, las leyes son iguales para todos.”
Agnès Canayer añadió: "¿Por qué no incluir mañana todos los derechos relacionados con la bioética o el final de la vida? La Constitución no es un catálogo de derechos de contenido ilimitado.”
En cuanto a Muriel Jourda (Les Républicains), dijo que no reconocía al Senado. "A menudo presumimos de cierta sabiduría senatorial". Sin embargo, "reaccionamos como vulgares tabloides ante un hecho que no nos concierne, que no nos atañe", refiriéndose a la decisión del Tribunal Supremo. "Nuestro voto no tendrá ninguna repercusión en Estados Unidos", añadió.
Corinne Imbert (LR) explicó que no conviene caer en la tentación de oponer "progresistas honestos a conservadores retrógrados" y menos aún ceder a las "sirenas atlantistas", tradición gaullista obliga, importando a Francia un debate político americano.
Por su parte, Stéphane Ravier (no inscrito), miembro de Reconquête, defendió una moción de censura previa (rechazada por todos los votos menos uno). A diferencia del Ministro de Justicia, a este senador de Bouches-du-Rhône no le conmueve la superación de las divisiones políticas para defender este texto. "Propongo cortar por lo sano esta instrumentalización de la Constitución y rechazar este texto incoherente e ideológico presentado, hay que recordarlo, por La France insoumise".
La Constitución no está concebida para enviar mensajes simbólicos a todo el mundo
En efecto, el texto votado a finales de noviembre en primera lectura por la Asamblea Nacional lo llevó la líder de los insumisos, Mathilde Panot, con el apoyo de la mayoría presidencial.
En cuanto al fondo, el senador explicó que se oponía a este texto "porque su inutilidad altera el espíritu de la Constitución. El Estado de Derecho se transforma en un cúmulo de derechos". Y añadió: "El aborto no está amenazado en Francia, incluso se ha reforzado, pero la natalidad sí está amenazada. El país no se declaró ayer en huelga general para prohibirlo.” También mencionó la cifra de 10 millones de abortos en los 48 años transcurridos desde la promulgación de la ley Veil (a la sazón ministra de Sanidad, ndt); se producen entre 200.000 y 210.000 al año, según el INED.
Otros desviaron el debate para convertirse en defensores a ultranza del aborto, como Marie Mercier (Les Républicains), que prefirió exigir no "un símbolo", sino medios para abortar, como "médicos, educación sexual...".
Les Républicains se dividieron durante el debate sobre este texto, considerado "superfluo" por el presidente del grupo, Bruno Retailleau, quien argumentó que "el derecho al aborto no está amenazado en su propia existencia en Francia por ningún grupo político". Para él, "la Constitución no está hecha para enviar mensajes simbólicos al mundo entero".
El centrista Loïc Hervé provocó las risas de la bancada de la izquierda cuando explicó que "una ley se hace y se deshace, pero la Constitución no se deshace tan fácilmente", justificando así involuntariamente la necesidad de proteger el derecho al aborto a través de la Constitución.
También se opuso a la rapidez con la que algunos querían aprobar el texto, a pesar de sus defectos. "Algunos tienen tantas ganas de introducir una referencia al aborto en la Constitución que están dispuestos a aceptar cualquier redacción", dijo.
Un avance histórico
Las senadoras Marie-Pierre de la Gontrie y Laurence Rossignol estaban dispuestas a votar a favor tal como está. Mencionaron la imperfección de la redacción de la enmienda de Philippe Bas (LR), pero la apoyaron, a pesar de todo. Porque un rechazo del Senado habría significado el fin del recorrido legislativo del texto.
Parte de la complejidad del debate reside en la redacción de la enmienda. Philippe Bas (LR), colaborador en su época de Simone Veil, es el ponente de la enmienda debatida. Quería que fuera más consensuada, sustituyendo la noción de "derecho" por la de "libertad". El senador explicó que quería mantener el "equilibrio de la ley Veil".
De ahí su deseo de "conciliar el derecho de la mujer a interrumpir su embarazo con la protección del feto". Añadió que "no existe un derecho absoluto", y que su redacción "permite al legislador no abdicar de sus derechos en favor del poder constituyente".
Al término de la votación, en la sala de conferencias, la liberal francesa Agnès Canayer se congratuló de que se hubiera celebrado el debate, pero dijo no estar "muy contenta" con su conclusión. Para ella, este texto "no añade nada" a las leyes ya existentes.
Otro estado de ánimo distinto era el de la ecologista Mélanie Vogel, que se congratuló del "avance histórico" de esta votación del Senado. "Se podía esperar, pero había que ganarlo”. Para ella, esta votación es "una victoria democrática". Se congratula de que "por una vez, en un tema tan importante como el derecho al aborto, el Senado no sea el único lugar que se opone a este avance".
Pero la batalla no ha terminado, ni mucho menos. "Ahora corresponde al Gobierno aprovechar esta oportunidad histórica presentando un proyecto de ley constitucional. La senadora preferiría evitar un referéndum y ofrecer así una plataforma mediática a los detractores del aborto.
Por su parte, Laurence Rossignol, aunque satisfecha, subrayó que aún quedaba mucho camino por recorrer antes de que este derecho se consagre realmente en la Constitución: "Estamos lejos de la meta", dijo.
A su salida del Senado, la ex diputada Albane Gaillot, impulsora de la ley que refuerza el aborto y actual responsable de su defensa en Planificación Familiar, lo consideró "una gran victoria para los derechos de la mujer". Pero espera que el texto "se mejore durante el proceso parlamentario".
En efecto, el texto aprobado en primera lectura por los senadores debe volver ahora a la Asamblea Nacional, con la complejidad que supone la reescritura de la enmienda. Debe ser votado un proyecto de ley constitucional en los mismos términos por ambas cámaras y luego sometido a referéndum para su aprobación definitiva. Un largo e incierto proceso.
Otra solución es que el Gobierno proponga su propio texto para evitar pasar por el referéndum. Philippe Bas (LR) habría preferido esta opción. Durante el debate, se dirigió a Eric Dupond-Moretti y le reprochó: "Usted dijo antes que sólo debía tocarse la Constitución con una mano temblorosa: la suya se quedó en los bolsillos”. El Ministro de Justicia juró haber hecho lo contrario.
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Traducción de Miguel López