Francia
Teodorín Obiang blanquea “cientos de millones” en París, dice la policía gala
Al cabo de un rato, los policías no pudieron seguir contando. Era demasiado, de modo que terminaron por dejarlo en “varios cientos de millones de euros”. Fue necesario escribirlo y volverlo a escribir, para entender mejor hasta dónde abarcaba la corrupción cometida por una sola persona. La expresión aparece tal cual en numerosas ocasiones en un informe elaborada por la Oficina central para la represión de los delitos financieros graves (OCRGDF, por sus siglas en francés), elaborado el 23 de junio de 2014 y relativo a la supuesta malversación de fondos realizada por el vicepresidente de Guinea Ecuatorial, una ramificación del caso que en el país vecino se conoce como el de los “bienes mal adquiridos”.
Desde 2007 y tras la ofensiva judicial emprendida por varias ONG (Sherpa, Transparencia Internacional, CCFD-Tierra Solidaria), la justicia trata ahora de dirimir de qué forma varios mandatarios africanos –de la República del Congo, de Gabón o de Guinea Ecuatorial– lograron amasar en Francia una fortuna cuya magnitud solo puede entenderse como un insulto a la situación de pobreza endémica constatada en los países que dirigen.
Siete años después, en lo que se refiere a Guinea Ecuatorial y a la dinastía de los Obiang, que gobierna con mano férrea desde 1979, la justicia ha encontrado mucho más de lo que podía imaginar. Es más, los investigadores han puesto en entredicho a uno de los principales bancos de Francia, la Société Générale, en el entramado que permitió que se esfumara el dinero negro.
La investigación se ha centrado sobre todo en un hombre considerado clave en la trama. Se trata de Teodoro Ngumea Obiang Mangue, conocido como Teodorín, hijo del todopoderoso presidente de Guinea Ecuatorial (Teodoro Nguema Obiang Mbasogo). Teodorín, de 45 años, es desde hace tres años vicepresidente del país, tras su paso por el Ministerio de Agricultura, de Agua y Bosques, entre 1996 y 2012. Oficialmente gana 80.000 dólares al año y, según el código penal guineano, no puede ejercer actividad comercial alguna.
Ahora bien, los cientos de actas levantadas por la policía judicial, los registros llevados a cabo en los apartamentos, bancos, despachos de abogados o de notarios, las misiones en el extranjero y las numerosas declaraciones de testigos presentan una realidad muy distinta. Dicha realidad podría resumirse como sigue: desde hace una decena de años, Francia ha sido el lugar elegido por Teodorín Obiang, imputado desde marzo, para blanquear; ha realizado adquisiciones inmobiliarias en París y gastado importantísimas sumas en tiendas de lujo y galerías de arte.
A modo de conclusión en el informe de 18 páginas, los investigadores de la policía judicial son categóricos: “Los fondos que Teodorino Obiang gastó [...] no pueden tener un origen lícito habida cuenta de las considerables sumas constatadas (varios cientos de millones de euros) en operaciones con origen, sobre todo, en el Tesoro público de Guinea Ecuatorial”. Y añaden: “La dimensión internacional (Francia, EEUU, Brasil) de las inversiones y su volumen (varios cientos de millones de euros) solo pueden explicarse por el pago de comisiones ilegales por parte de empresas que quieren trabajar en Guinea Ecuatorial o por la malversación de fondos procedentes del Tesoro Público de Guinea Ecuatorial”.
Algunas de las compras parisinas más espectaculares de Teodorín Obiang ya han hecho correr ríos de tinta. Por ejemplo, el palacete de... 4 000 m², situado en la Avenida Foch de París, que adquirió en 2005 por 25 millones de euros (a los que hay que añadir los 12 millones de euros que invirtió en la “transformación total” de las dependencias). Según una tasación reciente de dicha mansión, el valor actual del palacete es de 107 millones de euros.
La compra, que se efectuó desde una cuenta abierta en el banco Société Générale de Guinea Ecuatorial a nombre de “Téodoro NGUEMA OBIANG, Presidencia, Malabo”, se materializó a través de sucesivas sociedades pantalla, hasta un total de cinco, domiciliadas en Suiza y de las que Obiang es en realidad el beneficiario último. En su informe, la Policía se refiere a un “modo de financiación singular tratándose de un inmueble de uso privado”.
En el transcurso de la investigación, las autoridades de Malabo y sus representantes legales en Francia trataron de hacer creer que el palacete de la Avenida Foch era en la práctica un anexo de la embajada en París y por tanto con inmunidad diplomática. El 30 de septiembre de 2011, dos días después de que se llevase a cabo un sorprendente registro en la Avenida Foch, apareció como si tal cosa un letrero a la entrada del inmueble: “Anexo Embajada de Guinea Ecuatorial”. El régimen de Obiang aduce como prueba que se había producido la cesión de las dependencias de la residencia en beneficio del Estado de Guinea Ecuatorial y que supuestamente se hizo efectiva el 15 de septiembre de 2011.
La Policía cree que todo es una cortina de humo. Hablan de un “marco jurídico” con “varias incoherencias [que] muestran que el documento fue redactado con urgencia ante las operaciones judiciales en marcha”. A los investigadores no se les pasa por alto el subterfugio utilizado y se preguntan por qué ese documento de cesión, teóricamente firmado el 15 de septiembre de 2011, no lo vieron durante el registro, el día 28 de ese mismo mes... A menos que fuese redactado con posterioridad.
“El inmueble sito en esta dirección es un inmueble de carácter privado y en ningún caso una oficina diplomática en territorio francés como reclama el ministro de Asuntos Extranjeros. Este hecho pudo ser verificado durante el registro, que permitió hallar objetos, ropa y otros efectos personales pertenecientes exclusivamente a Obiang”, concluye sin ambigüedad la OCRGDF en su informe. El inmueble jamás figuró en el listado del Ministerio de Asuntos Exteriores del muelle de Orsay como perteneciente a representación diplomática alguna. Ni siquiera el propio Obiang aparece como diplomático en Francia.
“No hay que tener necesariamente una visión occidental de los hechos”
Si Teodorín fuese el representante de un país próspero y rico, no cambiaría en nada la naturaleza de los delitos de que se le acusa en Francia. Sin embargo, se encuentra, junto con su padre, al frente de un Estado muy rico en recursos naturales (hidrocarburos y madera), que la población no disfruta. Una población que hace años que se encuentra sumida en la pobreza más absoluta, lo que agrava más si cabe las sospechas de corrupción que le acechan.
El informe más reciente de la Organización para la Cooperación y de Desarrollo Económico, en lo relativo a Guinea Ecuatorial, señalaba el año pasado que el país ocupa el puesto 136, de los 187 países incluidos en el Índice de Desarrollo Humano de Naciones Unidas. Paludismo, infecciones respiratorias agudas o diarrea –enfermedades habituales en países muy pobres– son las principales causas de fallecimiento en niños menores de cinco años, el 19% de los cuales padecen malnutrición y solo el 76% cuentan con una cobertura de vacunas regular. Además, casi el 77% de la población ecuatoguineano vive por debajo del umbral de la pobreza, es decir sobrevive con dos dólares al día.
Sin embargo, Teodorín Obiang vive un poco más desahogado. Entre los “tesoros” descubiertos durante los registros efectuados en el palacete de la Avenida Foch, la Policía dio con 17 coches de lujo, Maserati, Bentley, Rolls Royce, Ferrari, Porsche o Maybach, por un valor total superior a siete millones de euros. La Agencia de recuperación de los activos generados por delitos ya ha vendido 16 de los 17 bólidos.
También se investigan lo que los investigadores llaman “gastos onerosos”. Los habituales para un hombre como Teodorín Obiang: trajes, relojes, joyas, cuadros o esculturas. “Las diferentes operaciones efectuadas en las principales tiendas de lujo (casas de alta costura, joyerías, galerías de arte...) superan los 150 millones de euros”, señalaban los investigadores, que detallaban algunos de los gastos más significativos: 28 relojes de Dubail por valor de 10 millones de euros, más de 100 piezas de la colección Bergé/Saint Laurent comprados por unos 18 millones de euros en la casa de subastas Christie's, varios lienzos de importantes maestros de la pintura por valor de varias decenas de millones de euros, según la ORCGDF. En total, 89 millones de euros.
Y contar con 4.000 m² en pleno París parecía no bastarle a Teodorin Obiang y a los suyos. La investigación policía también demostró que personas de su entorno pagaron, entre 2005 y 2009, casi 600.000 euros, a tocateja, en el hotel Crillon.
La cooperación internacional da idea del patrimonio considerado ilegal que Teodorín Obiang tiene por todo el mundo. La investigación ha llevado a la Policía y a los jueces a Brasil o a EEUU. Así, en Malibú (California), el vicepresidente de Guinea Ecuatorial cuenta con una villa de 30 millones de euros y no tuvo empacho en gastar sin miramientos para hacerse con objetos de la colección de Michael Jackson subastados en 2010 en Las Vegas, algunos de los cuales han sido encontrados en el palacete de París.
Las declaraciones de miembros del personal norteamericano de Obiang también han permitido descubrir que en cada estancia del jefe en California (prácticamente cada dos meses), desembarcaba con una maleta Louis-Vuitton atestada de dinero en metálico. Los testigos hablan de que todos los años traía varios millones de dólares de esa forma.
En una investigación financiera de tal calibre, saber en qué se emplea el dinero es una cosa, pero conocer de dónde procede y, sobre todo, por dónde pasa, es otra. Los agentes de la OCRGDF ya saben cuál es el origen (dinero público o procedente del pago de comisiones a cambio de concesiones públicas) y los circuitos que utiliza. En lo que respecta a estos últimos, todo apunta a un banco, francés, la Société Générale (que no ha contestado a las llamadas de este diario). En su informe, los agentes hablan incluso del “importante papel” que ha desempañado la Société Générale en lo que califican de “fraude de dimensiones internacionales”.
La historia con la Société Générale en Guinea Ecuatorial se remonta a finales de los 90, con la apertura de una filial en el país africano. Con una peculiaridad, el Estado se adjudicó el 30% del capital y el presidente en persona se reservó el 7% de las acciones. Además, la presidencia del Consejo de Administración del banco recayó sobre el ministro local de Economía.
Durante un registro efectuado en la sede parisina de la Société Générale, en la Defensa, en el departamento de "Banca de fuera de la Francia Metropolitana", se detectó una decena de desvíos de fondos entre los años 2004 a 2013. Además, emails internos prueban que el banco era plenamente consciente de los problemas que suponían los movimientos financieros en beneficio de Teodorín Obiang, llegando a recomendar el cierre de las cuentas. Sin éxito.
“Habría que esperar hasta 2010 y a la realización de una auditoría [...] para constatar que una parte de los fondos de las cuentas de Teodoro Obiang provenía del Tesoro Público ecuatoguineano sin que a la filial le consten los motivos de dichas transferencias y sin que los motivos mencionados sobre la orden dada para realizar la transferencia sean creíbles”, señalan, abrumados los policías en su informe. A fin de cuentas, este entramado contable ha sacado a la luz ingresos en la cuenta de Obiang hijo por importe de casi 100 millones de euros, entre 2005 y 2011, procedentes del Tesoro Público de Guinea Ecuatorial.
Charles B., exresponsable de lucha contra el blanqueo en el banco Société Générale, en su declaración del 28 de octubre ante los jueces anticorrupción Roger Le Loire y René Grouman, al frente del caso, aseguró que su departamento no podía involucrarse en los asuntos de la filial en Malabo. En el acta habla de “coto privado”. “En una entidad bancaria siempre es igual. Lo que se piensa en 'nada de movidas'”, confesó.
El exreponsable del departamento de África del banco, Axelle T. responde en términos muy distintos en su declaración ante los magistrados dos días despúes, el 30 de octubre de 2014, cuando los jueces le preguntaron si los movimientos bancarios de la cuenta de Obiang no se correspondían con actos “de corrupción o de tráfico de influencias”. “Quizás, pero no hay que tener necesariamente una visión occidental de los hechos”, respondió.
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Traducción: Mariola Moreno
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