Esta semana, todos nos hemos asomado a la vida de Tamara Falcó. Ha sido prácticamente imposible evitar conocer detalles de la traumática ruptura en fascículos casi diarios de la marquesa de Griñón con Íñigo Onieva. Y, mientras todos los ojos estaban puestos en el Instagram de la hija de Isabel Preysler y Carlos Falcó, el drama patrio sumó el pasado domingo otra ruptura más: la de Laura Escanes con Risto Mejide. Aunque las diferencias entre ambas relaciones son más que notables y el discurrir ha sido bastante opuesto, lo cierto es que en el final han encontrado elementos en común.
Lo primero es que ambas han acaparado el foco mediático: a poca gente en Twitter le importaba las elecciones en Italia y estaban compartiendo gifs y memes de Falcó y Onieva y Mejide y Escanes, mientras Giorgia Meloni quedaba relegada a un segundo plano. Después, el timing de ambas: unos y otros eligieron el pasado fin de semana para confirmar su fin. "Debe de haber algún tipo de cuestión de marketing los domingos por la tarde, porque en ese momento se hacen un montón de anuncios de este estilo", puntualiza Laura Pérez Altable, doctora en comunicación e investigadora de la Universitat Pompeu Fabra.
Y después cómo lo han hecho: a través de Instagram. Los dos, y para tristeza de revistas y programas del corazón, han elegido las plataformas sociales para dar la noticia. "Se está naturalizando informar de nuestra vida privada a través de redes y no pensamos en qué igual hay ciertas cosas que se deberían preservar en el ámbito privado", insiste esta experta, que recuerda que se publica desde que uno se ha prometido, como en el caso Falcó y Onieva, hasta la primera ecografía de un bebé.
¿Han cambiado las redes sociales la forma en la que informamos de nuestras vidas privadas? "Hay una confusión entre lo que es público, lo que es privado y lo que es íntimo. Antes lo teníamos más claro, pero ahora son tres conceptos que se han entremezclado y lo íntimo ha pasado a ser público", explica Oliver Serrano, psicólogo especializado en comunicación digital, que también insiste en que "hay mucha gente que tiene la necesidad de contarlo todo". "Se ha generado esa necesidad de publicidad en todo lo que nos ocurre. Sin poner filtro", advierte.
Si antes el famoso de turno recurría a una portada en una revista para anunciar un compromiso, ahora usa Instagram. Pero no hace falta ser duquesa o influencer para vivir episodios similares. "Como en cualquier ámbito, en este caso las redes sociales también han modificado nuestras relaciones intrapersonales", asegura Pérez Altable que observa elementos positivos pero también "tóxicos" en la introducción de este tipo de plataformas en nuestras vidas. Por un lado, permiten "mantener una relación a distancia de forma más sencilla" y también "acceder al pasado de tu pareja gracias a un archivo de imágenes y de publicaciones". No obstante, también está la parte de "poder controlar a tu pareja a través de redes" que "se puede ir un poco de las manos".
En el caso que nos ha traído hasta aquí, Tamara Falcó, también conocida por su faceta como influencer ultracatólica, abrió en su móvil la aplicación de Instagram para compartir una imagen con Íñigo Onieva y su anillo para anunciar que se casaba el pasado 22 de septiembre. Pero ni 24 horas le duró la felicidad. Al día siguiente, comenzaron a circular por redes unos vídeos del novio besando a una mujer que no era la marquesa de Griñón en un festival de música en EEUU. Y 48 horas después, en su perfil ya no quedaba ni rastro de la famosa fotografía, aunque ha mantenido (por lo menos hasta este viernes) el resto de imágenes con su ex. A las 72 horas apareció el otro protagonista: el empresario publicó un comunicado a través de Stories confirmando los cuernos, pidiendo perdón y afirmando que la quería "con locura".
Y también en Instagram Laura Escanes y Risto Mejide confirmaron que su famoso #toelrrato ya no lo era tanto. Ambos publicaron una fotografía juntos en blanco y negro dando la noticia. Eso sí, ni imagen ni texto era el mismo. El publicista incluso generó expectación con una cuenta atrás en una Historia acompañada de confeti y en el que se podía leer "se viene comunicado".
¿Hay que seguir usando el lenguaje de Instagram hasta para este tipo de anuncios? Pérez Altable reconoce que pensó que se trataba de una estrategia para anunciar algún tipo de proyecto: "Me parece un poco impensable que una persona anuncie su ruptura, no ya en Instagram, si no adoptando este lenguaje. Creo que dotarlo de este lenguaje, en una cosa tan seria, no es lo mejor. Es rebajar el tono".
El fenómeno del unfollow
Más allá del tono, ambas rupturas también nos deja otro fenómeno de la era de las redes sociales: dejar de seguir a tu pareja cuando se termina. Es más, Falcó, sin abrir la boca, confirmó que su relación con Onieva había terminado con el simple gesto de dejar de seguirlo, el temido unfollow. Horas después, hizo lo mismo el segundo en discordia, que como la marquesa de Griñón tampoco ha borrado las fotos juntos de su Instagram. En el caso de Mejide y Escanes, el publicista dejó de seguir a la influencer minutos después de la publicación, aunque este viernes la cuenta de la modelo volvía a figurar entre las personas que sigue.
Esta sutil acción se ha convertido para seguidores y medios de comunicación en uno de los detalles a tener en cuenta a la hora de dar veracidad o no a rumores de rupturas en el caso de personajes públicos. ¿Por qué es tan importante el hecho de dejar de seguirse en las redes sociales? "Es el reafirmante de que se ha roto totalmente. Pero es un poco estúpido", reconoce Serrano que pone como ejemplo el caso de Fernando Alonso y Raquel del Rosario que, tras romper su matrimonio, años después se siguen en Instagram y ambos se dejan comentarios afectuosos mutuos.
Para este psicólogo, en el caso de que una persona necesite este unfollow parte de que "el proceso de duelo es algo muy personal" y "depende de cada uno". En cambio, en el lado contrario, Serrano considera que mantener a una expareja en redes no tiene por qué ser perjudicial: "La herramienta no va a tener la culpa de si alguien se obsesione, eso dependerá de la persona. Si se ha tenido una mala separación, ciertamente la red social no es una buena ayuda".
La situación, en realidad, se podría comparar a lo que había antes, cuando las redes eran ciencia ficción. "Es como cuando antes se borraba el número de teléfono de tu ex", afirma Pérez Altable, que apunta que además ahora "se deja constancia de manera pública". Esta experta desconoce si, además, podrían influir otros elementos como evitar verlo "hasta en mi timeline".
Numerosos estudios apoyan esta teoría de que encontrarse a una expareja en Instagram tiene el mismo efecto que en la vida real. Una investigación de 2012 de la psicóloga Tara Marshall demostró que mirar el perfil de un ex en Facebook estaba estrechamente relacionado con sufrir mayor angustia por la ruptura y aumentaba los sentimientos negativos.
¿Compartimos demasiado en redes?
En ambos casos, la pregunta es evidente y trasladable a las personas no famosas: ¿es contraproducente anunciar a bombo y plantillo vía redes sociales detalles de nuestra vida privada? "Nos hace más vulnerables", matiza Serrano que señala que al compartir ciertos detalles de nuestra vida se abren "unos canales" en los que "cualquier persona puede comentar": "Hay gente que está preparada para gestionar esto, pero hay otras que les puede afectar enormemente a su autoestima y no hay mente que aguante eso".
Para este psicólogo, informar de noviazgos, compromisos, bodas o rupturas será "normal" si una persona "comparte todo", aunque recuerda que "se puede estar alimentando a la bestia" porque "a la gente le encanta pensar que le va a ir mal". "Cada uno debe establecer sus límites porque esta exposición permite que casi se metan hasta en nuestra casa", asegura Serrano.
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En la misma línea se mueve Pérez Altables. "Cuando compartes parte de tu esfera privada, y más en el caso de los personajes públicos, la pregunta debería ser: ¿dónde empieza tu vida pública y donde acaba tu vida privada?", explica esta experta.
Y los seguidores, ¿qué?
Y si en una relación siempre hay una parte que sufre. Si en la vida real suelen ser la familia o los amigos en común, en el mundo online están los seguidores. "A los seguidores les encanta. Es como leer el Hola, pero en Instagram", reconoce Serrano, que advierte que también hay gente "más extrema" que pone comentarios en las imágenes de la segunda pata de la pareja o se enfada.
Y lo cierto es que los datos avalan que el interés ha existido. Sólo hay que echar un vistazo a Google Trends para observar cómo los cuatro han dominado la conversación digital en los últimos días. Según datos de la plataforma de análisis de redes sociales Talkwalker recogidos por Vanitatis, se publicaron unos 2.000 tuits mencionando a Tamara Falcó sólo durante una hora de la tarde del pasado domingo. Y si se juntan los post o tuits que incluían los nombres de la marquesa y su expareja se ha llegado a una audiencia conjunta de más de dos billones de internautas en los últimos días.
Esta semana, todos nos hemos asomado a la vida de Tamara Falcó. Ha sido prácticamente imposible evitar conocer detalles de la traumática ruptura en fascículos casi diarios de la marquesa de Griñón con Íñigo Onieva. Y, mientras todos los ojos estaban puestos en el Instagram de la hija de Isabel Preysler y Carlos Falcó, el drama patrio sumó el pasado domingo otra ruptura más: la de Laura Escanes con Risto Mejide. Aunque las diferencias entre ambas relaciones son más que notables y el discurrir ha sido bastante opuesto, lo cierto es que en el final han encontrado elementos en común.