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Hacia un Instagram con filtros de verdad: por qué la red debería identificar las imágenes con retoques

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Instagram es, por antonomasia, el paraíso del postureo. Un postureo que suele ir acompañado de otro ingrediente: la perfección. No es sólo la imagen del desayuno ideal por las mañanas, sino también la cara sin poros abiertos, ni rojeces, ni granitos, ni mucho menos arrugas de la influencer, modelo, actriz o cantante de turno recién levantada con su café y su tostada de aguacate. Nadie se despierta así de normal, aunque las redes sociales lo quieran vender así. Es cierto que podemos pensar que todo el mundo entiende que esa fotografía lleva una preparación detrás, una parada en algún que otro programa de retoque y un último toque con el filtro de moda del momento, pero esta perfección irreal termina calando. Sobre todo entre los más jóvenes

Ante esta realidad, esta semana, Más País ha presentado en el Congreso una proposición no de ley para su debate en el Pleno para proponer a las plataformas que identifiquen "imágenes en las que la realidad se ha alterado con herramientas digitales". Aunque la iniciativa pone en el foco a todas las aplicaciones, lo cierto es que Instagram es la gran señalada. Contactos por infoLibre, la red social propiedad de Meta no tiene ningún comentario al respecto sobre este asunto. 

La pregunta es evidente: ¿es necesaria este tipo de regulación? Las expertas consultadas por infoLibre coinciden en su respuesta: sí. "Entiendo la propuesta y me alegra de que estos temas sean motivo de debate y quizás de legislación", afirma Susana Pérez Soler, periodista y doctora de Comunicación Digital por la Universitat Ramon Llull. "Millones de adolescentes pasan cada día horas pegados a Instagram consumiendo imágenes que no se corresponden con la realidad", profundiza Lorena Macías, experta en redes sociales e influencers y creadora de la cuenta @hazmeunafotoasi, un perfil que denuncia en forma de parodia el postureo influencer.

Según argumentan desde Más País, "hay una relación estrecha entre el uso de las plataformas, sus algoritmos y el impacto negativo en la salud mental de las personas usuarias". ¿Pero esta es la solución más adecuada? "Tengo dudas", confiesa Pérez Soler que apunta que etiquetar de forma automática es difícil por dos motivos: por un lado, "por la gran cantidad de contenido que se sube" y, por otro, por dónde se pone el límite: "¿dónde se pone la vara de medir: cuándo se aplica un filtro, como el París, o cuándo se retoca en Photoshop?". "Es difícil", admite esta experta.

¿Es posible lo que pide Más País? Su líder, Iñigo Errejón, aseguró tajante durante una rueda de prensa el pasado martes que Instagram ya lleva a cabo una revisión similar con "una cosa tan nimia como un pezón" y, por tanto, "lo puede hacer también con publicaciones de influencers" e "informar a quien la está viendo que están reproduciendo cánones de belleza irreales". Sin embargo, esto no es tan sencillo, tal y como recuerda Pérez Soler. "Es cierto que cuando hay un pezón se detecta, pero esto no es del todo cierto ya que hay errores: hay algunos que se escapan y otros que son identificados como tal que no lo son", afirma esta periodista que insiste en que se incrementaría exponencialmente la cantidad de información que tendría que procesar este algoritmo y terminaría "escapándose muchas fotos manipuladas". 

Pero estas etiquetas no son lo único que solicitan desde Más País. La formación también insta al Gobierno en esta iniciativa a desarrollar medidas legislativas encaminadas a "regular la transparencia en torno a los algoritmos para que cualquier usuario pueda conocer de primera mano los riesgos y problemas de salud mental que genera el uso de esta red social". Asimismo, exige garantizar que la Agencia de Supervisión de la Inteligencia Artificial española tenga un registro público obligatorio de algoritmos y poner en marcha campañas de sensibilización sobre los posibles riesgos que tienen este tipo de plataformas en la "salud física y mental". 

¿Es este el camino? "No es la única solución, pero es un buen lugar por el que empezar", señala Macías. Para la creadora de la cuenta @hazmeunafotoasi, también se le debería dar "a los jóvenes, y a la sociedad en general" facilidades para "cuidar su salud mental, herramientas para poder desarrollar el pensamiento crítico y por supuesto, una educación de base en la que no hubiese lugar para las descalificaciones físicas". 

Pérez Soler añadiría a esta iniciativa la necesidad de educar más y mejor en la "alfabetización mediática". "Siempre les digo a mis alumnos que tienen que consumir lo que ven en redes como si fuese cine o una revista de moda, es decir, que cualquier imagen que sale en una publicación profesional ha pasado por un retoque", reconoce esta experta que también recuerda que en Instagram pasa lo mismo: "No estamos ante la realidad de la influencer, estamos delante de lo que ella quiere que veamos"

No son las colas del hambre, pero también es importante 

Tras la presentación de esta proposición no de ley, el universo tuitero se cebó con Errejón calificando esta propuesta de trivial o inoportuna debido a la coyuntura económica actual. "Gracias a esto este año pasaremos menos frío en los hogares españoles", escribió un tuitero. El propio perfil de @hazmeunafotoasi, que compartió el vídeo de la rueda de prensa, tuvo que dar explicaciones en sus comentarios ante las críticas: "No voy a caer en la obviedad de decir que las colas del hambre o la inflación son problemas más urgentes que este. Pero en esta cuenta hablamos de influencers e Instagram, y cualquier atisbo de regulación en esta jungla es celebrada, venga del partido que venga". 

"Esto no me parece objeto de mofa", reconoce Pérez Soler que apunta a un "cierto desconocimiento", sobre todo por parte de un sector de la población que no ha nacido con redes sociales. No obstante, esta experta ve un ápice de esperanza: "También se burlaron cuando Errejón puso la salud mental sobre la mesa. Y las plataformas son un problema importante, más allá de la presión estética, y son perjudiciales para la democracia". 

"Me lo apuntó por privado una seguidora que es madre de una adolescente con TCA: el problema de la inflación o las colas del hambre es dramático para muchos hogares, pero para muchos otros es igual de dramático tener a alguien con TCA en casa", afirma Macías que recuerda que se le "bombardea a diario con imágenes de absoluta perfección" desde Internet, pero también en televisión o en revistas. "Cada problema, en su contexto, requiere de soluciones inmediatas", explica esta experta en redes sociales e influencers

Más 400.000 personas tienen TCA en España

Y lo cierto es que las cifras avalan que este problema no es para nada menor y que requiere de soluciones. En España, por poner sólo un ejemplo, hay registrados en la actualidad más de 400.000 personas, sobre todo jóvenes y adolescentes, padecen trastornos de la conducta alimentaria (TCA), según datos del Instituto de Investigación Biomédica de Bellvitge

Y hay más, porque esta iniciativa de Más País parte de informes internos elaborados por Meta que revelaron que la red social era dañina para la salud mental de los usuarios. Desvelados el otoño del año pasado por The Wall Street Journal, dejaron datos tan preocupantes como que "un 32% de las chicas dicen que cuando se sienten mal con su cuerpo, Instagram les hace sentir peor" o que "entre las adolescentes con pensamientos suicidas, el 13% de las usuarias británicas y el 6% de las estadounidenses apuntaron a que el origen de su pensamiento suicida era Instagram".

Además, en un estudio elaborado por Maldita Tecnología sobre la percepción de la privacidad de la sociedad algunas de las mujeres entrevistadas dejaron frases tan contundentes como que "yo también quiero ser influencer y que me quede así ese bikini, ahora encima es verano, todo el día, foto bikini, foto bikini" o "comparo el estilo de vida y dices: '¿por qué ella sí y yo no?' y 'ojalá yo'"

Así, tal y como recuerda Más País, estos efectos digitales generan expectativas "de una belleza inexistente en el mundo real": "De este modo, en los últimos años se ha disparado el número de intervenciones quirúrgicas y tratamientos estéticos que imitan los rostros generados a base de filtros digitales". Se ha creado así, gracias a los filtros de Instagram y también los de Tiktok y Snapchat, lo que la periodista Jia Torentino en un artículo de 2019 de The New Yorker denominó "rostro cyborgiano" que "comparte rasgos comunes: juventud, piel sin poros, pómulos altos y marcados, ojos de gato con pestañas largas y caricaturescas, nariz pequeña y labios carnosos y exuberantes". 

¿Serían útiles este tipo de etiquetas para intentar solucionar este problema? Las investigaciones sobre el tema no son concluyentes y generalmente sugieren que pueden tener diferente impacto según la persona. "Lamentablemente, esto siempre ha ocurrido: nuestras madres tenían de referente a las actrices de Hollywood, mi generación a las modelos de los 90 y ahora las influencers", asegura Pérez Soler que reconoce que "la presión estática en la mujer siempre ha existido".  Para esta experta la clave estará en el momento en que se cambie este mensaje y no por "decir que una foto ha sido retocada o no": "Esto cambiará el día que toda la industria deje de usar sólo cuerpos normativos. No es sólo Instagram: el cine, la moda, la publicidad… debe dejar de tener de referente a una mujer que es siempre alta y delgada". 

Noruega, Francia o Reino Unido ya cuentan con legislación

Pero la iniciativa de Más País no es nueva en Europa. Francia, Reino Unido y Noruega ya han comenzado a regular los filtros y retoques de las fotografías que se suben a las redes sociales. No obstante, hay una cosa que diferencia a la idea de la formación de Errejón de las ya existentes: mientras las ya existentes sientan la obligación en la influencer o la marca, Más País quiere que sea Instagram la que vigile y restrinja estas imágenes. "Veo más efectivo el modelo de Francia y Noruega", reconoce Pérez Soler que explica que así se está "ayudando al algoritmo" y también sería "un poco de autorregulación", eso sí, con todos sus inconvenientes: "a veces lo harán y otras no". 

Francia, que fue pionera en este campo, obliga desde 2017 a las publicaciones de moda a indicar si las imágenes han sido retocadas con algún programa de edición, como el popular Photoshop. En Noruega, desde el verano de 2021, cuentan con una ley por la que influencers y marcas deben avisar a sus seguidores si las imágenes que publican con fines comerciales llevan filtro o han pasado por algún programa de edición. El objetivo del Gobierno nórdico es promover cánones de belleza reales y reducir así la presión de la sociedad debido a "personas idealizadas en la publicidad".

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En Reino Unido, el organismo de autocontrol publicitario británico, la Advertising Standards Authority (ASA), impuso en febrero de 2021 límites a los filtros que usan influencers y marcas al considerarlos engañosos obligando a retirar el contenido cuando haya rédito. Esta decisión llegó en respuesta a la campaña  #Filterdrop (fuera filtros) iniciada por la maquilladora y modelo Sasha Pallari. Posteriormente, en enero de este mismo año, el Parlamento registró una propuesta, aún en trámite, similar a la de Noruega. 

Y España, ¿qué regula?

En España, Autocontrol, que es el organismo que regula estas cuestiones, no ha publicado ningún dictamen en este sentido. Aunque, tal y como apunta Más País en su iniciativa, los Presupuestos del año pasado incluía una enmienda de la formación para la creación de la Agencia Española de Supervisión de la Inteligencia Artificial que "todavía no se ha puesto en marcha".

Lo más similar que existe en nuestro país sería el código "patrocinado por" que, desde enero de 2021, la Asociación Española de Anunciantes y la Asociación para la Autorregulación de la Comunicación Comercial obliga a colocar en aquellas publicaciones pagadas o patrocinadas. "Se debe etiquetar correctamente la publicidad, para que sepamos identificar cuándo un contenido es publicitario", recuerda Macías. "Y a veces los influencers lo ponen y otras no", matiza Pérez Soler. No obstante, esta experta, en el caso de las imágenes manipuladas, lo ve como "un primer paso" como "buena praxis" y para "educar", aunque seguiríamos teniendo "polémicas". 

Instagram es, por antonomasia, el paraíso del postureo. Un postureo que suele ir acompañado de otro ingrediente: la perfección. No es sólo la imagen del desayuno ideal por las mañanas, sino también la cara sin poros abiertos, ni rojeces, ni granitos, ni mucho menos arrugas de la influencer, modelo, actriz o cantante de turno recién levantada con su café y su tostada de aguacate. Nadie se despierta así de normal, aunque las redes sociales lo quieran vender así. Es cierto que podemos pensar que todo el mundo entiende que esa fotografía lleva una preparación detrás, una parada en algún que otro programa de retoque y un último toque con el filtro de moda del momento, pero esta perfección irreal termina calando. Sobre todo entre los más jóvenes

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