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Cine

'La llamada', fe en la adolescencia

Macarena García y Gracia Olayo en 'La llamada', de Javier Ambrossi y Javier Calvo.

"Lo hacemos y ya vemos." Los guionistas, directores y actores Javier Ambrossi y Javier Calvo no dudaron en tatuarse esa frase. Se ha convertido en su lema, una reivindicación de osadía adolescente que se han propuesto conservar aunque el primero pase de los 30 y el segundo no ande muy lejos de alcanzarlos. Tienen un buen motivo: les ha funcionado. Es el estribillo de la canción central de La llamada, la obra de teatro que llevaron en 2013 al hall del Teatro Lara, en el centro de Madrid, y que en ocho funciones pasó a la sala principal por petición popular. Allí sigue, sumando espectadores a los 300.000 que ha conquistado. Y el leitmotiv es también el nombre de la empresa que han fundado para llevar a las pantallas la versión cinematográfica de la obra. Lo han hecho: el jueves se estrena en la Gala TVE del Festival de San Sebastián y el viernes estará en salas. 

"Está saliendo todo muy bien. No nos lo esperábamos, pero todavía queda lo más importante, que es que le gusta a la gente", dice Calvo, a bordo de un AVE, en uno de los muchos viajes que han emprendido estos días de promoción. Pero parece ganado: La llamada se anuncia ya como un éxito de taquilla. Ambrossi y Calvo, conocidos como los Javis, cuentan con el apoyo de la crítica y con el de los fans. Porque, sí, la obra de teatro cuenta con seguidores que han ido a verla varias veces —los directores hablan de dos devotas, madre e hija, que han pasado en el Lara más de 200 funciones—, que lucen con orgullo su merchandising, se denominan llamaders y abarrotaron la première del martes en Madrid —donde, como guinda del pastel, esta pareja creativa y amorosa se prometió en directo—. Pero su carácter comercial y ligero no quiere decir que sea fácil

La premisa, desde luego, podría haber terminado en un batacazo. María (Macarena García, hermana de Ambrossi) y Susana (Anna Castillo), dos adolescentes locas por el electrolatino, van al campamento religioso La Brújula con el secreto propósito de hacerse un tour por las discotecas de las afueras de Madrid. Pero dios (Richard Collins-Moore) tiene otro plan para ella, y se le aparece bajo la forma de un cantante melódico vestido con traje de lentejuelas que trata de comunicarse con ella arrancándose por Whitney Houston. Completan la estampa Milagros (Belén Cuesta), una joven novicia que dejó atrás su grupo de versiones de Presuntos implicados para entrar en el convento, y Bernarda (Gracia Olayo), que se jactaba de ser moderna en los noventa y que confía aún en el poder de convocatoria del radiocasete. La mezcla es irreverente aunque respetuosa, fresca sin ser superficial. 

Lo de pasar de las tablas al proyector no ha sido improvisado. Lo explica Calvo: "Nosotros siempre pensamos en audiovisual. Yo me he criado en un plató [en el de la serie Física o química, donde interpretaba a Fer], como quien dice, y ambos hemos crecido entre series y películas. El teatro era una manera muy buena de empezar porque no necesitas tanto dinero, es barato, es interesante. Pero siempre imaginábamos en cine o televisión. Siempre soñamos con hacerlo, lo que nunca soñamos es que se fuera a cumplir". Comenzó a parecerles posible hace dos años. Y se hizo material cuando vieron a Enrique López Lavigne, productor de filmes como Lo imposible o Un monstruo viene a vermeLo imposibleUn monstruo viene a verme, aplaudir como un loco en el patio de butacas del Lara. Los Javis no dudan en coronarlo con el título de "mejor productor de España". 

Podría parecer que se trata de un proyecto de nicho: un musical protagonizado por adolescentes, de temática tan religiosa como LGTBI y con unas referencias culturales que van desde las canciones de misa —"Viviremos firmes en la fe", del sacerdote Toño Casado; "Estoy alegre" convertida en un himno country— hasta Henry Méndez. "No creo que sea de nicho, sino universal. Porque lo concreto, al final, lo es." Es Ambrossi quien contesta ahora: "Y, ¿sabes?, los productos de entretenimiento pecan justamente de lo contrario, de querer ser generales. ¿Quién no ha sentido la llamadala llamada, sea por lo que sea? ¿Quién no ha sentido que había encontrado su sitio, o quién era de verdad, o lo que le gustaba? Eso lo puede entender todo el mundo". 

Lo consiguieron con Paquita Salas, que empezó concebida como una serie con capítulos de cinco minutos para Flooxer, la plataforma online de Atresmedia, y acabó reconocida por la crítica como la mejor serie de comedia en los últimos Premios Feroz. La premisa: Paquita (interpretada por un travestido Brays Efe) es una representante de actores que, ya en la madurez, ha ido perdiendo el pulso del negocio. Para colmo, su actriz fetiche, Macarena García haciendo de sí misma, la abandona. Marca de la casa. Mezcla de géneros (un poco de melodrama, un poco de falso documental), guiños a la comunidad LGTBI, mucha purpurina y su buena dosis de costumbrismo. Otro éxito. 

Si eso es posible en La llamada, se debe, en gran medida, al elenco. Macarena García (Goya a mejor actriz revelación en 2012 por Blancanieves) y Belén Cuesta (Kiki, el amor se hace, Ocho apellidos catalanes) y Richard Collins-Moore formaron parte del elenco original, y este último continúa aún sobre los escenarios. Anna Castillo (Goya a mejor actriz revelación en 2017 por El olivo) sustituyó a Andrea Ros, y Gracia Olayo hizo lo propio con Llum Barrera. No es solo que lleven años encarnando al mismo personaje: es que se ha convertido en algo familiar. Cuesta pudo dejar de poner cañas en el Válgame Dios, el bar en el que trabajaba junto a Ambrossi, gracias a la obra de teatro. Como el propio Javi. Castillo también se ha tatuado el título de una canción de la película: "Step by step". 

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La familia es, salta a la vista, eminentemente femenina. "Es que lo único que nos sale. Yo me he criado con mujeres", dice Calvo, "Javi también, con todas mis amigas, Almodóvar es nuestro referente... No entendemos que sea de otra manera". Ambrossi es, además, optimista: "Venimos de un momento en el que los personajes femeninos han flojeado mucho, pero mira los Emmy". Se refiere a los premios de la televisión estadounidense, que el pasado domingo 17 reconocieron series como El cuento de la criada, Veep o Big little lies, todas protagonizadas por mujeres. "Había una cosa pasada un poco ranciota", continúa Ambrossi, "las mujeres eran las novias, las hermanas, las hijas… Hay que dejar que ellas cuenten su propia historia".

Ellos hablan, además, de mujeres adolescentes, caracterizadas a menudo como inmaduras y superficiales, más preocupadas por el Justin Bieber de turno que por su futuro. Ellos protestan: "A los adolescentes se les mira por encima del hombro. Como Javier Marías: que si el móvil, que si la fiesta... Pero en la adolescencia te pasan cosas importantísimas". En La llamada,María y Susana son alocadas e indisciplinadas, pero también comprometidas, realistas y sensibles. Ambrossi se embala: "No sé por qué tienes que ridiculizar a una generación solo porque no sea la tuya. La milenial es una generación maravillosa que en la crisis se ha sabido reinventar y ha sabido crear sus medios de expresión. Es una generación muy válida y muy valiente". Y es la milenial la que, por ahora, ha abarrotado mayoritariamente la sala de teatro. Para saber si convence a los que aún no se han convertido habrá que esperar un par de fines de semana. Los Javis se encomiendan a La llamada: "Tenemos fe"

 

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