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Premios y galardones

El premio Planeta, espejo de España

El que fuera presidente de Planeta, José Manuel Lara, en 2014.

"Cuando salí de la cárcel trabajé para Lara en la preparación del Diccionario Larousse, en una redacción prácticamente ocupada por una mayoría de jóvenes profesionales entre el rojo y el rosa, porque Lara había entendido que era gente más curiosa y al día que los de camisa blanca o azul". Manuel Vázquez Montalbán escribió estas líneas, en las que se recordaba como un joven "ceñudo y escasamente comunicativo", tras el fallecimiento de José Manuel Lara Hernández, un editor en sus antípodas ideológicas que pasado el tiempo le hizo una promesa: "Haré de usted el primer escritor de España".

Hizo algo más: le concedió el Premio Planeta. "No he tenido ningún contacto con Lara ni con el jurado", declaró el padre de Carvalho tras conocerse la noticia. "Me he amparado en el seudónimo porque me gusta siempre el circo y la acrobacia, siempre que tengan red".

Era el apogeo de una escalada cuyo inicio quizá podemos fechar en 1969 con la concesión del galardón fechado al aragonés exiliado Ramón J. Sender y culminó con una traca memorable: "Atentos como estaban sus propietarios a autores que trataban de la Guerra o del franquismo en sus novelas o que eran declaradamente comunistas o lo habían sido –leemos en Identidades y memoria imaginada, editado por María Jesús Baz Vicente y Justo Beramendi González (PUV) –: los premios Planeta de 1976, 1977, 1978 y 1979 fueron a recaer en Jesús Torbado, Jorge Semprún, Juan Marsé y Manuel Vázquez Montalbán".

Todos fueron significativos, pero el que inauguró la serie tenía un plus: aún no había transcurrido un año desde la muerte de Franco y la editorial de Lara apostaba por En el día de hoy, en palabras de su autor, "la antihistoria de España desde el primero de abril de 1939 a octubre de 1940, suponiendo que los nacionales no hubieran ganado la guerra". La ucronía que firmaba Torbado empezaba así: "En el día de hoy, cautivo y desarmado el ejército faccioso, han alcanzado las tropas republicanas sus últimos objetivos militares. La guerra ha terminado. Madrid, 1 de abril de 1939. Manuel Azaña, presidente de la República". A Pilar Primo de Rivera no le gustó mucho

… Y, aunque por razones distintas, no fue la única. "De señalar es que, desde que el país se sumergió en la mugre política de la Transición, el premio Planeta, sin duda el mejor indicador de lo que somos culturalmente, se presentó sin careta como lo que verdaderamente es demandaescribió en 2007 Manuel García Viñó. Lo hacía citando a quien era director de la editorial a la muerte de Franco (lo fue entre 1974 y 1983), Rafael Borrás Betriu, de quien toma la confesión de que fabricaron "un planeta para la primera convoctoria [sic] de la 'democracia'. Entre varios 'expertos' pergeñaron el argumento de una novela, En el día de hoy, que comenzara con un parte dando cuenta del final de la guerra, pero firmado, no por el Generalísimo [sic], sino por don Manuel Azaña, presidente de la República. Y le encargaron su desarrollo a Jesús Torbado, probo escritor, incapaz de un chanchullo, donde los haya".

(Abro un paréntesis: Borrás, impulsor de la mítica colección Espejo de España, se convirtió pasado el tiempo en la fuente principal de información sobre las entretelas del premio Planeta, que plasmó con esmerado detalle en tres libros de memorias. Aquí encontrarán un resumen de sus revelaciones).

¿Oportunismo? Sin duda. Y visión, porque hubo un momento histórico en el que el premio Planeta parecía no ya seguir, sino impulsar, la historia de España.

"En alguna ocasión he dicho, bromeando pero en serio, que un cómic de la transición cultural en España tendría que incluir viñetas de un antiguo capitán de la legión que había entrado en Barcelona, al frente de sus victoriosas tropas, en enero de 1939, convertido con los años en poderoso editor, concediendo en 1979 su millonario premio a un comunista catalán –"al haserlos millonarios, se borran de comunistas", dicen que decía– que había conocido las cárceles de Franco y que lo había buscado, el premio, con ahínco y lo aceptaba con alivio» escribió Santos Juliá en Elogio de historia en tiempo de memoria (Marcial Pons).

El planeta Planeta

Es sabido que el Lara original no era un lector (la lectora era su mujer, María Teresa Boch, en cuyo honor el galardón insignia del grupo se entrega el día de la santa de Ávila). "A diferencia de otros compañeros de gremio contemporáneos suyos, como pudieron serlo Luis de Caralt, Josep Janés o José Vergés –decía Rafael Borrás–, Lara no era un homme de lettres, sino un empresario natohomme de lettres, que tras sus años legionarios rigió la empresa como un cortijo, lo que no le impidió convertirla en un imperio en los albores del presente siglo. Este sentido patrimonial explica, tal vez, algunas salidas de tono que desesperaban a sus subordinados para regocijo de la canallesca".

Pero volvamos al fundador, de cuya vida y obra se ha dicho casi todo, y casi todo con admiración, porque la suya fue una trayectoria extraordinaria en un país muy ordinario con cuyo régimen simpatizaba. Y volvamos al premio, un reconocimiento que nunca aspiró a descubrir talentos literarios: su voluntad era crear lectores.

Lara lo presentó en 1952 "con una fiesta en Madrid que no tenía mucha resonancia, mientras que el Nadal, en Barcelona, reunía a la crema y nata de la ciudad, y eso le fastidiaba –recordaba Manuel Lombardero, durante años secretario del premio–; pero, además, en el 58 hubo una sublevación del jurado, encabezado por Álvaro de la Iglesia, el de La Codorniz, muy amigo de Lara, que aquel año llevaba como novela ganadora Edad prohibida, de Luca de Tena; pero el jurado no sé qué demonios armó y premió Pasos sin huella, de Bermúdez de CastroPasos sin huella, una novela que, en efecto, no dejó huella. Entonces Lara decide llevarse el premio a Barcelona y consigue que sea una fiesta social importante".

Un rosario de polémicas

No descubrimos nada si escribimos que la historia del Planeta ha estado sembrada de altercados, unos de calado, otros de medio pelo; y de  denuncias sobre su funcionamiento, como las de Miguel Delibes en 1979 y Juan Marsé en 2005.

¿Están "pactados" los premios? "El rumor es infundado –dijo a principios de este año Jesús Badenes, director general de la división editorial del Grupo Planeta–. Puede llegar a parecerlo porque el jurado suele valorar más la calidad de un escritor consagrado que la de un desconocido". Lo que sí es admite es que desde la editorial se ejerce un "patronazgo activo" para que participen autores que puedan gustar a los lectores. "Hasta donde sé no se ha pactado ningún galardón. Y no tiene mucho sentido que me lo pregunte". La periodista recogía a renglón seguido las palabras del jurado más veterano, Alberto Blecua, quien sabía de "por lo menos" dos ocasiones en los que no hubo arreglo previo: en 1991 con El jinete polaco, de Muñoz Molina, y en El mundo, de 2007, de Juan José Millás.

Desde luego, el patriarca Lara tenía menos remilgos: "Me parece que usted todavía cree que los niños vienen de París", respondió cuando le preguntaron al respecto.

La lista de invitados

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Lo que el premio Planeta nunca ha dejado de ser es un galardón político… y lleno de políticos. Es uno de los prodigios que se le atribuyen (el otro es vender muchos libros en un país que no lee), el de que siendo como es un galardón de escaso prestigio cultural, su entrega convoca a autoridades de todo signo y condición (y, añadamos, es seguido con fruición por los medios).

Así, en los últimos años, los años del "desafío independentista catalán", la noche del 15 de octubre parecía abrir un paréntesis. Digamos desde ya que, visto lo visto, lo que veíamos tenía más de espejismo que de milagro. No obstante lo cual, merece la pena recordar la nutrida nómina de asistentes se desplazaron a la Ciudad Condal en 2014 y en 2015, y que 2016, ya en plena cabalgada independentista, los Reyes presidieron la cena de entrega junto a Carles Puigdemont.

Al cabo, concluye Jordi Gracia, "el Planeta es como antes el Partido, el Premio", dice. "El prestigio es esencialmente una medida social de apreciación del valor de algo, y ninguna televisión o periódico dedicará tanto espacio y atención y conexiones y entrevistas en directo a ningún premio, de manera que es sin ninguna duda el más popularmente prestigioso fuera y dentro de España. Sólo está desprestigiado en los propios circuitos literarios, entre editores, comentaristas y escritores (incluidos los que ya lo obtuvieron), precisamente porque se procura desprestigiarlo, rebajarle el crédulo crédito al que lo ha elevado su inmediato impacto mediático. Pero esa lima tiene repercusión cero en la realidad social y cultural española, y las reseñas de los libros mismos premiados, cuando son negativas, juegan en otro terreno. En el de la industria del libro y la cultura, el premio Planeta carece de rival inminente".

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