Cultura
Ángel Viñas: "La confabulación monárquica contra la República contó desde el principio con el apoyo de Italia"
El "glorioso alzamiento nacional" no fue tan nacional, Franco no ideó el golpe de Estado que le haría "salvador de España", y la sublevación militar no vino a rescatar al país de las garras de una revolución en marcha. El historiador Ángel Viñas parece casi hastiado de tener que negar todavía lo que considera "mentiras" sobre la Guerra Civil y el franquismo, que aún proliferan. Reivindica que su nuevo libro, ¿Quién quiso la Guerra Civil? (Crítica), ni siquiera es el primero en plantear que lo que sería el 18 de julio se planeaba casi desde la proclamación de la República. Eso, dice, no tendría ya ni que discutirse.
Él viene a aportar una evidencia nacida de distintos archivos entre los que destacan los italianos: la confabulación monárquica contra el Gobierno contó desde el principio con el apoyo del fascismo de Mussolini. La prueba: los contactos entre los conspiradores y la diplomacia italiana, que desembocan en la firma de unos contratos que aportarían aviones de guerra a los sublevados en cuanto estos se alzaran en armas.
Pregunta. En el libro cuenta que se empieza a construir una confabulación contra la República en el momento en que se constituye...
Respuesta. No, no, no, no, ese es un relato conocido. Ese punto lo dijo ya en el año 40 Yanguas Messía, vizconde de Santa Clara de Avedillo. Lo dijo en sus memorias. Lo ha dicho [el economista] José Ángel Sánchez Asiaín… Eso es conocido. Es el comienzo de una conspiración que al principio no está muy clara. La derecha está sorprendida, aplastada, no sabe cómo reaccionar, pero se reúnen, toman café, y dicen que aquí hay que hacer algo. Es un reflejo inmediato, pero significativo, porque eso continúa desde el 14 de abril de 1931 hasta el 17 de julio de 1936. Es una conspiración continua. No sale la conspiración de una mente preclara, sino que se va elaborando y adaptando.
P. Esto contradice la teoría de que el golpe de Estado se produjo porque la República entró en el caos.
R. No, no, no. La república del segundo bienio, del bienio radical-cedista, era una república de derechas. El Gobierno no era de izquierdas, evidentemente, y ahí es cuando empieza a cuajar la sublevación, es cuando empieza en serio. ¿Por qué? Porque los monárquicos no toleran la República, ni siquiera de derechas. Al final se contentan: “Bueno, vamos a ver... Pero si la izquierda llega al poder, entonces nos sublevamos”. Pero claro, una cosa es decirlo y otra es hacerlo. Para sublevarse hay que tener de su lado por lo menos a una parte del ejército. Hay que crear un clima proclive a la sublevación. Lo hizo un sector pequeño del ejército en 1932, con la Sanjurjada, y mira cómo acabó, como el rosario de la aurora. Han aprendido de eso. Hay planes muy disparatados en la primavera del 36, hay un intento de golpe de Estado en abril del 36, que al final no se llevó a cabo por diversas circunstancias. La manipulación en el ejército no empieza hasta el mes de mayo, y entonces es [el general Emilio] Mola el encargado de asumir la preparación de la conspiración. ¿Por qué? Porque está en Navarra, están los carlistas, los requetés, fuera de la visión del Gobierno… Lo va haciendo con el jefe máximo, que es [el general José] Sanjurjo.
P. ¿Subraya esto la idea de que el que Franco acabe siendo la cabeza visible de la sublevación es un hecho accidental?
R. Nadie lo había previsto. Franco tuvo suerte. No, la idea era que Sanjurjo sería el hombre fuerte del régimen que sucedería a una República derrotada, de haber triunfado el golpe, y que Sanjurjo montara un equipo de Gobierno presidido por [el líder de Renovación Española, José] Calvo Sotelo. Y que al cabo de cierto tiempo se llegara a la restauración de la monarquía: al fin y al cabo, quienes conspiran son los monárquicos. Ellos pensaban que llegado el momento Sanjurjo se retiraría decorosamente y que el rey quedaría en una posición similar a la del rey de Italia, bajo la protección de un civil fuerte, musculoso, duro, que era Calvo Sotelo. Todo esto, apoyado de un partido fascista o fascistizado. Es decir, emulando en lo posible la dictadura de Primo de Rivera, pero en unas circunstancias en que el triunfo se hubiera logrado gracias a la ayuda fascista, que le permitiría a Mussolini decir: “He trasplantado mi régimen a un país vecino próximo a nosotros”. Era una jugada maquiavélica. No sale. Porque primero le pegan dos tiros a Calvo Sotelo el 13 de julio, y luego [el aristócrata y militar Juan Antonio] Ansaldo, el piloto que ha negociado los contratos [con Italia], estrella a Sanjurjo. El plan monárquico quizás hubiera podido resistir sin Calvo Sotelo, mal, pero sin Sanjurjo es imposible. Ahí hay un vacío, y se cuela Franco.
P. Está Calvo Sotelo, está Sanjurjo, está Ansaldo encargándose de los contratos con Italia… ¿Qué otra pata sería imprescindible para la sublevación?
R. El ejército, claro. Fundamental. Para eso crean la Unión Militar Española, la UME, para revolver el ejército. Hay un general, José García Rodríguez, que dice que la UME fue fundamental porque introdujo el ámbito conspirativo en los escalones operativos de las fuerzas armadas, que no era el alto mando, sino los comandantes, los capitanes, los coroneles… Por ejemplo, en Valladolid, Batet no se subleva, pero vienen dos generales de la reserva y le arrestan. La oficialidad, que está más o menos preparada, se suma al golpe. Podría no haberlo hecho y haber pegado dos tiros a los generales que venían de la reserva. Eso es lo que hace la UME con sus octavillas, sus proclamas… Lo que yo no entiendo, francamente, es cómo no se enteraron los mandos militares.
P. ¿Qué supone la confirmación de la implicación de Italia en la conspiración contra la República?
R. Lo que yo he querido decir es algo que no se había documentado hasta ahora, y es que la confabulación monárquica contra la República cuenta desde el principio con el apoyo de Italia. Es decir, que todas las historias que nos han contado desde que se sublevó el ejército, en la guerra y en la posguerra y en el franquismo, y algunas hasta ahora, son mentira. Quienes pretendían derrocar la democracia en España eran unos conspiradores empujados por los monárquicos con el apoyo de una potencia extranjera. Y esto no es una cosa muy frecuente. Y sobre todo da un mentís a la idea del “glorioso alzamiento nacional”.
P. Y a la idea de la excepcionalidad española, que queda al margen de los conflictos europeos…
R. Claro, porque Mussolini apoya la conspiración y luego a Franco dentro de un marco de su política en Europa y hacia Europa. Después de que se está diciendo que los rojos están al servicio de la Unión Soviética, que los comunistas atenazan a Europa por el bajo vientre de una España caída en las garras de la revolución… Resulta que quien está conspirando con los fascistas son los monárquicos.
P. ¿Por qué la intervención italiana ha quedado ensombrecida por la alemana?
R. No lo sé, la verdad. Primero: no hubo intervención alemana antes de la Guerra Civil. Esto creo que lo demostré en mi tesis doctoral y en mi primer libro. Y luego, en otro libro que se titula Las armas y el oro, me hice eco de ciertos documentos y matizo un poquito: los monárquicos también tendieron su mano hacia Alemania, pero no tuvieron éxito, no les hicieron ni caso. Es muy distinto del caso italiano. Durante la dictadura primorriverista, la Italia fascista ejerce una cierta atracción sobre la derecha española. Limitada, pero ahí estaba. A partir de ahí, empieza la escalada hacia arriba.
P. ¿Cuán decisiva es la ayuda italiana para que el golpe de Estado no sea sofocado?
R. Es decisiva en tanto que se compone de aviones de caza, de bombardeo, de transporte y algunos hidroaviones, que vienen en cuatro contratos que firma [el monárquico] Pedro Sáenz Rodríguez con una empresa italiana. Esos son los aviones que los italianos empiezan a enviar muy al principio. No son los que pide Franco, sino los que habían pedido los monárquicos. Los mandan una vez que se ha aclarado que ese golpe era el que pensaban los monárquicos que se iba a dar. Porque al principio hay una vacilación: los italianos saben que se va a dar un golpe, pero no saben si es el de Franco. Hay una duda. Mussolini no se decide hasta que no llega una misión monárquica en la que está Pedro Sáenz Rodríguez, que es el 25 de julio. Curiosamente, la misma fecha en que Hitler, por otras razones, también decide ayudar a Franco. ¿Curiosidad? Ninguna, esto estaba preparado de antemano. Hay que añadir que Mussolini decide cometer un acto de agresión contra otro Estado, con el que mantiene relaciones diplomáticas normales.
P. ¿Por qué los planes de la conspiración monárquica acaban derivando en lo que se configura ya desde el primer momento de la Guerra Civil?
R. Por la intervención de Franco, que es perfectamente lógica, porque en el mes de agosto, cuando ya los italianos empiezan a volar y a bombardear, ¿quién es el que tiene más cartas en sus manos? Franco, porque se pone de manifiesto que a él va a parar la ayuda italiana y alemana, porque es el que atraviesa el Estrecho de Gibraltar, porque es el que empieza a subir hasta Extremadura desde Andalucía, es el que el 14 o el 15 de agosto iza la bandera nacional, la monárquica, es el que conquista el Alcázar de Toledo… Es el que tiene triunfos en sus manos. Mola se ha empantanado en la Sierra, que no consigue atravesar. Entonces se plantea el problema de la unidad de mando, y los militares comprenden que un ejército necesita un jefe. En estas maniobras, en las que juega un papel importante Kindelán —que es monárquico—, Franco, una vez elegido… simplemente no se va. Entonces los monárquicos y los carlistas se quedan con tres palmos de narices. ¿Qué le van a hacer?
R. ¿Cuándo asumen los monárquicos que ha muerto su plan de reinstaurar la corona?
R. En cuanto muere Sanjurjo. Saben que el plan que tenían queda desbaratado.
P. ¿Y no ven a nadie capaz de continuar con sus ideas?
R. No, porque Franco ya está en el ajo. Y ellos descubren a un Franco con el que no pueden jugar... diría que durante la guerra. Pero antes hay que ganarla. Igual que en la República hay esta idea de que hay que hacer a la vez la revolución y la guerra, los militares lo tienen claro. Primero, la guerra, y luego ya veremos. Y con razón.
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P. Usted plantea que el Gobierno republicano conoce la existencia de una conspiración, pero que no la detiene. ¿Por qué?
R. Yo no tengo respuesta a esa pregunta. Nadie la ha dado. Se han dado atisbos que quizás sean verdad. Que el ministro de la Guerra, Casares Quiroga, y Azaña no prestaron demasiada atención porque pensaban que era una repetición de la Sanjurjada, y que lo mismo que aquella se había liquidado fácilmente, esta sería igual. Otra respuesta posible: que había un temor hacia los anarquistas, que en el primer bienio habían hecho tres revueltas importantes contra el Gobierno de izquierdas, y que el Gobierno puede pensar que ahí hay más peligro. Puede ser, pero subestiman el peligro auténtico. Hay errores que matan.