Tenemos la memoria tan corta que nos va a volver a pasar. Nada de lo que ocurrió en pandemia nos ha servido para aprender que, sin ciencia, da igual que nos enredemos en todos los debates y polémicas que queramos. Sin ciencia no podremos superar nada, estaremos de nuevo en el mismo punto de partida que aquel fatídico día de marzo, completamente noqueados, sin saber qué hacer, sin saber por dónde tirar y a merced de lo que otros hagan o decidan. Sin ciencia no encontraremos la solución a eso ni a tantas y tantas cosas que nos van a pasar, a enfermedades degenerativas, a enfermedades raras, a tener mejor calidad de vida, ahora y cuando seamos más mayores…
No invertimos en ciencia, no todo lo que necesitaríamos ni todo lo que invierten en otros países. Y volveremos a ser un país dependiente de lo que hagan otros en caso de un brote de una enfermedad o virus desconocido. Volveremos a quedarnos aislados, sin vacunas, sin mascarillas, sin lo que necesitemos en ese momento, porque otros, sí habrán hecho los deberes. Seguramente sí que tendremos mascarillas, de acuerdo, pero habrá algo que nos falte, para esa emergencia, que no habremos previsto porque no habremos escuchado a esas voces que van dos pasos por delante de nosotros.
Estos días leíamos cómo científicos e investigadores brillantes que decidieron volver a España con la promesa de que las cosas iban a cambiar, están ahora en un callejón sin salida, sin la financiación suficiente para seguir adelante con sus ensayos. Dejaron puestos en instituciones de peso, carreras que tenían un futuro más o menos asegurado y mucho más prometedor para volver a su país, a España, para desarrollarse aquí, para aportar con su talento avances de enfermedades incurables o con una alta tasa de mortalidad. Y ¿ahora qué? Ahora se sienten engañados. No hay el dinero que se les prometió y muchos no saben qué hacer.
Nada de lo que ocurrió en pandemia nos ha servido para aprender que, sin ciencia, da igual que nos enredemos en todos los debates y polémicas que queramos. Sin ciencia no podremos superar nada
Aquí seguimos enzarzados en lo de siempre, o en lo nuevo, en lo que se dijo, en las pausas que unos se han cogido, en las acusaciones que otros lanzan, en las campañas electorales, en los debates de siempre, esos que únicamente interesan a los partidos políticos, a los políticos y que buscan su propia subsistencia. Lo estamos escuchando cada día. ¿Para qué sacar en campaña electoral temas sobre salud, economía, trabajo, pensiones? El ministro de economía, Carlos Cuerpo, decía la semana pasada que, en los cuatro meses que llevaba en el cargo, todavía no se había hablado nada de economía en el Congreso, nada. El debate está en no hablar de nada que sea de peso. Hablemos del contrario, de lo malo y terrible que ocurrirá si gana el oponente y de nada más. Con eso movilizo el voto, con eso sigo subsistiendo en el poder.
Y de los temas que sí son urgentes, de esos pasan los meses y no hay novedades. Es tan desesperante y genera tanta impotencia. Y mira que hay talento aquí. Talento que, básicamente, está subsistiendo de la inversión privada, porque no les queda otra. Y eso nos convierte en un país más pequeño y más pobre.
Seguiremos meses hablando de lo que no importa. Con las catalanas esto no habrá acabado. Lo sabemos. Y no hablaremos de nada más. Cuando la ciencia debería ocuparlo todo. Con la ciencia llegaremos a encontrar soluciones a otro de los desafíos que se nos van a plantear en los próximos años y que ya tenemos encima: la sequía. La falta de agua va a ser una de las batallas de muchos países del sur del continente, entre ellos nosotros.
Si no trabajamos en la prevención de esa falta de agua, de construir infraestructuras para lograr reducir el consumo y aprovechar al máximo los recursos, nos vamos a encontrar con situaciones como la de Freixenet, por poner un ejemplo. O la de esos 80 mil vecinos de Córdoba que han estado meses, casi un año, sin poder abrir el grifo. Las lluvias de Semana Santa han obrado el milagros pero no podemos estar a expensas de milagros a estas alturas. Los milagros los hace la ciencia. Y el dinero que se invierte en ella.
Tenemos la memoria tan corta que nos va a volver a pasar. Nada de lo que ocurrió en pandemia nos ha servido para aprender que, sin ciencia, da igual que nos enredemos en todos los debates y polémicas que queramos. Sin ciencia no podremos superar nada, estaremos de nuevo en el mismo punto de partida que aquel fatídico día de marzo, completamente noqueados, sin saber qué hacer, sin saber por dónde tirar y a merced de lo que otros hagan o decidan. Sin ciencia no encontraremos la solución a eso ni a tantas y tantas cosas que nos van a pasar, a enfermedades degenerativas, a enfermedades raras, a tener mejor calidad de vida, ahora y cuando seamos más mayores…