Almeida torea, la izquierda embiste

José Luis Martínez-Almeida y el PP, Ciudadanos y Vox votaron en contra de nombrar a Almudena Grandes Hija Predilecta de Madrid, con lo cual todos ellos pensaban que Almudena Grandes no merecía ser Hija Predilecta de Madrid. En la negociación por los presupuestos con los tres diputados carmenistas que siguen cobrando por no representar a nadie en el Ayuntamiento, el alcalde (y Ciudadanos, que gobierna con él) aceptaron nombrarla, con lo cual fue una cesión para lograr aprobar los presupuestos. Es decir: los hechos ya decían que Almeida pensaba que Almudena Grandes no merecía ser Hija Predilecta de Madrid, pero que lo cedió para sacar los presupuestos. Sin embargo, cuando pronunció una frase que ya estaba refrendada por los hechos, estalló la polémica.

Así, el alcalde ganó la batalla de sacar las cuentas de la ciudad a cambio de nada (que para eso están ahí Calvo, Cueto e Higueras; esta última, recordemos, número 2 de la lista de Más País en las últimas Generales que solo dejó su acta parlamentaria para que entrara una diputada de Equo y conseguir que los Verdes europeos apoyaran al proyecto nacional escindido de Podemos) y, además, creó una polémica en la que no pierde nada y gana que se hable del rifirrafe por el nombre de la pobre Grandes y no de la de goles que habrá colado en ese presupuesto con el apoyo de la escisión de la escisión de Podemos. Por no hablar de que da una excusa para esa alianza cuasinatural carmenista-derechista, que en realidad se fraguó cuando el alcalde no mandó al Grupo Mixto a los por entonces cuatro (quedan tres ya, porque uno se ha ido por el camino, aunque a nadie le haya importado demasiado) escindidos de la escisión.

Al margen de hablar del desgraciado lodazal que es la política municipal madrileña, todo este vergonzoso sainete que echa mierda encima de una madrileña ilustrísima, lo que hace es demostrar una vez más la capacidad de la derecha de entretener al toro de la izquierda con un capote simbólico mientras le clava un estoque material. He leído a izquierdistas de todo pelaje, de Madrid y de fuera de Madrid, hablar de la mezquindad de Almeida, tildándolo de miserable y demás lindezas, pero a pocos comentar lo que se nos viene con unos presupuestos a la medida de Vox que ni siquiera ha tenido que apoyar Vox. Ese alcalde aupado en el confinamiento por cuatro gestos ha pasado a ser un mezquino y un miserable menos de dos años después. En ninguno de los dos casos hay un análisis más allá de lo cosmético, pero lo que sí hay es un político marcando el terreno de lo que importa y la izquierda embistiendo. De aquel alcalde majete algo de poso quedará para el voto centrado y del alcalde miserable algo de poso quedará para el voto ultraderechista. Ambas denominaciones vinieron, en gran parte, del ala izquierda de la ciudad. Una campaña de publicidad gratuita.

Todo este vergonzoso sainete que echa mierda encima de una madrileña ilustrísima, lo que hace es demostrar una vez más la capacidad de la derecha de entretener al toro de la izquierda con un capote simbólico mientras le clava un estoque material

Reconozco que es un triple salto mortal de la miseria humana hacerlo a costa de una mujer que acaba de morir, con quien, posiblemente, el alcalde hubiera coincidido en algún lugar en el pasado (en un partido del Atleti, por ejemplo) y con cuyo marido se encontrará en algún acto en el futuro. Pero no me sorprende nada de quien ya había demostrado con hechos lo que refrendó con palabras. Lo que parece evidente es que hasta que no puso un lacito en la frase que lo resumía, no despertó esta inquina brutal. Es el signo de los tiempos: si no hay eslogan que consumir rápidamente, no hay hechos.

Lo que poca de la gente indignada con Almeida sabe decir es qué tal son sus presupuestos. Qué clase de acciones harán que la gente que peor lo pasa en Madrid no encuentre consuelo en esa institución. Qué nuevas medidas llevará a cabo para terminar con todo atisbo de asociacionismo en la ciudad, su gran batalla desde que llegó al cargo y que está ejecutando con silenciosa y terca eficiencia. Ojalá en el futuro sean sus acciones, y no sus palabras, las que hagan que en la izquierda madrileña y española califiquen a Almeida. Y ojalá entre socialistas madrileños muertos, escisiones con escisiones, gente que no se presentó en las últimas y demás errores que cometimos (primera persona del plural) hace dos años sean capaces de crear una suerte de alternativa para que ya dé igual que Almeida diga o haga, porque esté en su casa. ¿Soy optimista? Evidentemente, no. Ni de que seamos capaces de hacer que no vuelva a torearnos con lo simbólico para banderillearnos con lo material ni, sobre todo, con que nadie sea capaz de crear unas candidaturas mínimamente creíbles. 

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