Ataques en Magdeburgo: la cautela como arma Ruth Ferrero-Turrión
Votar ahora es un estado de ánimo
Entiendo que Pedro Sánchez cree que el voto ahora mismo es emocional. Quizá tiene razón, es posible que esta campaña (y los últimos resultados electorales) hayan demostrado que ahora el voto es un artefacto arrojadizo que sirve para expresar emociones, la mayoría de ellas a la contra. Que se ha votado contra un monstruo llamado Pedro Sánchez, contra el terrorismo, contra Irene Montero. Por otro lado, el partido que más apeló a las emociones fue Podemos (le pidió a la gente que votara en sus ayuntamientos contra Ana Rosa y Florentino Pérez) ha fracasado con estrépito, así que es posible que la batalla de las emociones esté perdida. Pero es la guerra que se libra, parece. Y los sentimientos, cree Sánchez, estarán menos atrofiados para sus intereses en julio que en septiembre. Puede que tenga razón. Otra cosa es que tenga la más mínima opción de no perder igualmente. El precio que paga es alto: por ejemplo, el PSOE renuncia de manera casi expresa a la oportunidad real de abolir la prostitución, posiblemente en la próxima década.
Una de las consecuencias del adelanto electoral es que Podemos y Sumar se van a tener que poner de acuerdo. Es triste y descorazonador que vayan a ser capaces de hacerlo en tan breve espacio de tiempo porque tienen el cuello colgando del precipicio, pero parece claro que la unidad de la izquierda no es más que un ejercicio instrumental. No hay ninguna intención real de caminar juntos, simplemente la realidad los va atropellando y se van formando alianzas a conveniencia. El resultado, como se ha visto, es la muerte, pero no parece que vayan a aprender. Ahora es lógico que se geste un parche por la premura de los tiempos, pero no estaría de más que pasado el verano se empezase a gestar un proyecto de futuro para este país desde la izquierda. La previsible descomposición del PSOE por las luchas internas que se desatarán tras el sanchismo hace que sea, ya no solo necesario, sino incluso oportuno electoralmente. Lo digo porque, como veo que es lo que les importa, pues a ver si así.
Votar, por tanto, parece que es un estado de ánimo que tiene más peso que el trabajo político y de gestión que se ha hecho. Incluso en las municipales, el terreno de la política de a pie y cercana al ciudadano, parece haber ocurrido
Los resultados de Más Madrid en la ciudad y la comunidad de Madrid nos dan una pista de lo necesario que es una candidata con tirón electoral. El trabajo del partido ha sido el mismo, y los resultados, dispares. Yolanda Díaz es una candidata con el impacto electoral trasversal de Carmena pero sin su desastrosa ejecución a la interna y a la externa. No rehuirá el conflicto con las fuerzas del verdadero poder cuando sea necesario (ha llegado a apoyar públicamente a los sindicatos en una hipotética convocatoria de huelga; Carmena laminó a cualquier elemento que se enfrentara a la más mínima brizna del establishment económico de la capital), será un ser humano a la interna (Carmena demostró lo despiadada que puede ser en un despacho uno contra uno frente a su propia gente), tiene una talla política infinitamente superior e, insisto, mantiene el tirón electoral que tenía Carmena, que se puede medir en los votos que ha perdido Rita Maestre con respecto a ella.
Tomar el ejemplo de lo bueno (mucho) y lo malo de Más Madrid estas elecciones será un buen termómetro de lo que hay que hacer. Y todo lo que sea laminar el tirón de Yolanda Díaz, cuestionarla, mermarla e incluso acosarla, como se ha hecho sistemáticamente desde el espacio de Podemos en los últimos tiempos, no es más que tirarse piedras contra su propio tejado. Parece bastante claro que sin lo que aporta en las urnas Díaz, Podemos tiene todas las papeletas para tener, como mucho, un grupo parlamentario propio en el Congreso. Otro análisis es hacerse trampas al solitario una vez más.
Votar, por tanto, parece que es un estado de ánimo que tiene más peso que el trabajo político y de gestión que se ha hecho. Incluso en las municipales, el terreno de la política de a pie y cercana al ciudadano, parece haber ocurrido. El PSOE tiene complicado revertir esto porque lo hace desde la continuidad. La izquierda tiene la posibilidad de crear una rápida corriente de ilusión que salve los muebles en esta nueva cita electoral. Que se haga. Y que esto no opaque la realidad: necesitamos sentarnos y elaborar el plan para la próxima década. Será la única manera de que esto deje de ser un sálvese quien pueda permanente. Yolanda Díaz ya lo ha verbalizado y debe liderarlo. Ojalá todos sean lo suficientemente responsables para cumplir en lo emocional que viene y en el largo plazo que necesita la izquierda.
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