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Aquí me cierro otra puerta

Son nuestras compañeras, coño

Quique Peinado nueva.

No voy a hacer otra columna sobre las mil polémicas que surgieron en torno a la muerte de Diego Maradona el Día Internacional contra la Violencia de Género. Está todo dicho, lo mío también en este espacio, y espero que nos haya servido a todos para, al menos, pegarle una pensada. Pero sí que creo que hay algo que añadir. 

Algunas veces me llegué a plantear la posibilidad de militar en un partido político. Se me pasó rápido. Aunque creo que sí que entiendo el valor del compañerismo y pienso, también, que uno de los grandes males de los partidos de izquierdas en España ha sido la absoluta falta de un mínimo de disciplina para tomar según qué decisiones personales que han dinamitado proyectos colectivos, uno tiene que tener claras sus limitaciones y saber hasta dónde puedo llegar. Yo sé que en un partido me pegaría tantas hostias y sería tan incapaz de asumir según qué dictados, que no dudaría dos días. Así que mejor dejar pasar la idea.

Pero digo yo, y lo mismo esta es una idea muy loca, que militar en un partido es respetar a tus compañeros de filas. Y, tachán, a tus compañeras. Y no era difícil adivinar, incluso para el menos avispado en la asignatura de empatía, que una loa libérrima y una sarta de eufemismos sonrojante para hablar de las virtudes y los defectos de Maradona en, repito, el Día Interacional contra la Violencia de Género no le iba a sentar bien a las mujeres militantes (y muy mayoritariamente feministas) de los partidos políticos de la izquierda española. A vuestras compañeras, amigos políticos. Si por lo que sea necesitabais una señal divina para sospecharlo, el hecho de que la ministra de Igualdad se echara a llorar por la mañana en una rueda de prensa puede dar una pista de que, vaya usted a saber por qué, ese día significa cosas para ellas. Vuestras compañeras.

Hay que decir que hacer el homenaje a Maradona ese día no nos aportaba nada. No, la familia del Diego no se iba a sentir más reconfortada con el tuit de Pablo Iglesias. Sí, Argentina podía pasar el día sin la loa de Íñigo Errejón. De verdad, Boca Juniors no le iba a poner una cruz a Pedro Sánchez si se hubiera metido el teclado en los cojones. En serio, la Revolución Cubana no vería como una traición que Izquierda Unida hubiera pasado por alto el tema. Es decir: que lo hicimos para posturear, ganar cuatro likes en redes, hacernos los guays y decirle al mundo lo que se nos pasaba por la cabeza sin darle media vuelta a que a las mujeres, nuestras compañeras ideológicas e incluso de (vuestra, políticos) militancia, les podía molestar. 

Este pecado, en concreto, fue exclusivo de los señores de izquierdas. Porque no, no reivindicaban al mejor jugador de todos los tiempos, porque de ser así los halagos hubieran llegado de cargos de izquierda y derecha. Reivindicamos a un icono político y social y decidimos hacerlo sin ponerle medio pero. Y tengo para mí que la inmensa mayoría de las mujeres que se enfadaron ni siquiera nos pedían no hacerlo: nos sugerían dejarlo para el día siguiente o, de hacerlo, no obviar o llenar de eufemismos sus episodios de violencia contra las mujeres. No era mucho pedir. Como escribió Beatriz Gimeno en su blog, "ya sabemos que renunciar a ser el centro del universo es algo que la inmensa mayoría de los hombres no van a hacer con facilidad". Cuando lo leí reconozco que agaché hasta la cabeza y me dio vergüenza propia. Cuánta verdad.

No quiero enmendarle la plana a nadie, que bastante tengo yo con lo mío, pero sí recomendarles a nuestros próceres progresistas patrios que la próxima vez que tengan el arrebato de ganarse cuatro likes, miren a sus compañeras. 

Y si no les convence el que tengan razón (que en esto la tienen y mucha), quizá les convenza otra cosa. Según un estudio de Sociométrica para El Español, en las elecciones de mayo de 2019 el 54,8% de los votantes del PSOE fueron mujeres. Creo que, entre otros factores, por el buen trabajo de las mujeres de ese partido. Y solo el 35,9% de quienes votaron a UP fueron mujeres. Me temo que, en parte, por el mal trabajo de los hombres de ese partido en este terreno. Teniendo en cuenta que el 60% del electorado es de género femenino y que votan bastante más a la izquierda, y si añadimos a la coctelera que el primer partido entre los varones de menos de 30 años en las últimas elecciones fue Vox, igual hay que tomar nota. Igual, aunque ya sea porque sin ellas nos vamos a la más absoluta mierda, los señores de izquierdas tenemos que respetar a las señoras de izquierdas. Si que tengan razón no vale, que sirva que nos va la vida en ello.

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