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Sánchez trata de rearmar la legislatura con el plan de regeneración, el congreso federal y los presupuestos

Jugando a las casitas

El domingo pasado, Yolanda Díaz se juntó con Pepa Bueno en el Ateneo de Madrid. La entrevista, esclarecedora. –¿Piensa usted hacer algo para arreglar el asuntillo de la vivienda? –¡Dialogar! –Y si no logra convencer a las comunidades autónomas del pe pé, ¿consideraría imponer alguna medida? –¡Dialogar! –Pero me acaba de decir que hay que intervenir inmediatamente el precio de las zonas tensionadas y que esa competencia es autonómica… –¡Dialogar! ¡Vida de la gente! ¡Generación zeta!

Un momento particularmente elocuente ha corrido por las redes como la pólvora: "Hay que regular el alquiler de temporada y el turístico porque son los elementos que más presionan al alza el precio del alquiler en nuestro país. ¿Esto lo está haciendo el gobierno de España? ¡No!". Es literal, lo juro. Como en el chascarrillo de Los Simpsons: "Tiene que ayudarnos: hemos intentado hacer nada y ya no sabemos qué hacer". Ojalá alguna de las luminarias de la "dirección colegiada de Sumar" sacase un minutito entre sus (¡seguro!) infinitos quehaceres para recordarle a la doña que aún no los han mandado a la oposición.

En fin, que la tan urgentísima regulación del alquiler de temporada se fue al garete dos días después. Los chavalotes del tres por ciento se dijeron "¡tate!, si somos más de derechas que el bigote de un mosso d’escuadra"; les tocó votar y, oiga usted, nones. Un día de estos van a caer en la cuenta de que el PNV nunca tuvo que abjurar del marxismo-leninismo y se les va a romper el corazón. ¿Sabéis quién votó a favor? El mismísimo José Luis pero también es un bien de mercado Ábalos. Para que luego digan que la reinserción es una filfa.

Tres generaciones a punto de mudarse bajo un puente y le tenemos miedo al muchachote que acaba de bajarse del cayuco. Si en Atresmedia hacen bien su trabajo, el próximo CIS confirmará que los españoles andan preocupadísimos por Broncano

Unos días después, el CIS nos contó que los españoles estamos preocupadísimos por los inmigrantes. Poca broma: primera posición en el ranquin de espantajos. Tres generaciones a punto de mudarse bajo un puente y le tenemos miedo al muchachote que acaba de bajarse del cayuco. No he querido mirar qué puesto ocupaban los okupas (dum, dum, chás) en el asustaviejómetro para esquivar el jari. Miren, que no digo yo que las llegadas sucesivas de personas en situación irregular a una parte concreta del territorio nacional no sea un problema que convenga abordar y que tendrá sus cientos de aristas, pero recordemos por un minutín que el ministro del Interior no es, precisamente, el capitán del Open Arms. Chico, qué gran trabajo el de Ana Rosa, la Griso y el simpatiquísimo Manu Marlasca, ese «periodista» al que cada tanto le cae un premio en metálico de algún cuerpo con porra y pistolón. Si en Atresmedia hacen bien su trabajo, el próximo CIS confirmará que los españoles andan preocupadísimos por Broncano. Los directivos andan inquietos: han puesto a Alsina a proclamar cada mañana el nuevo récord de audiencias del Hormiguero. Ya verán, no llega octubre sin que cien millones de españoles hayan visto la última emisión del programita de Pablo Motos.

Pero, camaradas, no perdamos la esperanza. Gabriel Rufián, ese colega que lleva dos horas diciendo que ya se marcha mientras se repanchinga por el sofá, ha hecho un chistecito con el Manifiesto comunista. «Hay un libro, un buen libro, un gran libro que dice algo así como que hay un fantasma que recorre Europa. Pues hay un fantasma que recorre este hemiciclo: es el fantasma de la derecha y la ultraderecha». Desde el discurso de Gettysburg no se veía cosa parecida. El muchacho, pobre, tiene la comprensión lectora de una coquina: los colegios catalanes, me dicen, tuvieron que asumir terribles recortes para poder pagar el PER de los andaluces.

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