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La verdad sobre los ‘chemtrails’

América Valenzuela

Basta ya. Así se expresa el hartazgo de un grupo de científicos que no ha aguantado más la presión y ha decidido anunciar la verdad sobre los chemtrails, esas estelas blancas que invaden los cielos desde hace unos años. Están cansados de encontrar gente con ideas absurdas sobre su origen. No hay una conspiración mundial detrás. No nos están fumigando con compuestos químicos y biológicos para esterilizarnos, alterar nuestro ADN, matar abejas, contagiarnos enfermedades o cambiar el clima en secreto.

“No esperamos hacer cambiar de idea a los convencidos a muerte de que su querido programa de fumigación secreta no es más que una fantasía paranoica”, ha declarado Ken Caldeira, del Instituto Carnegie para la Ciencia, que ha participado en el estudio. Su propósito es que la sociedad tenga una fuente de información científica objetiva, porque hasta ahora no se habían hecho estudios revisados por pares mostrando que lo que algunas personas piensan que son estelas químicas son sólo estelas normales.

Es cierto que las estelas son cada vez más abundantes por el aumento del tráfico aéreo. Y que es posible que el cambio climático esté haciendo que persistan durante más tiempo dibujadas en el cielo. Eso es todo. No hay un horror de fumigaciones aéreas clandestinas en España y en el mundo entero, ni somos víctimas del experimento estadounidense HAARP, como claman en un tono tan alarmista como neurótico algunas asociaciones de ciudadanos contra los supuestos chemtrails que inundan la red.

Una encuesta reciente revela que el 17% de la población cree que las estelas de los aviones esconden algún oscuro secreto. A difundir este delirio colectivo ayudan los famosos que influyen en la opinión de la sociedad, como Kylie Jenner. Lanzó a sus 17 millones de seguidores en Twitter una retahíla de frases preguntándose qué estaban exterminando los aviones, quién está pagando por ello, por qué los aviones pulverizan una sustancia blanca.

De los 77 químicos especialistas en atmósfera y contaminación que han participado en el informe, 76 han declarado que no hay pruebas de un programa de fumigación secreta a gran escala. La excepción presume de una escrupulosa rigurosidad y dice que encontró bario en la atmósfera en una zona donde el suelo no era rico en este elemento químico. Como no conoce su origen porque no ha realizado una investigación para buscarlo, no puede ser categórica. Los científicos han añadido que las presuntas pruebas presentadas por los partidarios de la conspiración no son tales y pueden explicarse fácilmente.

Las estelas de los aviones están compuestas por agua condensada. Cuando el queroseno quemado sale del motor del avión está a alta temperatura, mientras que en el exterior la temperatura es mucho menor. El brusco contraste de temperaturas provoca la condensación inmediata del agua presente en la mezcla expulsada por el avión e incluso su sublimación en cristales de hielo.

Las partículas de hollín y otros residuos de la combustión que salen también de los motores contribuyen a que se produzcan las estelas porque las gotitas se condensan en su superficie. El proceso es igual al que se produce cuando expulsamos vaho en un día muy frío.

Su duración depende de la altitud a la que esté volando el avión, la temperatura, la humedad de la atmósfera e incluso el tipo de nubes que dominen el cielo en ese momento. Pueden durar desde unos minutos hasta varias horas. Se suelen formar a partir de los 10 kilómetros de altura. Allí la temperatura es de -50 grados centígrados.

Algunos meteorólogos las usan como signo para saber cuáles son las condiciones a esa altura. Una estela tenue y que desaparece rápidamente indica que la humedad en esa zona es baja. Si la estela es gruesa y consistente, la humedad es alta a esa altura.

El coordinador del estudio decidió ponerlo en marcha el día que fue a comprar un colchón y el vendedor, cuando supo que era científico, le preguntó por los chemtrails. No es el único. El origen de las estelas de los aviones es uno de los temas por los que más me preguntan los desconocidos cuando descubren a qué me dedico. Les preocupa qué se está vertiendo en el cielo. Y no se refieren a los gases de efecto invernadero. El cuento de los chemtrails está distrayendo a la gente de aquello por lo que de verdad debería preocuparse y combatir, que es la polución o el cambio climático.

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