… Que despelleja

¿Cómo puede continuar una conversación que se inicia así: “Actor/Actriz español que os arruine una serie/ película, instantáneamente”? Efectivamente, con un listado de nombres de personas a las que otras citan para denostar su trabajo.

Me encontré con esto en una red social de “microblogging”, o sea, de mensajes cortos, llamada Threads, en la que no me manejo mucho ni todavía sé bien de qué va. Al parecer es un nuevo invento que el equipo de Instagram ha abierto a imagen y semejanza de lo que antes era Twitter y ahora X. De hecho, tal y como sucede en el cortijo de Elon, fue el algoritmo el que me mostró ese listado de despelleje colectivo sin yo buscarlo… No, no sigo la cuenta que proponía tal festival.

Seguro que no se sorprenden si les digo que la invitación a hacer ese ejercicio tan poco constructivo tuvo seguimiento. Sí, en seguida se tejió un hilo de premiados y premiadas con el galardón de ser aborrecidos. Algunos eran citados sin más, otros nombres iban acompañados de razones supuestamente objetivas. Pero la mayoría alegaba motivos subjetivos para el rechazo. Alguno era tan irracional que resultaba hilarante, como quien afirmaba que no puede ni ver a uno de los actores más brillantes de este país porque una vez hizo de malo en una peli y, claro, ya no lo soporta. En fin…

El algoritmo entrenado para la bronca premia con visibilidad lo chungo y, a veces, en la vida real esto también sucede

Puede que ustedes se pregunten qué hago yo perdiendo el tiempo en las redes. En ciertos rincones de las redes sociales un solo minuto de mi vida, pudiéndolo invertir en algo de provecho, como releer a Eduardo Mendoza, una y otra vez, por ejemplo. Sí, yo también me lo cuestiono y cada vez con más frecuencia. Me apetece bastante echar el cierre definitivo. Pero me frena ser consciente de que el mundo digital es parte del mundo analógico en el que vivimos y tal vez me conviene estar atenta a lo que allí sucede, conocer ese terreno que pisamos y que a veces nos pisa.

Las redes sociales no son la sociedad, pero reflejan una parte de lo que somos.

El algoritmo entrenado para la bronca premia con visibilidad lo chungo y, a veces, en la vida real esto también sucede. Apuesto a que todos conocemos en nuestro entorno a alguien que parece disfrutar destacando lo que no le gusta en particular de todo en general y poniendo verde a gente que ni siquiera conoce. Quizás resistir sea no dejarse llevar por la inercia del “todo mal” y proponer conversaciones que vayan en sentido contrario, aunque te hagan menos caso…

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