No se ven las cosas del mismo modo desde bambalinas o desde un escenario, cegado por los focos, que desde las butacas o en la pantalla del ordenador. El punto de vista es diferente, y seguro que el más subjetivo de todos es precisamente el de quien no puede percibir directamente el gesto y la mirada de quien observa y escucha. Esta mañana de sábado, en el Teatro Maravillas de Madrid, hemos compartido un acto en el que reivindicábamos la absoluta necesidad de defender la libertad de expresión ante los constantes ataques que sufre desde distintos poderes.
Durante dos horas y media, hemos podido escuchar palabras sabias y mensajes emocionantes. En boca de un sabio profesor, periodistas de prestigio, humoristas de enorme talento, escritores, artistas, músicos, activistas de movimientos cívicos. Y una madre preocupada y asombrada por tener que aceptar que un hijo haya pasado por la cárcel acusado de enaltecer el terrorismo con un arma tan peligrosa como unos muñecos de trapo. Y por tener que leer además en la prensa una falsedad detrás de otra.
Pero lo que menos importa, por subjetiva, es la visión del arriba firmante. Lo cierto es que el teatro, con capacidad para casi 400 espectadores, se ha llenado, y más de un centenar de socios y lectores de infoLibre no han podido entrar. Hemos recibido miles de mensajes de felicitación por el resultado y el eco de la convocatoria. Los agradecemos mucho, pero sobre todo queremos pedir disculpas a quienes no han podido acceder al teatro pese a haber hecho el esfuerzo de acercarse y guardar cola para intentarlo. Gracias sinceras en nombre de infoLibre por la comprensión que han demostrado con nosotros. Es tan importante ese gesto como el de quienes nos felicitan por reunir a un grupo de gente brillante y generosa.
Ojalá no hubiera motivos para convocar actos como este. Pero los hay. Cada día lo comprobamos, y estamos convencidos de que una de las formas más eficaces de defender el interés público es lograr un pacto entre periodistas y lectores que nos permita pelear juntos en estos tiempos inciertos. Tan peligroso es confundir la realidad con el espectáculo como creer desde los escenarios que el público puede ser engañado. La experiencia de este sábado, la cálida reacción de tanta gente dispuesta a guardar horas de cola para defender derechos fundamentales, demuestra que lo único que no podemos hacer es resignarnos.
Gracias a quienes nos han acompañado y disculpas a quienes no han podido hacerlo pese a haberlo intentado. Repetiremos juntos tantas veces como haga falta.
No se ven las cosas del mismo modo desde bambalinas o desde un escenario, cegado por los focos, que desde las butacas o en la pantalla del ordenador. El punto de vista es diferente, y seguro que el más subjetivo de todos es precisamente el de quien no puede percibir directamente el gesto y la mirada de quien observa y escucha. Esta mañana de sábado, en el Teatro Maravillas de Madrid, hemos compartido un acto en el que reivindicábamos la absoluta necesidad de defender la libertad de expresión ante los constantes ataques que sufre desde distintos poderes.