… Que miente por amor Raquel Martos
MALA HIERBA
Criatura descontrolada y voraz
Fernando Trueba estrenó La niña de tus ojos en 1998. La película narra las desventuras de un grupo de cineastas españoles mientras ruedan en la Alemania nazi. El papel protagonista de Penélope Cruz, que nos dejó escenas memorables como cuando canta Los Piconeros, está inspirado en Imperio Argentina, la cual rodó realmente en los estudios de la UFA en Berlín en 1938, como parte de un programa de propaganda franquista en el transcurso de la Guerra Civil.
Jorge Sanz también actúa, interpretando al falangista Torralba, un patético galán que se pasa media historia fingiendo que ha sido herido en una batalla para intentar ligarse hasta a la mujer del embajador. Cada vez que puede muestra su ardor guerrero, su españolidad sin mácula y su entregada adhesión al fascismo. Hasta que los nazis le confunden con un prisionero de un campo de concentración y le dan lo suyo. La película abandona su tono de comedia cuando Torralba está a punto de morir, precisamente, por sus pintas de españolito.
No he podido dejar de recordar la escena cuando este fin de semana veía a Alvise Pérez celebrando su resultado en las elecciones europeas, dando voces con el mismo tono del tipo que te asalta por la calle para ofrecerte chupitos gratis en cualquier cachimbería de barrio para turistas. Me lo imaginé, con su camisa desabrochada hasta el pecho y su pelo aceitoso, entre el público de un mitin de la AfD, el partido ultra alemán. Como poco tendría que buscarse un buen dentista.
Lo del nombre ya lo dice todo. Utilizar un pseudónimo porque Luis Pérez Fernández te sabe a poco a la hora de alcanzar la fama. No se engañen: tras todo este despropósito lo que hay, en primer lugar, es la ambición desmedida de un tiparraco haciendo caja. Lo de la comunicación en Ciudadanos, pensando maldades para Toni Cantó, debió de abrirle el apetito. En vez de mentir para otros, miento para mí mismo.
Sabemos que la vagoneta se ha salido de los raíles cuando lo grotesco acaba asaltando la normalidad. Eso es lo que nos empezó a pasar en la pandemia y no está de más recordarlo. Aquello valió de trampolín para que figuras como Ayuso tomaran notoriedad advirtiendo al Gobierno con la que se iba a montar en las calles, mientras que Abascal, desde la tribuna del Congreso, practicaba la necropolítica arrojando ataúdes. Para lo que no se atrevían a decir directamente, como intentar provocar el caos arruinando la vacunación, ya tenían a machacas conspiranoicos como Alvise.
Como todo hombre presuntamente hecho a sí mismo, tras Alvise se intuyen valedores del peor pelaje de la ola reaccionaria que desde entonces nos amenaza. Para realizar cualquier actividad de manera industrial se necesita financiación, también para mentir. Fabricar toneladas diarias de basura para desinformar no es barato y, desde luego, no se consigue haciendo colectas entre los adelantados que te aplauden.
Como todo hombre presuntamente hecho a sí mismo, tras Alvise se intuyen valedores del peor pelaje de la ola reaccionaria que nos amenaza
Alvise se presenta como alguien ajeno al mundo de la política aunque lleva viviendo de prostituir esta actividad toda su vida. Es lo que tiene el populismo, que siempre necesita de un salvador frente a una casta, de un esforzado hombre común que viene a decir “verdades como puños”, de un caballero blanco que llega para acabar con la corrupción. El esquema es tan pornográficamente obvio que da pudor que pueda seducir a alguien. Lo mismo no fue tan buena idea utilizarlo, la pasada década, y dejar la puerta abierta a los monstruos.
Si a esto le sumamos un machismo recalcitrante, constantes apelaciones a la inseguridad y una adoración obscena por el triunfo tenemos un esquema del funesto personaje. Leía, estos días, que Alvise había conseguido crear una nueva identidad colectiva. No creo que sea cierto. Más bien lo que ha logrado es darle cauce electoral a una identidad que ya existía, que ha echado raíces en el estercolero digital, pero que proviene del fin de época que vivimos.
Cuando publiqué mi novela en enero de 2023 me dió por dejar entre sus páginas algún párrafo al respecto, por si luego hacía falta:
“La Gran Recesión de 2008 había sido algo más que una crisis económica, había golpeado de lleno la legitimidad de todo tipo de instituciones y había traído la incertidumbre a nuestras vidas. Este fenómeno hundía también sus raíces en la manipulación cierta que el sistema mediático realizaba constantemente a favor de los intereses del mundo del dinero. La desconfianza en la política, en el periodismo, en la ciencia o en los consensos sociales más básicos era algo que el capitalismo más fanático y desregulado había fomentado en las últimas décadas y que ahora, como una criatura descontrolada y voraz, amenazaba con llevarse todo por delante, incluso la democracia".
Los que escribimos lo hacemos demasiado despacio para lo que requiere este mundo cada vez más absurdo y acelerado. Eso sí, cuídate de que no te hagamos un traje. Tomando medidas no nos gana nadie.
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