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El Papa y la moda homosexual

Queridos hermanos, ha dicho el Papa Francisco que la homosexualidad está de moda. Hay que ver, o sea que a algunos les da por "hacerse" homosexuales un día cualquiera, en plan fashion victim. Una moda. Alabado sea Dior. Muy fan.

Estas declaraciones forman parte de un libro entrevista que acaba de ser publicado: Papa Francisco. La fuerza de la vocación. La vida consagrada hoy. El pontífice charla con el misionero Fernando Prado Ayuso sobre los trending topic de la Iglesia católica y este es uno de ellos.

Francisco se muestra preocupado por el número de sacerdotes y religiosos homosexuales y teme que la Iglesia se vea invadida por la moda de la homosexualidad

"La invasión de los homosexuales en la Iglesia" suena a remake de La invasión de los ultracuerpos, la peli de culto de ciencia ficción que se estrenó en los años cincuenta. ¿Recuerdan? De las vainas que habían plantado unos alienígenas surgían réplicas exactas de seres humanos que sustituían a los originales. Y en el pueblo, Santa Mira, se montaba la de Dios es Cristo.

Si en el tráiler del clásico de Don Siegel sonaban estas palabras aterradoras:

 

Vienen de otro mundo, engendrados a años luz en el espacio. Han despertado para hacerse con los cuerpos y almas de la gente de nuestro planeta.

En la nueva versión, la de Bertoglio, sonarían estas otras:

 

Llegan las vainas de la homosexualidad a echar raíces en la Iglesia, para que sus capullos reemplacen a los sacerdotes –heteros y enteros– que siempre la han poblado.

Del Papa Francisco, aquel que salió al balcón de la Basílica como la esperanza blanca del cambio, con su gesto amable –tan distinto del de Ratzinger–, con su delicioso acento porteño y sus zapatos viejos, quizás esperábamos una película de otro género, algo entre dramático y tierno, algo tipo La vida es bella:

 

Un padre/Papa trata de pintar un mundo bello para que su hijo/sus fieles, que vive/viven en medio del horror, sea/n feliz/ces y pueda/n con la carga diaria.

Pero no, Francisco se ha estrenado en el cine con una peli de terror en la que hay que evitar, a toda costa, la entrada de homosexuales en la vida consagrada. Al Papa se le ha metido en el cuerpo El Cigala: ¡Atrás!

Para ello, Francisco pide a los responsables de los seminarios y noviciados que mantengan "los ojos abiertos" y "detecten candidatos" que podrían desarrollar "más tarde esas tendencias". Le ha faltado al pontífice promover que estos responsables se descarguen la aplicación Grindr en los móviles, para detectar con más rapidez a los gais que haya por los alrededores…

Con respecto a los homosexuales que ya están dentro de la Iglesia, dice Francisco: "A los curas, religiosos y religiosas homosexuales, hay que urgirles a vivir íntegramente el celibato y, sobre todo, que sean exquisitamente responsables, procurando no escandalizar nunca, ni a sus comunidades ni al santo pueblo fiel de Dios, viviendo una doble vida. Es mejor que dejen el ministerio o su vida consagrada antes que vivir una doble vida".

Claro, para los heterosexuales no hace falta solicitar el rechazo a la doble vida, porque ellos jamás se han saltado el celibato. Algunos eran tíos tan tíos, que compartían su vida con una sobrina…

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Si en 2013 Francisco entonó aquella frase que dio la vuelta al mundo como cambio de viento en el Vaticano –"¿quién soy yo para juzgar a un gay?"–, cinco años después, la homosexualidad para el Papa es una moda, como el swis swis y una invasión temible, como el mosquito tigre en verano. ¿Y quién puede juzgar a un mosquito tigre que baila swis swis?swis swis

¿Cómo explicarle al Papa Francisco que la única invasión es la del abuso, que los únicos ladrones de cuerpos y de almas y de vidas, son aquellos que hacen lo que quieren con los que no quieren, con los débiles? Y que da igual si los abusadores son heterosexuales, homosexuales, Géminis o celiacos, que son todos igual de despreciables. ¿O es que acaso los numerosos abusos a menores que han sido permitidos y tapados por la Iglesia, durante tanto tiempo, son perpetrados por "enamorados de la moda juvenil"?

Parafraseando al propio Francisco –cuando criticó que, durante la Audiencia de los miércoles, los asistentes: fieles, obispos y sacerdotes, alzaran los móviles en lugar de levantar sus corazones–, tras leer sus declaraciones sobre la fashion homosexualidad solo puedo decirle lo que él exclamó al final de su reprimenda: "¡¡¡Ma per favore!!!"

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