Las santas, madres y reinas de la Navidad Cristina García Casado
Un delincuente confeso no es un delincuente confeso
Joaquim Bosch, todo un magistrado y jurista –exportavoz de la prestigiosa organización ‘Juezas y jueces para la Democracia’– y cientos de miles de espectadores desde sus casas asisten estupefactos al razonamiento de Juan del Val en la tertulia política de La Roca, la versión de Hacendado de la tertulia política de El Hormiguero en La Sexta: “El novio de Ayuso ha confesado unos delitos, lo cual no quiere decir que sea un delincuente confeso”.
La única sorpresa es que el ex crítico taurino no saliera a hombros de su mujer, Nuria Roca, con las orejas y el rabo de su compañero magistrado de tertulia, después de esta faena digna de salir por la puerta grande del plató de La Roca.
Aunque el verdadero final del programa no desmereció en nada a esta fantasía y acabó con Nuria Roca despidiéndose con el estribillo de Alejandro Sanz: “Ya me cansé de vivir improvisando para ti”. Toda una declaración de intenciones.
Propongo desde aquí para las próximas ediciones de premios televisivos crear una nueva categoría que sustituya a los ya superados programas de entretenimiento. La verdadera competencia sería dar un premio al "mejor programa de adoctrinamiento”.
Las declaraciones del maridísimo se volvieron virales en Twitter, donde muchos le comparaban con el meme del cuñado apoyado en la barra, pero yo creo que Del Val es un artista de lo suyo, un artista incomprendido, un artista conceptual, quizás uno de los más importantes de nuestro país; el más celebrado discípulo de René Magritte en España y su frase era un homenaje anticipado al centenario de una de las obras míticas del artista belga.
Magritte creó en 1929 una de sus obras más celebradas e influyentes: La Trahison des Images (La traición de las imágenes). Una obra de arte que muestra una imagen realista de una pipa y debajo una inscripción en francés: ‘Ceci nést pas une pipe’ (Esto no es una pipa).
Esta obra, precursora del arte conceptual, cuestiona la relación entre un objeto y su representación. Nos hace reflexionar sobre la manera en la que percibimos y entendemos las imágenes. Magritte ya nos enseñó con su arte que negar con palabras la realidad nos hace cuestionarnos dicha definición.
Del Val, a partir de ahora el Magritte castizo, nuestro Magro, da una vuelta de tuerca más y adapta esta obra a los nuevos tiempos, al siglo XXI. Está poniendo de manifiesto el abismo insalvable que separa la realidad de una tertulia política.
Por fin un programa de televisión que nos regala una obra de arte digna de convertirse en una videoinstalación en el próximo premio Princesa de Asturias de las Artes
Nos está haciendo evidente, mediante esta declaración que en el fondo es una obra de arte surrealista, el abismo que separa la realidad de una tertulia política televisada, el hábitat perfecto del cuñadismo iletrado.
Nuestro Magro no está negando lo evidente, va mucho más allá, nos dice claramente que toda frase que se dice en una tertulia política, especialmente si es televisada, se halla definitivamente separada de la realidad.
Es más, en su frase –su obra magna– niega que en una tertulia política exista incluso la realidad misma. Nos está explicitando, con esta obra de arte, que un tertuliano puede en la misma frase decir una cosa y la contraria sin afectar a la realidad misma. Son mundos completamente distintos. Nuestro Magro ha roto por fin la cuarta pared, es Truman descubriendo que vivimos en una simulación televisada.
El novio de Ayuso no es un delincuente confeso porque lo haya confesado su propio abogado: “Ciertamente se han cometido dos delitos contra la Hacienda Pública”.
El novio de Ayuso, con el que la Agencia Tributaria se reunió en 17 ocasiones antes de denunciarle por fraude fiscal, no es un delincuente fiscal. Todo lo que rodea al novio de Ayuso es una performance artística, si no, ¿cómo se explica que intentara deducirse ante Hacienda la compra de hilo dental, un Rolex de 8.000 euros, desodorante, pelotas de pádel, la reparación de un Porsche Panamera, los coches de alquiler en sus vacaciones o un saxofón?
Estamos hablando de otra obra de arte del surrealismo. En sus obras de arte, Juan del Val, nuestro Magro, cuestiona cada uno de nuestros valores, cambia nuestra percepción de la realidad y utiliza su tribuna televisada ante cientos de miles de espectadores para hacernos replantearnos lo que es real y lo que no, poniendo interrogantes a nuestra realidad.
Un ARTISTA con mayúsculas. Por fin un programa de televisión en abierto apuesta por el arte contemporáneo y nos regala una obra de arte digna de convertirse en una videoinstalación en el Museo Reina Sofía o en el próximo premio Princesa de Asturias de las Artes.
"Ceci n´est pas un délinquant”. Declaraciones sobre programa, Juan del Val.
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