Si te duele, ponlo en marcha tú

Lucía Mbomío

Patricia del Casar es de Alcorcón, en su jornada laboral se dedica a vender pintura y, pese a que siempre estuvo a favor de la causa palestina, no militaba activamente en ninguna colectiva. Sin embargo, desde hace unos meses, tras uno de esos bombardeos retransmitidos en directo a través de las redes sociales, decidió que resignarse ante un genocidio jamás debería ser una opción. Después de otro día, otro más, viendo muertes, escombros, polvo y sangre tuvo claro que no quería normalizar ni la falta de atención médica ni la pobreza ni el hambre. Necesitaba generar un cambio y no sabía por dónde comenzar pero sí que quería darle ejemplo a sus tres hijos y enseñarles que las heridas deben escocernos aunque se hayan abierto a docenas de miles de kilómetros o a pesar de que no seamos nosotras, las de Occidente, las únicas víctimas dignas de ese nombre, parece, quienes perdamos la vida. 

Con todo eso latiéndole dentro, contactó con tres amigas. Primero con María, una trabajadora social con quien comparte visión y esperas cuando suena la sirena y sus peques salen de la escuela. Más tarde, le llegó el turno a Alicia, una profe que confía en la educación para construir un mundo mejor y que en su grupo siempre defendió mil causas. La siguiente fue Isabel, alguien que se apaña bien pidiendo permisos para las manifestaciones y que sabe exigir valiéndose de un megáfono. De sus conversaciones nació Alcorcón con Palestina y, ya desde el principio, con varios objetivos clarísimos:  denunciar, recordar y hacer pedagogía. También, con la finalidad de explicar que lo que vemos hoy no es algo nuevo sino la continuación de una agresión, intrusión y expulsión que lleva jodiendo a un pueblo demasiadas décadas y que se ha cargado demasiadas vidas. Eso, por supuesto, con la connivencia de medio planeta que o apoya o no dice nada o dice pero no hace. 

La cosa es que ese grupúsculo pequeñito, hace menos de un año, comenzó a dar sus primeros pasos y, poco a poco, fue haciéndose más grande

La cosa es que ese grupúsculo pequeñito, hace menos de un año, comenzó a dar sus primeros pasos y, poco a poco, fue haciéndose más grande incorporando a gente de su entorno y a otras personas de la localidad. Como Miguell, ligado hace más tiempo a movimientos pro Palestina radicados en Madrid capital y cuya pareja, Nadwa, hispanopalestina, tiene a parte de su familia en Gaza. 

A partir de ahí, empezaron las actividades a resguardo y a cielo abierto y las ideas abstractas devinieron charlas en primera persona a fin de ponerle voz, rostro, nombre e historia al horror. Lo anterior fue generando adhesiones, la mayoría, vecinas y vecinos de más de cincuenta años que heredaron y continuaron las luchas por conseguir derechos para el barrio de quienes les precedieron. La lástima, comenta Miguel, es que parece no haber un relevo por debajo de los 40. “Hay muchas personas que se activan solo en internet y no es que haya que salir de X para ir a Bluesky, por su deriva ideológica y agresividad, más bien, habría que dejar las redes sociales para volver a la calle y ser el ejemplo de las generaciones venideras“, señala apesadumbrado. Y en Alcorcón con Palestina hacen justo lo contrario: sin abandonar la presencia digital, abogan por lo analógico, se dan a conocer mediante el boca a boca, pegan carteles y se juntan en asambleas para urdir planes innovadores. Hay ocasiones que con mucho éxito, además. Como cuando en la Navidad pasada organizaron una vigilia a la que asistieron 200 personas y en la todopoderosa Madrid, el grupo BDS (Boicot, Desinversiones y Sanciones) y la Asociación hispano-Palestina de Jerusalén replicaron esa acción con idéntica afluencia.

Citados quedan, pues, los hitos con regusto agridulce debido a que el genocidio no cesa y eso genera tal indignación que los dientes de un montón de personas se han astillado de tanto apretarlos y los nudillos se les han vuelto traslúcidos ya que no pueden permitirse abrir los puños. A estas alturas, cabe preguntarse si protestar puede servir para frenar los asesinatos de civiles y a la vista está que no; ahora bien, quizá sí para dejar patente el desacuerdo ante las injusticias, lo mucho que duele que haya gente sufriendo y hacerle llegar a esa parte del mundo resiliente que hay otra parte que ya no quiere ser testigo mudo de sus padecimientos. Con la que está cayendo, es tiempo de seguir desgañitándose y gritar “basta ya” en Palestina y, ya que estamos, en República Democrática del Congo o en Sudán. Y aquí, más cerquita, con el hecho de que sigan malviviendo en la Cañada Real. 

Pero, entre tanto, que a los espacios de lucha y abrazo se pueda ir andando y no haga falta subirse al coche, al metro o al autobús porque estos suelan estar situados en los centros de las ciudades es una buena noticia. Encima, estando a mano, se puede acudir con toda la familia. 

La cita de Alcorcón con Palestina será este sábado en el parque de La Paz y ese día se leerá poesía. Seguro que no muy lejos de tu rinconcito de referencia, hacen algo y, de no ser así, haz como Patricia y ponlo en marcha tú. Toca continuar sumando.

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