Cinco razones por las que Mazón debe dimitir Daniel Bernabé
Quién se lavó las manos en el agua de la riada
No sé si el tiempo lo cura todo, pero lo que es seguro es que no resucita a nadie. Las víctimas de la dana de Valencia no van a volver y quienes las pusieron a los pies de los caballos dicen que no van a irse; pretenden lavarse las manos en el agua de la riada, desoír el clamor social, negar las pruebas más que sólidas de su ineptitud y desinterés por la gente y agarrarse al clavo ardiendo de los precedentes que tiene su partido: “Si la presidenta de la Comunidad de Madrid”, se dirán, “continúa en su puesto después de su catastrófico Protocolo de la Vergüenza, de las siete mil doscientas noventa y una personas fallecidas en las residencias que de todas formas se iban a morir igual y de la legión de familiares, allegados y parejas o ex novios que hicieron buenos negocios con su Gobierno regional, ¿por qué no vamos a resistir nosotros el cerco de las evidencias y la condena de los manifestantes? El agua ya ha pasado y la ira ciudadana también amainará, ¿no dijo acaso Cela aquello de que el que resiste, gana? Pues si lo dice un premio Nobel…” Cualquier cosa, menos decir la verdad.
Sin embargo, ya la han dicho otros por ellos, las mentiras de Carlos Mazón se han deshecho como la nieve al salir el sol, aunque sea esa nieve negra con la que trataron de esconder sus actos; así que lo oculto ha salido a la luz y las horas en las que el gran ausente no estuvo en su puesto ni localizable han sido descifradas: no estaba ni muerto ni con quienes iban a morir: estaba de parranda. Para ser exactos, se dedicó –durante casi cinco horas– a darse un festín en un buen restaurante y a ofrecerle la dirección de la televisión autonómica a una periodista, o eso es lo que quiere ofrecer como coartada. Al lado de la tragedia sucedida, el resto es un simple etcétera, pero ¿qué hace un presidente autonómico rifando al canal regional? ¿En serio? ¿Y todo ello mientras su Partido Popular clamaba al cielo y a los infiernos porque La Moncloa “se preocupase en instantes tan dramáticos del renovar el consejo de Radio Televisión Española”? Es para morirse de llanto.
Mazón tira balones fuera, lanza embustes a modo de cortina de humo y actúa con una cobardía y una falta de escrúpulos que dejan muy claro que lo único que le importa es salvar su pellejo
Mazón tira balones fuera, lanza embustes a modo de cortina de humo y, en general, actúa con una cobardía y una falta de escrúpulos que dejan muy claro que lo único que le importa de todo este horror es salvar su pellejo. Lo que le interesaban los demás, creo que ha quedado más que claro: ahí estaba él, disfrutando y maquinando estrategias que le afianzaran por lo civil o lo militar en su puesto, mientras el agua ya inundaba su tierra, se llevaba vidas y destrozaba casas y enseres y él, que nadie me moleste mientras disfruto del banquete y la compañía, desoía los avisos y las ofertas de ayuda. La técnica es la de siempre, culpar al adversario de la ineptitud propia y seguro de que su formación, con el desnortado Núñez Feijóo al mando, lo apoyará sin fisuras porque esto no va para ellos de justicia o injusticia, sino de conservar el poder o perderlo. No les interesan nada ni nadie más.
A Mazón se le complica el asunto de seguir en la Generallitat, sin embargo, porque no hay un solo dato comprobable que no le deje antes como un imprudente, mientras como un incapaz y después como un cínico. Ahora de lo que se trata es de ver si además de estar más que evidentemente acabado desde el punto de vista político, deberá también asumir consecuencias penales, aunque, visto lo visto, lo más probable sea que la Justicia, más que ser ciega, mire para otra parte.
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