Sergio Ramírez Luis García Montero
La regla de tres y a quién muerde la pescadilla que se muerde la cola
Presente y pasado, Ayuso y Cospedal, coinciden en los titulares de los periódicos. La primera dice sobre la ley que amparará las bajas menstruales: "La única regla que me importa es la regla de tres." A la segunda, le ha sacado El País unos audios de sus conversaciones con el comisario Villarejo, de cuando se movía como pez en el agua por las cloacas del Estado, en los que no se sabe si le da una orden o le hace una sugerencia inquietante: “Lo de la libretita [de Bárcenas]... sería mejor poderlo parar.” ¿Cómo? ¿De qué hablaba? ¿De entrar por una ventana a robar la contabilidad paralela que demostraba la caja b del PP y sus trapicheos contables y electorales? ¿De callarle la boca al tesorero? ¿Cómo? Nada es descartable, si recordamos los ordenadores destruidos a martillazos y a los asaltantes disfrazados de cura con pistola.
La frase de la presidenta de la Comunidad de Madrid deja claro que a ella no le interesan las personas, sólo los números, y podría añadirse que, especialmente, los ceros a la derecha que van a las cuentas de familia y amigos. La de la antigua ministra, que la corrupción es una pescadilla que se muerde la cola y se alimenta de sí misma, haciendo un monstruo cada vez más fuerte, más temible y que siempre acaba igual: mordiendo la mano que le dio de comer. En un momento determinado, tuvieron dos opciones, el partido o la democracia, y ya se sabe lo que eligieron. Y siguen eligiendo, al mantener, con Feijóo o sin él, el bloqueo del Consejo General del Poder Judicial, cuya finalidad es exactamente la misma: tratar de que la Justicia no les eche el guante.
La frase de la presidenta de la Comunidad de Madrid sobre la regla deja claro que a ella no le interesan las personas, sólo los números, y podría añadirse que, especialmente, los ceros a la derecha que van a las cuentas de familia y amigos
A Ayuso nada más que le interesa la economía, sobre todo la de algunos, pero desde luego que no le interesa la sanidad pública, ni a ella ni al resto de su formación, por eso Andalucía y Madrid son las comunidades que menos invierten en ese terreno. Por eso el Zendal a un lado y los recortes de plantilla y el cierre de ambulatorios y urgencias en el otro. Por eso Moreno Bonilla destinó once millones de euros del Fondo de Emergencia Social y Economía Covid19 a la Radio Televisión Pública de Andalucía, donde hacía un amigo de la casa su programa. Por eso en Madrid el alcalde Almeida ha censurado las palabras de Antonio Resines en defensa de la sanidad pública que hizo durante su pregón de San Isidro. Por eso los comisionistas de las mascarillas, en una y otra administración, el dinero perdido y los aviones fantasma. Por eso, sobre todo, las privatizaciones de hospitales, residencias geriátricas y demás.
Lo llaman privatizaciones como llamaban a un finiquito “indemnización en diferido” o a la emigración “movilidad exterior”, pero es una simple estafa. ¿Una muestra? Aguirre y Botella vendieron de forma fraudulenta cientos de pisos calificados como vivienda social a un fondo buitre, que exigió una indemnización cuando le obligaron a devolverlos, y ahora Ayuso le ha pagado 107 millones. A las y los madrileños, por lo tanto, les atracaron dos veces. Y dicen que van bien en las encuestas y que esas cosas son agua pasada que no mueve molino.
El modelo que defienden también tiene seudónimo, lo llaman neoliberalismo y consiste en que los pobres mantengan a los ricos, que a las grandes empresas todo les vaya viento en popa y el resto naufrague. Aquí y ahora, en plena crisis, otra más, ahora por la invasión de Ucrania, la inflación, el precio insoportable de la gasolina, la luz o el gas, mientras la gente normal tiene el agua al cuello resulta que las energéticas del Íbex 35 ganan 3.400 millones hasta marzo, un 52% más; que el banco de Santander, por ejemplo, gana otros 2.500 y Telefónica, otros 700… Hay crisis, pero sólo para los de siempre y utilizadas por los de siempre para enriquecerse un poco más. infoLibre lo ha publicado: El pago de dividendos a los accionistas ha crecido en España siete veces más que los salarios desde 2000. Sumas todo eso y ya tienes el resultado de la regla de tres de la que habla Isabel Díaz Ayuso.
No se dejen engañar por las frases hechas. No hay dos Españas, lo que hay es un saqueo implacable, organizado, sistemático, llevado a cabo por unos pocos contra el resto. Eso sí, también hay otra cosa que no puede ser una ciencia exacta porque no tiene explicación, y es el que una parte de las víctimas del expolio les hagan de guardaespaldas a quienes los atacan. Igual va a ser que neoliberalismo no rima con masoquismo por casualidad.
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