Encerrada en el baño de la Sutton Eva Baroja

Es imposible leer el sumario de la tragedia de la dana sin venirse abajo. Y hay que ser de la peor pasta para que el día que trasciende Carlos Mazón se dedique a anunciar un sorteo para ver la mascletá desde el Palau o envalentonarse con los medios en su enésima contradicción. Para 227 familias y miles de afectados, solo hay una versión de ese día y está recogida en los cuatro tomos que instruye la jueza de Catarroja. Mil folios por donde pasan las vidas de las víctimas, el momento y las circunstancias de la muerte. La mayoría, antes del aviso a los móviles a las 20.11 horas del 29 de octubre y por las mismas causas: asfixia con los pulmones llenos de barro. ¿Cuántas pudieron evitarse? Es la respuesta que busca la jueza en la reconstrucción de la cadena de responsabilidades.
Da igual la versión, el president de la Generalitat en su matrioska de versiones no aclara todavía dónde estuvo ese día, por qué no fue al Cecopi a tiempo y por qué no ordenó mandar la alerta. Y es capaz de decir que llegó al Centro de Emergencias a las 20.38 horas para evitar la imputación penal. Encararse ante los periodistas es su forma de tapar la negligencia. “Yo a media tarde estaba allí” o “yo me incorporé personalmente a partir de las 19.00” fue la versión anterior que ahora niega. La última versión tampoco es creíble. Si llegó a esa hora, ¿por qué no cogió el teléfono a la ministra Ribera? ¿Por qué alegó la falta de cobertura en el Cecopi si no estaba? De ser verdad, es aún peor. Estuvo cinco horas desaparecido y habría tardado más de tres horas en un recorrido de veinte minutos, la distancia del Palau al CECOPI. Si estaba en el Palau de la Generalitat, consciente de la dimensión de la tragedia, ¿por qué no apareció? A esas horas en radios y televisiones ya entraban víctimas en directo pidiendo socorro y refuerzos, y en la radio autonómica hubo vecinos que desde el mediodía llamaban porque les arrollaba la lluvia en Utiel.
Que la última versión puede ser falsa lo corroboran los periodistas. La televisión valenciana A Punt ha desmentido que llegara a esa hora, lo hizo antes, sobre las 19.45, según el testimonio de varios testigos. Las cámaras de seguridad dirán cuántas veces ha mentido cuando la jueza arroje luz sobre el agujero negro de las versiones de Mazón.
El president de la Generalitat en su matrioska de versiones no aclara todavía dónde estuvo ese día, por qué no fue al Cecopi a tiempo y por qué no ordenó mandar la alerta
Las mentiras insostenibles de Mazón lo son para el PP. Ya no es un problema de la Generalitat, es de la dirección nacional de Génova. La incompetencia, la negligencia y la mentira de un presidente autonómico no se podía prever. Cuatro meses después, si Feijóo le respalda, asume la mentira. Y lo hace a través de sus portavoces. Mazón es un muerto político y ningún dirigente del PP asume que repetirá. Pero su permanencia achicharra también las posibilidades del PP en Valencia. Su electorado está indignado por la dana, en las protestas también hay votantes suyos, en la calle, los gritos de indignación espontánea son ciudadanos a los que no puede llamar “activistas” como hace Isabel Díaz Ayuso con los familiares de las residencias.
No sabemos cuánto sabe el PP de dónde estuvo Mazón y con quién. De las llamadas telefónicas –las que dijo no tener– se desprende que no llamó a Feijóo. Aquel “el president, desde el pasado lunes me ha venido informando en tiempo real” no era cierto. En el Congreso, en la sesión de control de esta semana, algunos dirigentes evitaron los micrófonos con la excusa de ir a votar y otros más imprudentes, de Juan Bravo a Elías Bendodo, le han avalado. En la comunidad donde a la derecha puede crecer Vox, el PP se inmola respaldando a Mazón. Hay muchas formas de suicidio político. Una es sumar la tragedia de la dana a la estela de las mentiras del 11M o el Yak-42.
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