Todo lo que el rey olvidó en su discurso (y queríamos oír) Marta Jaenes
Epitafio para un agosto
“Drogas y violencia sexual”. Miro los artículos publicados y veo que ese podría ser el epitafio de mi agosto escrito, lo cual no deja de ser un balance triste para toda una vida de 30 días llenos de ferias y vacaciones.
Cada uno cuenta la vida según le va, en eso no actuamos de forma muy distinta a lo que la sabiduría popular dice sobre las ferias, por eso el epitafio es diferente en cada persona, y por esa razón cada persona se hace diferente en su epitafio, pues no es sólo lo vivido, sino una especie de testamento de cara a quien se acerque a esa contraportada de los días en la que se convierte la lápida que los cierra.
Los hombres violan porque quieren, y para ello utilizan diferentes estrategias que van adaptando a las circunstancias de cada momento histórico y a las posibilidades que aportan los diferentes medios, actualmente la sumisión con sustancias tóxicas
Lo sorprendente de las dos ideas que se recogen en el epitafio son los elementos que las acompañan:
- En primer lugar, llama la atención que los dos temas hayan protagonizado la mayor parte de un mes y sus 30 días, y no se hayan limitado a unas pocas jornadas, lo cual indica el problema que hay de fondo para que la repetición de algunos hechos y la reacción ante los mismos haya mantenido su actualidad durante tanto tiempo.
- Sorprende también que dos tipos de hechos aparentemente distintos, como han sido los pinchazos a mujeres jóvenes en ambientes de ocio, y el recurso a las drogas con diferentes objetivos, pero siempre contra las mujeres, se hayan visto relacionados por los acontecimientos que han formado parte de la realidad de este agosto.
- Y hablamos de que se trata de hechos “aparentemente distintos” porque en realidad los pinchazos buscaban actuar sobre la libertad de las mujeres para cometer una agresión sexual, bien directamente por medio de sustancias tóxicas, o bien indirectamente por la intimidación del pinchazo y la amenaza de que se pueda producir. De esa forma se “facilita” la violencia sexual en diferentes circunstancias, unas veces por hombres desconocidos y otras por amigos u hombres cercanos a la mujer víctima, que es el grupo de agresores más frecuente con el 42,8% del total, como recoge el informe del CGPJ (2021).
- Las drogas también se han utilizado contra las mujeres este agosto para limitar su libertad de ocio y la decisión de bailar si así lo estimaban. Es lo que ha ocurrido con las acusaciones contra la primera ministra de Finlandia, Sanna Marin, al insinuar que por bailar en una fiesta estaba drogada, como han hecho los partidos conservadores de su país. Un argumento similar al que la sociedad ha creado para “justificar” la violencia sexual en caso de que la mujer hubiera tomado algún tipo de bebidas alcohólicas. De manera que “si bailas es porque estás drogada” y “si sufres una violación es porque has bebido”; al final la culpa es de la mujer por tomar alcohol, alguna sustancia tóxica o por divertirse.
- Ese tipo de asociaciones derivadas de los estereotipos y de una respuesta del sistema ante los mismos que genera miedo, rechazo y dolor en las víctimas, son las que facilitan los acuerdos entre las partes para que los violadores no entren en prisión, como hemos visto en los casos de Estepona y Murcia.
“Confusión será mi epitafio”, cantaba King Crimson en su álbum de 1969 “In the court of the Crimson King”. Han transcurrido 53 años y todavía reina la confusión interesada alrededor de la violencia contra las mujeres y la desigualdad, para que un día, cuando hayamos sido capaces de erradicar al machismo y su reino de este mundo alguien diga que todo se debió a la “confusión reinante” de los tiempos pasados, es decir, a la confusión de nuestro tiempo.
Y no hay ninguna confusión, todo está muy claro. Los hombres violan porque quieren, y para ello utilizan diferentes estrategias que van adaptando a las circunstancias de cada momento histórico y a las posibilidades que aportan los diferentes medios, actualmente la sumisión con sustancias tóxicas. Pero cuando no había sumisión química también había violaciones, y ahora cuando las mujeres no toman alcohol ni son drogadas también son violadas por hombres que dicen de ellas que los han provocado con una ropa sexy, o que aunque han dicho no en verdad querían decir que sí.
Para el machismo y su violencia, más que un epitafio necesitamos una fecha de defunción.
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Miguel Lorente Acosta es médico y profesor en la Universidad de Granada y fue delegado del Gobierno para la Violencia de Género.
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