Los 'expats' no son el problema

La vivienda está imposible, salir a desayunar no es lo que era y, aparentemente, la culpa de estos y otros males la tienen los expats. En las grandes ciudades españolas hay un nuevo antagonista y esta vez la sospecha cae sobre los rubios de piel clara. En Barcelona, en Málaga, en València, en Santa Cruz y Las Palmas, también en Madrid, viven cada vez más personas del norte del norte, atraídos fundamentalmente por algo tan prosaico y tan crítico, tan dado por hecho y tan echado de menos como la luz solar y un estilo de vida callejero, disfrutón, tan nuestro. Escribo estas líneas desde los deliciosos 23 grados de Alicante, mientras mi hijo juega en un parque barco pirata con los suyos, después de seis meses de paralizante invierno zamorano, y sólo puedo pensar: ¿quién podría culparles? ¿Y de qué exactamente?

Se llama expat —y no inmigrante— a cualquiera que parezca que viene a disfrutar de las mieles del país con más dinero que la mayoría de nosotros. Al expat se le tiene tirria porque goza de lo mejor de los lugares más atractivos de España (sanidad y educación públicas, seguridad, parques de arena de playa, derecho a sol y mar todo el año) sin padecer sus castigos nacionales: sueldos de vergüenza, cultura laboral aplasta-espíritus, apenas oportunidades de crecimiento profesional. He pensado obsesivamente en esto toda mi vida y la conclusión la tengo clara: la mejor situación posible en el mundo es vivir en un lugar costero de España con un sueldo del norte del norte. Es decir: si no eres expat, busca cómo convertirte en uno.

A cierta clase media intelectual española, los expats le parecen fatal: acaso simplemente envidia, esa era la vida que nos dijeron que íbamos a tener si estudiábamos, dónde está la nuestra. Menos alharacas veo sobre que al menos un día a la semana puedan tener la casa bien limpia con su sueldo precario o que su abuelo pensionista disponga de una cuidadora las 24 horas gracias a que otros expats —a estos los llamarán inmigrantes— vienen al revés: a desempeñar los trabajos que todo el mundo prefiere no hacer con condiciones que no se aceptan fuera de una situación de necesidad. A dejarse en este país su juventud y su fuerza e incluso los primeros años de los hijos que no podrán ver crecer.

A cierta clase media intelectual española, los 'expats' le parecen fatal: acaso simplemente envidia, esa era la vida que nos dijeron que íbamos a tener si estudiábamos, dónde está la nuestra

Tradicionalmente, un expat, un expatriado, era alguien a quien su empresa enviaba unos años a trabajar a otro país. Un expat no llegaba a inmigrante porque se entendía que su condición era temporal, que la idea siempre era regresar al origen. Nadie les ha preguntado a los nómadas digitales —profesionales que pueden hacer su trabajo por internet desde cualquier lugar— británicos, alemanes o franceses que tienen inscritos a sus hijos en escuelas públicas de Barcelona si tienen planes de regreso; la respuesta quizás nos incomodaría: ¿estaremos señalando simplemente a unos inmigrantes? ¿Lo hacemos más desacomplejadamente porque estos son (asumimos) ricos y blancos?

El mismo mundo abierto que ha permitido ya a algunas generaciones de españoles conocer fuera de aquí lo que es el reconocimiento profesional, un sueldo holgado incluso con carreras de letras y el listón de la dignidad alto, es el que trae a España trabajadores cualificados de países más mustios y desapacibles que el nuestro en busca de lo que todos, expats e inmigrantes: una vida mejor, urgentemente mejor o simplemente más acorde a los deseos propios, que no es poco. La causa de la vivienda disparada es la falta de regulación, y si no nos alcanza el dinero para los desayunos de salmón y aguacate es porque los empresarios de este país se lucran a costa de lo mísero de los sueldos que pagan. Buscar un chivo expiatorio, situarse frente a un otro, es tan facilón como estéril: valdría más poner ese ahínco en pelear para que todos vivamos mejor. Ceder un milímetro en la defensa del derecho al libre movimiento es un peligro que no nos podemos permitir.

Más sobre este tema
stats