Joaquín Machado, un hermano Luis García Montero
El obispo de Córdoba y Vox: ¿hermanados políticamente?
El obispo de Córdoba, Demetrio Fernández, es uno de los jerarcas de la iglesia católica más pertinaces defensores de las propuestas políticas de Vox, como puede apreciarse en la carta pastoral escrita tras los resultados de las elecciones autonómicas andaluzas de diciembre de 2018, que calificó de “vuelco espectacular” y por el que mostró alegría. Cito in extenso una parte de la carta por la significación política y religiosa que tiene y como confirmación de la alianza entre la extrema derecha política y el integrismo religioso católico al más alto nivel y representado por organizaciones como HazteOír, Germinas germinabit, Asociación de Abogados Cristianos, El Yunque, etc.:
“El vuelco electoral en Andalucía producido el pasado 2 de diciembre en las elecciones autonómicas ha sido espectacular […]. De esta manera Andalucía se sitúa como pionera de un cambio social que esperamos en la sociedad española […]. No se puede estar contradiciendo la sensibilidad de un pueblo religioso y cristiano, un pueblo que pide respeto para sus tradiciones religiosas y está dispuesto a respetar a los demás. No se puede estar atacando la libertad religiosa impunemente, reclamando la propiedad pública de la Mezquita-Catedral de Córdoba con argucias que no se sostienen ni por parte de los que las montan. No se puede ir contracorriente queriendo construir un mundo sin Dios, en el que caben todos menos el Dios que ha configurado nuestra historia. No se puede trocear España, sin que eso tenga un precio político. No se puede pretender eliminar el derecho de los padres a elegir la educación que quieren para sus hijos, introduciendo leyes de ingeniería social que descomponen la persona y destrozan las conciencias. No se puede eliminar la vida inocente al inicio o al final de la vida, y esperar que encima los voten. Los andaluces son sensibles a todo esto, y han querido decir en las urnas cuál es el futuro que quieren para ellos y para sus hijos”.
El Obispo de Córdoba termina su pastoral con un deseo político-religioso legitimador de la derecha y la extrema derecha, a quien dirige su afecto y bendición: “Que el vuelco en Andalucía sirva para una conversión a Dios y hacia los hermanos, en este precioso tiempo de adviento. Recibid mi afecto y mi bendición”. Se dirá que el afecto y la bendición se dirigen a los católicos cordobeses, y es verdad, pero dado el tono entusiasta con el que recibió los resultados, los hacía extensibles a los partidos de la derecha, la extrema derecha y Cs que muy pronto iban a aliarse para gobernar juntos.
Antes o después de cada declaración o intervención pública suya, el obispo de Córdoba acostumbra a decir que él no se implica en política, que solo habla como pastor y se mueve en el terreno religioso. Sus intervenciones y declaraciones —o mejor, soflamas—, empero, son políticas y siempre en la misma dirección: a favor de la derecha y la extrema derecha y declaradamente en contra de la izquierda y de los movimientos sociales y religiosos que la apoyan.
Cada “no se puede” coincide con una propuesta del programa de Vox: contra el aborto, contra la eutanasia, contra la futura ley de educación, contra el laicismo, contra el Estado de las autonomías, contra la propiedad pública de la Mezquita de Córdoba
El texto que acabo de citar es el mejor ejemplo. Se trata de una carta pastoral, que es uno de los cauces institucionales habituales de los obispos para comunicarse con sus feligreses y con la ciudadanía. El tono y el contenido son claramente políticos y, además, prescriptivos y prohibitivos: “no se puede…no se puede…”, repetido hasta seis veces en un párrafo de apenas catorce líneas.
Cada “no se puede” coincide con una propuesta del programa de Vox: contra el aborto, contra la eutanasia, contra la futura ley de educación, contra el laicismo, contra el Estado de las autonomías, contra la propiedad pública de la Mezquita de Córdoba, que el cabildo catedralicio cordobés inmatriculó por 30 euros en uno de los mayores pelotazos urbanísticos de todos los tiempos, a favor de la unidad de España como si se trata de artículo de fe, etc. Y no solo se identifica con dicho programa, sino que lo vincula con el mensaje cristiano y lo considera parte esencial del mismo.
No cabe mayor reduccionismo, manipulación política y colocación del Evangelio —que, por cierto, no se pronuncia sobre ninguna de las cuestiones citadas en la carta pastoral—, al servicio de un partido que en muchos aspectos es anticonstitucional, fomenta los discursos de odio contra el LGTBI, las personas inmigrantes y refugiadas, el feminismo, etc., que con frecuencia desembocan en prácticas violentas y están totalmente alejados del mandamiento de Jesús de amar al prójimo, incluso a los enemigos.
Me parece un acto antidemocrático y de autoritarismo que el obispo de Córdoba se erija en representante y portavoz de las católicas y los católicos de la diócesis, sin haber sido elegido por la comunidad cristiana cordobesa, ni haberles pedido su opinión, suplantando así la libre decisión de las personas votantes, diciéndoles lo que tienen y lo que no tienen que votar, negando el pluriverso político y religioso de la sociedad andaluza y descalificando implícitamente a quienes no comparten y condenan el programa homófobo, sexista, racista, antiecológico y xenófobo de Vox.
El obispo de Córdoba llevaba razón al afirmar que en las elecciones andaluzas de diciembre de 2018 se produjo un vuelco electoral al conseguir la mayoría absoluta en el Parlamento andaluz la derecha, la extrema derecha y Cs y posibilitar la formación de un Gobierno de coalición. Pero incurre en una nueva manipulación político-religiosa más al entender el vuelco electoral derechista como una oportunidad para facilitar la conversión a Dios. ¿Implica la conversión religiosa virar políticamente hacia la derecha y la extrema derecha? Tras varias décadas de ruptura de la conciencia monolítica cristiana vinculada con la derecha en nuestro país, Demetrio Fernández vuelve a restablecer la alianza entre cristianismo y neoconservadurismo e integrismo político, declarando implícitamente la imposibilidad de que los cristianos y las cristianas puedan votar a otras opciones.
Pero no contento con manifestar tamaños despropósitos a nivel local, expresó un deseo de más largo alcance todavía: el de que el vuelco electoral producido en Andalucía sucediera también en el conjunto de la sociedad española. Es decir, que la vinculación entre cristianismo y derecha y extrema derecha no quedara reducida a la diócesis de Córdoba, ni siquiera a Andalucía, sino que se hiciera extensible a toda España. Y en cierta manera su deseo se hizo realidad al conseguir Vox 24 diputados en las elecciones de abril de 2019 y de 52 en las de noviembre del mismo año.
Lo que no consiguió fue que se formara un gobierno de coalición de la derecha y la extrema derecha a nivel nacional, como era su deseo. Y no lo consiguió porque la ciudadanía española, de la que forman parte personas que comparten con el obispo cordobés la fe católica, prefirió dar su apoyo electoral a partidos que defienden los valores de la justicia, la solidaridad, la no violencia activa, la igualdad, la no discriminación por razones étnicas, culturales, religiosas, sociales, de identidad afectivo-sexual, la laicidad del Estado y de sus instituciones, la acogida de las personas migrantes, desplazadas y refugiadas y su plena integración en la sociedad española, el reconocimiento y respeto del pluriverso étnico, cultural y religioso y el necesario diálogo entre cosmovisiones diferentes (religiones, culturas, espiritualidades, saberes, etc.).
Es verdad que la jerarquía católica no apoya explícitamente a Vox a nivel de Conferencia Episcopal Española, si bien guarda silencio y en no pocas de las prioridades ético-políticas coincide con él. Cabe afirmar que Demetrio Fernández no está solo en sus proclamas políticas y morales en sintonía con la extrema derecha dentro de los obispos españoles. El periodista Jesús Bastante, redactor jefe de Religión Digital, habla de al menos una docena de prelados “de la vieja guardia, conocidos por sus posiciones reaccionarias”, que “comparten, en el fondo y en la forma, los postulados más radicales de la formación de ultraderecha”. ¿Será esa la razón por la que el Papa Francisco se resiste a viajar a España?
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