Venezuela: la Octava Isla
Es posible que a muchos lectores les desconcierte el título, pero no así a los que viven o han tenido relación con las Islas Canarias. En el año 1966 tomé posesión como Fiscal de la Audiencia Provincial de Santa Cruz de Tenerife. Desde mi llegada me interesó conocer la realidad social de la comunidad donde iba a desempeñar mis funciones. El periódico de mayor difusión era El Día. Dedicaba una página, titulada La Octava Isla, a noticias exclusivamente relacionadas con la estrecha vinculación entre Venezuela y Canarias.
La emigración clandestina en veleros sobrecargados que en muchas ocasiones había terminado en tragedias como las que estamos viviendo ahora fue sustituida por un acuerdo entre Franco y otro golpista venezolano como Marcos Pérez Jiménez que, en 1952, firmaron un acuerdo que establecía un cupo de inmigración legal en el que se daba preferencia a las personas que estuvieran capacitadas para trabajar en el campo. Los canarios fueron los mejor acogidos y según los datos representan el cincuenta por ciento de la inmigración española.
En aquellos momentos no podía imaginar que, años más tarde, en mi condición de Presidente de la Asociación Pro Derechos Humanos y de la mano de Amnistía Internacional, iba a visitar Venezuela (1994) en una misión sobre el estado de las prisiones. Anecdóticamente y durante un brevísimo espacio de tiempo coincidió con el encarcelamiento simultáneo de Hugo Chávez y de Carlos Andrés Pérez, aunque en centros penitenciarios distintos. La situación penitenciaria que encontramos era francamente dramática. Dos apuntes: en el Retén de Catia (Caracas), los funcionarios vendían sus armas a los presos, alegando después que las habían perdido. La violencia desatada por este estado de cosas ocasionaba un inevitable enfrentamiento entre clanes con numerosos muertos. Carlos Andrés Pérez estuvo ingresado en el Centro Penitenciario El Junquito. Los directores de las cárceles nos contaron que las familias trataban de sobornarles para trasladar a sus familiares a esta prisión porque los fines de semana Carlos Andrés pagaba un camión con dulces y helados que se repartía entre los reclusos.
La situación se ha ido deteriorando en materia de derechos y libertades hasta llegar al momento presente
En aquellos momentos el presidente de la República era Rafael Caldera (COPEI), partido político con orígenes en la democracia cristiana. Tuve la oportunidad de exponerle, en el Palacio de Miraflores, lo que habíamos visto. También me entrevisté con el ministro del Interior, al que relaté lo que habíamos visto en el Retén de Catia. En un habitáculo reducido, convivían veintisiete reclusos que dormían en el suelo. Los que no tenían espacio permanecían de pie. Al trasladarle esta queja, el ministro me corrigió: Perdón, doctor, no están de pie, están parados. Merecida lección de pureza lingüística.
Mucha gente ignora que uno de los factores más determinantes para que Hugo Chávez llegase al poder en unas elecciones libres se debió al escándalo que produjo en la sociedad venezolana la desaparición de una cantidad superior a los diez mil millones de dólares debido a la invasión de Kuwait. Irak quemó los pozos petrolíferos y la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo) autorizó a Venezuela, que forma parte de la organización, el aumento de la producción, lo que generó unos ingresos extraordinarios que se diluyeron en paraísos fiscales y en latitudes semejantes.
Mi siguiente incursión se produjo en el año 2011 con ocasión de la detención e ingreso en prisión de la jueza María Lourdes Afiuni por haber puesto en libertad con fianza a un banquero enemigo de Chávez que llevaba tres años en prisión y huyó a Miami. En compañía de otros miembros de la Comisión Internacional de Juristas (CIJ), la visitamos en su casa, donde se encontraba en arresto domiciliario después de haber pasado dos años en prisión. Fue liberada ante las presiones de la comunidad internacional. La policía controlaba el acceso al edificio y existía otro control en su domicilio.
No comparto la beligerancia de la derecha española, que demuestra muy poco interés por lo que pueda devenir en Venezuela
El régimen todavía toleraba una cierta libertad de información en algunos periódicos y televisiones. Tuve la oportunidad de ver el programa estrella Aló Presidente. Todos los medios tenían la obligación de conectarse en un determinado momento. La verdad es que Chávez tenía un notable desparpajo y dominio del medio. Versaba sobre el litigio con la petrolera Chevron que terminó en un arbitraje internacional. Cuando finalizó, otra televisión de una cadena opositora contrarrestaba la propaganda con un programa que se titulaba Aló Ciudadano.
Paulatinamente, la situación se ha ido deteriorando en materia de derechos y libertades hasta llegar al momento presente. Consciente de lo que se avecinaba, un eminente jurista venezolano, Pedro Nikken, que llegó a ser Presidente de la Corte Interamericana de Derechos Humanos y de la Comisión Internacional de Juristas junto con otro prestigioso jurista, Carlos Ayala, actual Vicepresidente de la CIJ, decidieron que había que intentar que un mediador, preferentemente un expresidente del Gobierno de España, pudiese actuar como enlace y mediador entre el oficialismo y la oposición. Como miembro de la CIJ me encomendaron contactar con Felipe González para ofrecerle esta misión. Por razones que respeto declinó la propuesta. El otro expresidente era Rodríguez Zapatero, que en ese momento era Consejero de Estado. Le plantee la cuestión y decidió aceptar. Así comenzó su andadura en esta misión que creo que ha desarrollado con éxito y generosidad. Perdimos el contacto y continuó avalado por la OEA y el Grupo de Puebla.
Pedro Nikken, fallecido hace cuatro años, había intervenido como mediador entre la guerrilla y el Gobierno en el Salvador. Creía firmemente en el diálogo. En una entrevista afirmó: "Si alguien tiene la idea de que una fuerza puede aplastar a otra es una ilusión, es la ilusión del combatiente, del autoritarismo. Si, en cambio, la oposición pretende aplastar al chavismo e inicia una cacería de brujas y lanza un gobierno de arbitrariedad, pues empieza otro problema, la resistencia del chavismo o del madurismo. Pero en todo caso, no será nada despreciable lo que va a ocurrir".
Los acontecimientos vividos en estos últimos años ponen de relieve que el oficialismo ha perdido el respaldo de una parte importante de los venezolanos. Atrincherarse en la resistencia solo le va a crear problemas en la esfera internacional. Las críticas no solo proceden de la derecha sino de mandatarios de orientación izquierdista como Lula o Boric. Queda un hilo de esperanza que no se puede ni se debe romper. Por eso no comparto la beligerancia de la derecha española, que demuestra muy poco interés por lo que pueda devenir en Venezuela y actúa con el exclusivo objetivo de atacar al Presidente y al actual Gobierno.
Me permito invitar a Maduro y a la oposición a tener en cuenta las reflexiones de Pedro Nikken. A corto plazo me parece imposible una repetición de las elecciones, pero es necesario establecer un espacio de diálogo que desemboque en una solución pactada que ambas partes se comprometan a respetar. La figura del expresidente Rodríguez Zapatero puede tener un papel importante que desarrollar en este empeño. Me parece que su silencio es la postura más adecuada en estos momentos. A pesar de los acontecimientos que estamos viviendo estos días, creo que todavía hay tiempo hasta la fecha de la toma de posesión.
La Octava Isla está más cercana de lo que muchos piensan y nos interpela. Los que emigraron y las sucesivas generaciones conforman una parte importante de la nación venezolana. No podemos olvidarlos. Es el momento de que España siga tendiendo puentes.
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José Antonio Martín Pallin es abogado. Antes, ha ejercido como fiscal y magistrado del Tribunal Supremo. Es, además, autor de los libros 'El Gobierno de las Togas' y 'La Guerra de los jueces' (Catarata).
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