Encuentro de alcaldes y alcaldesas de la red C40: ciudades prósperas y verdes

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Carlos Moreno

La reunión mundial de los alcaldes de la red C40 de ciudades contra el cambio climático en Buenos Aires nos ha dejado ricas enseñanzas para compartir. Ya lo sabemos, en todos los continentes y latitudes la urgencia climática está presente en nuestras vidas. Ahora la crisis sanitaria también ha impactado fuertemente en nuestra manera de vivir y la guerra en Ucrania con sus consecuencias sobre la energía, la inflación y la escasez de ciertas materias primas se añade a este ya difícil panorama.

Este encuentro nos muestra la fuerza y presencia de las ciudades. Los alcaldes, alcaldesas, jefes de gobierno de estas 96 ciudades —que representan a 700 millones de habitantes urbanos, uno de cada doce del mundo y con el 25% del PIB del planeta— nos han dejado una buena dosis de optimismo frente a estos grandes desafíos. Cuando los estados enfrentan una crisis geopolítica que nos llena de incertitudes, las ciudades representan una esperanza ante las transformaciones indispensables que se imponen. Punto de encuentro entre la realidad y sus exigencias ecológicas, económicas y sociales con la vida cotidiana de cada uno de sus habitantes, la vida urbana, independiente del tamaño y de la densidad de las ciudades, es el epicentro de esta preocupación central: ¿cómo conciliar salir del uso preponderante de las energías fósiles para ir hacia una indispensable y masiva descarbonización y al mismo tiempo aumentar la calidad de vida y ofrecer espacios democráticos y participativos a los ciudadanos?

El C40 con los alcaldes y alcaldesas reunidos en Buenos Aires nos han mostrado que un camino es posible: la transformación de nuestros modos de vida basada en una reinvención de la proximidad, como clave de una ambiciosa hoja de ruta

La constatación es clara: vivimos desde hace varias décadas en ciudades fragmentadas, segmentadas, en las que la normalidad son las grandes distancias, largos y tediosos viajes cotidianos con la consecuente pérdida de sociabilidad, más la zonificación con la consabida especialización de lugares productivos, de vivienda, la monoutilización de los edificios e infraestructuras, las desigualdades en el acceso a los servicios, la categorización social de los barrios residenciales, la generalizada exclusión social y económica de los más frágiles y las fuertes tensiones visibles, permanentes. Es claro que los impactos del cambio climático no son los mismos en función de los ingresos y posición socio-económica y que una cultura urbana que ha heredado el culto al vehículo individual, a su posesión, como estatus social y su consecuente sobreutilización copando el espacio público, continúa generando efectos sistémicos sobre la calidad de vida en la ciudad y la salud urbana.

Es indispensable resaltar la nota de esperanza pues hemos visto con múltiples ejemplos concretos cómo con voluntad política y escuchando la ciencia, la manera de vivir puede cambiar para darle otro rumbo a nuestro estilo de vida. El C40 con los alcaldes y alcaldesas reunidos en Buenos Aires nos han mostrado que un camino es posible: la transformación de nuestros modos de vida basada en una reinvención de la proximidad, como clave de una ambiciosa hoja de ruta. Una vía eficaz para apartarse de una apretada centralización y fuertes dependencias que restringen nuestras capacidades de utilizar nuestros recursos, creatividad y dinámicas locales urbanas y territoriales. Los testimonios de alcaldes y alcaldesas del mundo entero son elocuentes. La Ciudad de los 15 Minutos que ha puesto de relieve esta proximidad feliz a nivel planetario, es con las Superilles de Barcelona, Barrios Vitales en Bogotá, Círculos de vida de 15 Minutos en Chengdu, Barrios completos en Montreal, Vecindarios de 20 minutos en Melbourne… la expresión de esta misma tendencia y voluntad política de cambio de nuestra manera de vivir, que ahora ha tomado una presencia y preponderancia global indiscutible, imponiéndose como perspectiva de cambio aquí y ahora. Nos podemos felicitar de esta nueva perspectiva.

París, Barcelona, Roma, Milán, Oslo, Copenhague, Buenos Aires, Bogotá, Santiago de Chile, Seattle, Boston, Chengdu, Kuala Lampur, Ahmedabad, Johannesburg, forman parte de ese mundo urbano en movimiento que no parará de avanzar para promover incansablemente este cambio de paradigma que muestra otro camino posible. El C40 ha mostrado su capacidad a federar estos esfuerzos, para construir una masa crítica necesaria, darle visibilidad. El programa “Prosperidad y Cero carbón en los vecindarios” que ha sido lanzado con la proximidad policéntrica y multi servicios en el corazón, con la Ciudad de los 15 Minutos, ha constituido un elemento central de este encuentro mundial. Recuperación de espacios públicos como lugares de vida, abrir las escuelas los fines de semana, calles de las escuelas peatonales, apoyar los comercios de proximidad, mercados y circuitos cortos, vegetalización con parques lineales, manzanas de vida local libres de coches, equipamientos deportivos, pedagógicos, de cultura y diversión irrigando los barrios, kioscos ciudadanos para un servicio público de cercanía, mixtura de lugares de habitación con lugares de trabajo descentralizado y de multiservicios, cruces de calles convertidos en espacios de recreo, bibliotecas y ludotecas móviles, centros de salud, dispensarios, medicina generalista y cuidado y recuperación de los ríos y sus orillas, fuentes y lugares de agua, senderos peatonales, servicios de bicicletas compartidas mecánicas y eléctricas, multi modalidades de movilidad baja en emisiones… Muchas son las iniciativas que han sido compartidas y nos alimentan en esta esperanza, de tener masivamente las proximidades multicéntricas como una vía de inclusión ecológica, económica y social de una ciudad para todos.

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Carlos Moreno es director científico Catedra ETI y Paris Sorbonne Business School - IAE.

La reunión mundial de los alcaldes de la red C40 de ciudades contra el cambio climático en Buenos Aires nos ha dejado ricas enseñanzas para compartir. Ya lo sabemos, en todos los continentes y latitudes la urgencia climática está presente en nuestras vidas. Ahora la crisis sanitaria también ha impactado fuertemente en nuestra manera de vivir y la guerra en Ucrania con sus consecuencias sobre la energía, la inflación y la escasez de ciertas materias primas se añade a este ya difícil panorama.

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