Reforma fiscal y el virtuosismo parlamentario Pilar Velasco
Feijóo, el líder que nació del chapapote
El 13 de noviembre de 2002, sobre las tres de la tarde, el capitán del Prestige, un petrolero monocasco con bandera de Bahamas da la primera voz de alarma cuando se encontraba, en medio de un temporal, a 27 millas náuticas al oeste de Cabo Touriñán. Transportaba 77.000 toneladas de fuel-oil pesado.
En lugar de darle refugio en algún puerto cercano, las autoridades, en una descoordinación inédita, con órdenes contradictorias, pasearon el barco arriba y abajo por el Atlántico, en medio del temporal, mientras iba dejando un rastro de chapapote por toda la Costa da Morte.
El presidente de la Xunta, Manuel Fraga, decidió irse el 16 de noviembre, sábado, en plena crisis, alegando “agenda privada”, a una cacería de la que no volvió hasta el domingo 17 por la noche. El exministro de Fomento, Álvarez Cascos, también se fue de cacería ese mismo fin de semana. Un técnico de su ministerio aseguró que había sido el ministro en persona quien dio la orden de enviar el buque "al quinto pino" antes de irse de caza.
Mientras, el Gobierno de José María Aznar y la Xunta de Manuel Fraga utilizaban las televisiones públicas que dependían de ambos gobiernos para minimizar cualquier problema haciendo apreciaciones sin sentido sobre la grave situación del buque y su carga, con argumentos carentes de cualquier sustento técnico, confundiendo así a la población.
Alrededor de las ocho de la mañana del día 19 de noviembre de 2002 y a 133 millas náuticas del Cabo Finisterre, el petrolero se parte en dos. A las 11:45 se hunde la parte de popa y, posteriormente, a las 16:18 horas y separado unos 3 km. de la popa, se hunde el pecio de proa. Las dos mitades se hunden a unos 3.600 metros de profundidad.
Cuando el buque se partió y naufragó, Mariano Rajoy, vicepresidente y portavoz del Gobierno de Aznar, negaba el peligro de una marea negra y que el pecio supusiera algún peligro ecológico: "Salen unos pequeños hilitos, hay cuatro en concreto que se han visto, cuatro regueros, me dicen, regueros solidificados con aspecto de plastilina en estiramiento vertical, deben de salir de algunas de las grietas unos hilos... Lógicamente, pues estamos todavía estudiando... Están los técnicos estudiando realmente qué es lo que significa esto".
Arsenio Fernández de Mesa era el delegado del Gobierno en Galicia cuando ocurrió la catástrofe. Junto a Rajoy, fue la imagen pública de las mentiras del gobierno de Aznar.
Pese a la crisis, De Mesa mantuvo su cargo de delegado del Gobierno, lo que le permitió tener en el año 2003 conocimiento del registro de la policía judicial en el chalé de un conocido narcotraficante en el que se habían hallado unas comprometedoras fotografías de un joven con gafas, prometedor gestor gallego, que se había criado bajo la protección del mentor de ambos, José Manuel Romay Beccaria, y que ocupaba entonces la presidencia de la empresa Correos y Telégrafos.
Fue Fernández de Mesa quien alertó a Alberto Núñez Feijóo de la existencia de las fotos que probaban su íntima relación con Marcial Dorado. Años después, Rajoy nombraría a De Mesa director general de la Guardia Civil.
Lo peor llegó cuando la contestación social y también la interna en el PP de Galicia contra el ejecutivo central, por parte de los de la boina, encabezados por Xosé Cuíña, fue creciendo.
El movimiento “Nunca Máis” fue imparable y comenzaba a hacer mella en la gestión del ejecutivo. La multitudinaria manifestación del 1 de diciembre de 2002, cuando cerca de 200.000 personas avanzaron por las calles de la capital de Galicia, se convirtió en un acto de repulsa nacional al Ejecutivo de Aznar. Es entonces cuando el aznarismo se desató en toda su intensidad, “el que pueda hacer que haga”. Iniciaron una campaña de descrédito hacia el movimiento desprestigiando a los líderes de “Nunca Máis” con graves acusaciones.
La carrera política de Alberto Núñez Feijóo empezó a escribirse entonces. Esa tragedia y cómo se llevó a cabo la gestión de la crisis abrió la oportunidad que el joven estaba esperando. Su liderazgo nació del chapapote.
La carrera política de Feijóo empezó a escribirse con el Prestige. Esa tragedia y cómo se llevó a cabo la gestión de la crisis abrió la oportunidad que estaba esperando. Su liderazgo nació del chapapote
Feijóo, como ya hemos dicho, era presidente de Correos en el gobierno de Aznar, cargo en el que le había enchufado su mentor, el exministro de Sanidad, Romay Beccaria, creador de la leyenda “Feijoo, el gran gestor”.
Formaba y forma Romay (tiene actualmente 90 años) parte del Opus Dei, de ahí el apodo de "Romay Vicaría" u “Obispo”, con el que le han bautizado sus colegas de partido. El propio Fraga escribió en sus memorias que ese hombre que iba a alcanzarlo todo en la política española tenía además "plaza importante en la curia romana".
La operación que hizo que Feijóo llegase a líder del PPdeG, y más tarde a presidente de la Xunta de Galicia, se inició en un lugar muy conocido por los políticos del PP gallego, en “Casa Vilas”, un restaurante de Santiago, donde era habitual ver a Don Manuel y su cohorte, celebrando enchentas (comilonas)
Allí se cerraban acuerdos al estilo de su querido amigo Terito, el contrabandista.
Fue allí, en “Casa Vilas”, donde cenaron Romay y Mariano Rajoy, también discípulo del “Obispo”, la noche en que decidieron abortar la decisión ya tomada por Fraga de nombrar a Cuíña vicepresidente de la Xunta y conselleiro de Medio Ambiente para que tomara las riendas de la gestión de la crisis del Prestige y auparlo así más adelante a presidir el partido. Así lo contó Rafael Cuíña, hijo de Xosé Cuíña en una entrevista hace unos años.
Xosé Cuíña Crespo era el delfín llamado a suceder a Fraga, era su favorito.
Boinas contra birretes. Los birretes eran Romay, Rajoy y varios secuaces, entre ellos Juan Juncal. ¿Recuerdan a Juan Juncal? El exalcalde de Ferrol y jefe de Miguel Tellado. Ejerció de apoderado en una venta de una empresa al testaferro del narco Marcial Dorado, Manuel Cruz, chófer a la vez de Romay Beccaria y Juan Fernández.
Aquella cena de Romay y Rajoy en Casa Vilas diseñó la estrategia para evitar a toda costa que Cuíña fuese el sucesor de Fraga y, con la connivencia de Aznar, colocar en su lugar a Alberto Núñez Feijóo.
Alguien “anónimo” acusó a Xosé Cuíña Crespo de haber sido él quien filtró a la prensa que Fraga se había ido de caza.
Pocos días después, Génova filtró a los medios que una empresa de la familia Cuíña Crespo, “Gallega Suministros Industriales”, había vendido a la Xunta a través de otra empresa 8.520 trajes de agua y 3.000 palas para la limpieza de chapapote. Fraga le dijo entonces a Cuíña que tenía que dimitir.
El delfín de Fraga dimitió ese mismo día, defendiendo que su familia no había hecho negocio alguno con la operación porque había donado a la Xunta contenedores para la recogida de fuel por un valor similar al de la venta del material de limpieza, pero no le sirvió de nada. Los del birrete habían hecho jaque mate.
El 18 de enero de 2003, el joven gestor, amigo de un narco, con el que todavía tenía relación, a pesar de estar ya siendo investigado, tomó posesión del despacho señalado para el sucesor de Fraga. Año y medio después era ya vicepresidente. Dos años más tarde, el disciplinado funcionario se convirtió en presidente del PP en Galicia, hasta hoy, que preside el PP nacional con una maniobra parecida por la que se cargaron a Pablo Casado.
Cuentan que Feijóo comentó a Fraga lo de las fotos con el narco y éste, para quitarle hierro al asunto, le dijo: ¿Tú sabes quién es Ligero, el alcalde de A Guarda? le llaman así porque "corría muy rápido delante de la Guardia Civil cuando hacía contrabando con Portugal".
Mi teoría es otra. El narco Marcial Dorado era hijo de “madre soltera” como se decía en esa época. Su padre era alguien muy poderoso y cercano a Manuel Fraga, por lo que esas fotos no eran ningún impedimento para Don Manuel.
Pero esa historia la contaré otro día…
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Cristina P. Marcote es la autora del libro 'Feijóo y el narco'.
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